EMA / Past Life Martyred Saints

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EMA / Past Life Martyred Saints

Es cierto que ‘Past Life Martyred Saints’ tiene muchos ingredientes para ser uno de los discos destacados en las traídas y llevadas listas de lo mejor de este año: canciones en las que el artista sobreexpone su vida personal y su intimidad a modo de expiación de una etapa que pretende quemar para seguir adelante, con sonido incómodo ajeno a moda, música doliente y agresiva y, sobre todo, mucho rollo arty. Erika M. Anderson, EMA, nos presenta más o menos eso en su debut tras abandonar la banda Gowns (la cual compartía con su ya ex-pareja Ezra Buchla) y la crítica, claro, le sonríe. Con una sonrisa tan amplia que casi resulta desencajada.


No es que sean evidentes los méritos del primer disco de EMA, porque se trata de un álbum que busca decididamente poner a prueba al oyente con un ambiente sonoro que abraza la baja fidelidad y un ruido bien crudo, que usa para desplegar unas composiciones que alternan folk intimista y blues arrebatado, con continuos altibajos y latigazos noise. PJ Harvey, la primera Chan Marshall (Cat Power) o Liz Phair pueden ser buenas referencias para enmarcarla, por más que ella aclare que su inspiración fundamental es Lou Reed. Paradójicamente, al compositor de Velvet Underground al que recuerdan varias de estas canciones (merced a la viola) es a John Cale.

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Parece unánime que el gran mérito de este disco está en unas letras en las que Anderson parece explicar su pasado con un buen despliegue de explícitas confesiones en torno a la ingesta de drogas,la automutilación, las experiencias cercanas a la muerte (¿quizá el suicidio?) o el amor como elemento insano, bien por separado o mezcladas y agitadas entre sí. Anderson muestra rasgos de gran talento con una lírica poderosa que engancha cuanto más retrata, pero que sabe a poco cuando se muestra más críptica (como en la indescifrable ‘Breakfast’) y confusa. Aunque se agradece enormemente que quite hierro al asunto con ese título y portada, cargados de sorna, no parece suficiente para justificar el hype.

¿Y qué hay de las canciones? ‘Past Life Martyred Saint’ presenta un arranque fulgurante con ‘Grey Ship’, cautivadora con ese sorprendente giro, casi mediados sus siete minutos de duración, que transforma una cancioncilla de alcoba en una tormenta, y sobre todo con ‘California’, un anti-himno en el que Anderson casi rapea una oda a toda la mierda de su entorno, a sus amigos tumbados por la droga, al racismo y al miedo a la diferencia. Sobre un colchón de teclados y un zumbido de guitarra, que ponen el vello de punta y hacen pensar en ‘Nothing Compares 2 U‘, esta joven se desgarra cantando cosas como «solo tengo 22 y no me importa morir» y, la verdad, suena muy creíble.

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Lástima que a partir de ahí el álbum se vuelva algo irregular, con destellos magníficos como el dúo formado por ‘Coda’ y ‘Marked’ o la brutal ‘Butterfly Knife’ entre temas menos consistentes como ‘Milkman’ o ‘Red Star’ (en el que se aproxima a Patti Smith) y medianías como ‘Anteroom’. Es una pena que puedan llegar a exagerarse las expectativas de la carrera de Erika Anderson, porque demuestra talento y este ‘Past Life Martyred Saint’, aunque mejorable, es un muy buen punto de partida.

Calificación: 7,2/10
Lo mejor: ‘California’, ‘Grey ship’, ‘Coda’ + ‘Marked’.
Te gustará si te gustan: el primer disco de Cat Power, ‘Exile In Guyville’ de Liz Phair, las canciones de John Cale en la Velvet.
Escúchalo: en Spotify.

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