La noche del sábado en Sónar Galicia empezó con una sesión aburrida (la de Ninguno DJs) y otra demasiado machacacona y centrada en lo latino (la de Munchi), y continuó en el SonarHall con Lasers. A los catalanes, como a los gallegos ColectivoOruga, hay que seguirles la pista porque prometen cosas muy interesantes en el futuro a juzgar por sus respectivos trabajos de debut y por la solidez con la que los defienden en sus directos. A Lasers le acompañó además una parafernalia promocional (la posibilidad de jugar a marcianitos en una pantalla gigante desde tu iPhone durante el concierto -aunque en la prueba que hicimos no funcionó porque sólo podían acceder 10 personas a la vez-) muy propia de la temática espacial que tanto gusta al grupo. Y sí, no se puede evitar recordar a Delorean al escucharlos.
El madrugador show de M.I.A. me gustó tantísimo que no saldrá de mí decir que fue el bluff de la noche, aunque lo fuera. Con un sonido irregular tirando a mal (mitad culpa de las condiciones del SonarClub, mitad de la escasa preocupación en que empastasen los diferentes elementos de ese recargadísimo pastiche sonoro que es su música), apoyándose en exceso en la cantante auxiliar y con una preocupante tendencia a la pose para foto (tiene que haber instantáneas suyas en absolutamente todos los rincones del escenario), su espectáculo es, sin embargo, arrollador. Tremendo el setlist, y eso que se deja fuera un buen puñado de esperadísimos hits (‘XXXO’ y ‘Jimmy’, por ejemplo), empezando fuerte con ‘Galang’ y cerrando con ‘Meds And Feds’, una recortada pero adrenalítica ‘Born Free’ y una avalancha de público enloquecido bailando sobre el escenario. La hostia, de verdad.
A excepción de la celebradísima sesión de Richie Hawtin (que por desgracia coincidía con otras cosas), la atención del resto de la noche se centraba en el SonarHall con los sets seguidos de Cut Copy, Four Tet, Die Antwoord y James Murphy, apenas separados por unos minutos de descanso para refrescarse, tomar aire y preparar el escenario.
No sé si la apreciación es real o motivada por la forma alargada del SonarHall, pero daba la sensación de que había más gente en el concierto de Cut Copy que en el de M.I.A. Lo que es irrebatible es que los australianos tuvieron al mejor público, que no paró de saltar en cada una de las canciones y cantarlo absolutamente todo. A cambio Cut Copy hicieron un concierto enorme, con un setlist ideal (‘Hearts On Fire’, ‘Light & Music’, ‘Feel The Love’, ‘Where I’m Going’, ‘Take Me Over’, ‘Need You Know’… estremece pensar la de hits que pueden juntar de aquí a unos años, ¿verdad?), perfecto de no ser porque el sonido tapaba algunas voces y potenciaba los graves hasta los límites de lo soportable. Aun así memorables; los grandes triunfadores de este año.
Four Tet tuvo idénticos problemas con los graves y con el retorno del sonido, pero al igual que Cut Copy, no fueron suficientes para desmerecer una sesión brillante. Si se hubiera ubicado en el auditorio de ExpoCoruña, que este año no se usaba supongo que por sus limitaciones de espacio, probablemente con los años hablaríamos del set de Kieran Hebden a nuestros nietos. Y, la verdad, no congregó a tanta gente como para que el traslado al auditorio no hubiera sido factible.
Casi todo el mundo fue a ver a Die Antwoord con dudas y salió noqueado ante la rotundidad de un concierto fugaz que comenzó con homenaje a Leon Botha y acabó sin que se presintiese el final. Trallazos como ‘Enter The Ninja’ o ‘Rich Bitch’, el desfile de ropa interior y complementos de Ninja (movimiento pendular incluido), el rupestre rapeo de Yo-Landi Vi$$er, la quizá no demasiada valorada presencia en los platos de Hi-Tek y, sobre todo, el sample del ‘Orinoco Flow’ (mucho ojo al tema este de que, de repente, Enya mole) acabaron por convencer a un público entregado al salvajismo y las divertidas macarradas de los sudafricanos.
Ya al final de la noche, James Murphy, que repetía segundo año consecutivo en A Coruña después del espectacular concierto de LCD Soundsystem en el 2010, llevó a cabo una enciclopédica sesión de funk sudoroso. Mientras, en el SonarClub, se esperaba con muchas ganas el set de Boys Noize, más centrado en la zapatilla y que, a juzgar por la manera en que retumbabam las paredes del recinto, tuvo que ser de traca.