Decenas de miles de personas han comprado durante los últimos 13 años ‘Una semana en el motor de un autobús‘, para casi todos la obra cumbre de Los Planetas y también para muchos uno de los discos claves de la historia del pop español. El segundo número de la serie Cara B de Lengua de Trapo (el primero habla sobre ‘Omega’) repasa a lo largo de 180 páginas la historia de aquel disco, que muchos interpretaron como una metáfora sobre el refugio en las drogas a raíz de un despecho, pero ocultaba más.
El periodista Nando Cruz (Sputnik, El Periódico de Catalunya, Rockdelux) va ahondando a lo largo de 29 brevísimos episodios en el proceso de composición y grabación del tercer disco de Los Planetas, desde los inicios difíciles tras la decepción que supuso en todos los sentidos ‘Pop’, aquel segundo álbum que ni consagró a Los Planetas en lo artístico ni les dio el éxito esperado vía ‘David y Claudia’; hasta la grabación en Nueva York de mano del productor Kurt Ralske, conocido por su proyecto Ultra Vivid Scene; pasando por la llegada a la banda de Banin y todos los problemas con las drogas experimentados por un Florent que, tocando fondo, tuvo que asistir a una clínica de desintoxicación en Madrid.
La dedicación a este punto no es baladí. Nando Cruz desintegra la teoría de que el disco contenga de manera primordial una historia de amor para decantarse por la idea de que muchas de las canciones están dedicadas en realidad a ese Florent a la deriva que tomaba la ‘Línea 1’ de Granada para sus trapicheos; así como a la disyuntiva de J de someterse a la industria que en principio rechaza las maquetas de este disco (‘Segundo premio’ no llega hasta el final) o renunciar a su sueño.
La industria como agente opresor ejerce un papel primordial en muchos puntos de esta historia, pero Cruz también ofrece la visión opuesta mediante declaraciones de Sony. Esta vez el final es feliz y el éxito artístico y comercial ocupa las penúltimas páginas del libro, después de que se vendiera con holgura esa copia número 15.562 necesaria para que el álbum fuera rentable. Por el camino hay lugar para analizar las influencias que pudieron llevar a Los Planetas a hacer ‘Una semana’ y que han inspirado un pequeño playlist en Spotify de los temas que parecen claves. Ese ‘Promesses’ de Étienne Daho y esa canción de Magnetic Fields que tomó prestados ‘Segundo premio’, esa frase de Pale Saints que abría ‘Blue Flower’ («Esperando una señal tuya / Esperando un síntoma de cambio. ¿Has olvidado lo que tu amor podía hacer? / ¿Es esto el final?»), una de las producciones favoritas realizadas por Kurt para Swell, algunos de los discos que Los Planetas descubrirían en Nueva York gracias a él o esa manera «relajada nunca ampulosa de introducir violines y trompetas» de Love.
El libro se abre con un simpático y sencillo prólogo de Julieta Venegas y se cierra con un epílogo en tres partes de Julián Rodríguez, aunque más interesante es comprobar cómo algunos de los actores que en aquellos días rodearon a Los Planetas han terminado al frente de Limbo Starr o diseñando portadas para Birra y Perdiz y tocando en grupos como Gran Viernes. Quizá falta algo de contextualización para los que no son hardcore fans o por edad no recuerdan lo que sucedió cuando se publicó ‘La playa’, pero a pesar de todo, el libro cumple su cometido de dignificar uno de los momentos cumbres de la historia del pop español. Queremos más. 8.