Tan irreverente, deslenguado y ácido como talentoso e inteligente, Luke Haines es uno de los genios de nuestros tiempos que, sin embargo, ha escogido el lado huraño y esquivo, cargando contra sus compañeros de profesión, prensa y, de vez en cuando, público. Si en la década de los 90 obtuvo, con su grupo The Auteurs, el beneplácito de todos (al menos, hasta que decidió grabar un disco sobre terrorismo y muerte), en la pasada década se dedicó a trabajar como una mosca cojonera, pequeño pero molesto, aireando las vergüenzas de su profesión y su sociedad a través de sus discos y dos libros autobiográficos. Recientemente se ha puesto a la venta la edición física de su nuevo álbum ‘Nine And A Half Psychedelic Meditations On British Wrestling Of The 1970s And Early ’80s’, un álbum temático dedicado a, agárrense, el mundo de la lucha libre británica. Dado que este año se cumplen diez desde su primer álbum en solitario, aprovechamos para dedicar una retrospectiva a su poco conocida y valorada carrera bajo su nombre propio, el del verdadero sucesor de Ray Davies.
The Oliver Twist Manifesto (2001): Obviando la banda sonora del film ‘Christie Malry’s Own Double Entry’ de Paul Tickell (recogía, entre scores, bocetos de canciones que luego se plasmarían en este álbum), ‘The Oliver Twist Manifesto’ es el primer disco de Haines firmado a su nombre, y probablemente sea su más completo álbum desde que The Auteurs echaran el telón. En él condensa las ideas que ya había mostrado en la última etapa de esa banda, el glam-rock setentero de ‘How I Learned To Love The Bootboys’, mezclado con el exotismo cáustico del inconmensurable ‘Baader Meinhoff’ y el pop electrónico de Black Box Recorder. Y, a la vez, sienta las bases de su futuro artístico: canciones pop que desmitifican la cultura pop (no en vano se subtitula ‘What’s Wrong With Popular Culture’). Desde el pelotazo discopop ‘Discomania’ (que, incomprensible, raramente habrás escuchado en un club), pasando por ‘Death Of Sarah Lucas’ (artista a la que usa como símbolo del arte contemporáneo para ridiculizarlo), ‘Mr & Mrs Solanas’ (en la que recita una invitación de su boda con la mujer que atentó contra la vida de Andy Warhol), la osada ‘Christ’ (una brutal declaración de intenciones en la que, a sus 33, Haines declara la guerra a la industria del entretenimiento), hasta los diversos cortes en los que hace referencia al personaje de Charles Dickens, haciendo propio y actualizando el espíritu de crítica social de su mítica novela, «meando por toda Britania». En sus últimos estertores dentro de una multinacional, a Haines le dieron un bate de béisbol en un campo de fútbol lleno de piñatas, pero olvidaron ponerle la venda en los ojos. El siguiente paso fue reclamar una estéril «huelga del pop nacional». Raúl Guillén.
Calificación: 9/10
Lo mejor: ‘Discomania’, ‘Oliver Twist’, ‘Death OF Sarah Lucas’, ‘Christ’, ‘Mr & Mr Solanas’.
Te gustará si te gustan: The Auteurs, Baader Meinhoff, Black Box Recorder, la inmolación artística.
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Das Capital (2003): Sólo a Luke Haines se le podría ocurrir añadir al título de este álbum algo como «The songwriting genius of Luke Haines and The Auteurs». Lejos de ofrecernos «su capital» en el habitual formato recopilatorio para cerrar su contrato con Hut-Virgin, Haines regraba muchas de sus mejores canciones con los Auteurs (más ‘Baader Meinhof’ y tres canciones nuevas) en un formato épico y orquestal, absolutamente melodramático y a la altura de las composiciones originales. Su selección no evita algunos de los clásicos aparentemente intocables del «New Wave», que reinterpreta tan suntuosa como delicadamente. La edición original en CD escondía, además, una fabulosa «overtura» antes del primer tema, en lo que se suele llamar «pregap», a la que sólo se podía acceder forzando el rebobinado. El premio (ahora más fácilmente localizable) era un explosivo medley donde se mezclaban nuevas versiones de hasta otras ocho canciones de los Auteurs para cerrarse con la por entonces todavía reciente ‘Discomania’. Carlos Úbeda.
Calificación: 9/10
Lo mejor: ‘Lenny Valentino’, ‘Showgirl’, ‘Unsolved child murder’, ‘Satan wants me’, ‘Overture’
Te gustará si te gusta: Jack, Scott Walker, Patrick Wolf, The Last Shadow Puppets, Luke Haines
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Off My Rocker At The Art School Bop (2006): Una vez fuera de Virgin, y poco después de proclamar su muerte (más bien, la de Auteurs) con el extenso (e imprescindible) recopilatorio de singles y rarezas ‘Luke Haines Is Dead‘, Haines se lanza a la independencia más absoluta en el fugaz sello Degenerate Music (etiqueta usada por el nazismo para calificar a la música no permitida por el régimen de Hitler) y publica este ‘Off My Rocker At The Art School Bop’ (algo así como «se me va la pinza en la fiesta de la escuela de arte»). Aunque en el CD no está acreditado, el de Walton-on-Thames nos sorprendió contando con la inconfundible mano del productor Richard X (Saint Etienne, Sugababes, The Sound Of Arrows) en varios de los temas, especialmente en el certero electropop del corte titular. Además de apuntar hacia la hipocresía y el absurdo del mundo del arte, el bueno/malo de Luke se erige aquí en cronista de la verdadera Inglaterra, alejada de las portadas de revista, la jarana londinense y el glamour: himnos a clubes de fútbol de segunda fila (‘Leeds United’ y sus rudos supporters norteños), a los vetustos adoradores del rock patrimonial reeditado hasta la náusea (‘The Heritage Rock Revolution’), a los hooligans de provincia (‘Fighting In The City Tonight’), a las discos light (‘The Walton Hop’) y a Gary Glitter, la estrella del glam-rock condenada por pederastia (‘Bad Reputation’). Este último personaje parece clave aquí, ya que el sonido de su segundo álbum de estudio propiamente dicho es claramente deudor de bandas como Sweet, T-Rex, Slade o The Glitter Band, un sonido al que ya homenajeó en el último álbum de The Auteurs. En general se trata de su disco más irregular de esta era, pero incluso así contiene temas memorables y nuevos destellos de su nueva identidad como anti-crooner, retratista de las vergüenzas ético-morales de su sociedad. Raúl Guillén.
Calificación: 7/10
Lo mejor: ‘Off My Rocker At The Art School Bop’, ‘Bad Reputation’, ‘The Heritage Rock Revolution’, ‘All The English Devils’.
Te gustará si te gusta: The Glitter Band, Slade, XTC.
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21st Century Man (2009): Coincidiendo con la edición de ‘Bad Vibes: Britpop and my part in its downfall’, su primera novela autobiográfica (en la que introducía al lector en el convulso mundo del pop británico de mediados de los 90 y, además de mostrar su neurosis, le daba lo suyo a Jarvis, Damon los Gallagher y casi cada artista de la época), Luke Haines publicó su tercer álbum de estudio. En él revela que nunca «murió» sino que emigró a un país tropical y allí permanece oculto entre la masa colonialista enfundado en su traje blanco y su sombrero panamá (explícitamente en ‘Our Man In Buenos Aires’). (Divertidos) cuentos aparte, Haines se muestra sin tapujos como un artista de mediana edad que asume que se le ha pasado el arroz para competir con veinteañeros en lo de hacer el mono en un escenario. Además de cantar al poético orgullo de extrarradio (‘Suburban Morning’) o denunciar el uso y abuso que su generación hizo de Londres antes de huir a las zonas residenciales (‘Love Letter To London’), Haines dedica este álbum a cantar e identificarse con artistas legendariamente antisociales y creadores de sus propias corrientes, como ‘Peter Hammill’ o ‘Klaus Kinski’ (prodigiosa canción) o el artista Hugo Ball, al que imita en la portada del álbum, y coronándolo con el tema titular: recomponiendo la historia de las cuatro últimas décadas del siglo XX a base de recuerdos propios, construye un canto a la esperanza en el nuevo siglo. Si en el anterior nos tragamos toda esa mierda, esto solo puede ir a mejor. Optimismo al estilo Haines.
Musicalmente, nos encontramos ante su álbum post-Auteurs más Auteurs, con cortes románticos y acústicos con un gran peso de los arreglos de cuerda y muy próximos al sonido de sus dos primeros discos, sin olvidar el sonido setentero de los últimos tiempos. Salvo dos cortes más regulares (‘White Konky Afro’ y ‘English Southern Man’), es un disco soberbio. El, en principio, anecdótico segundo CD incluido en su edición especial, ‘Achtung Mutha’, es una especie de novela radiofónica con música ambiental, un spoken-word que a posteriori ha explotado en su siguiente álbum. Raúl Guillén.
Calificación: 8/10
Lo mejor: ‘Klaus Kinski’, ‘Love Letter To London’, ‘Suburban Morning’, ’21st Century Man’, ‘Our Man In Buenos Aires’.
Te gustará si te gusta: ‘Now I’m A Cowboy’, The Kinks.
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9½ psychedelic meditations on British Wrestling of the 1970s and early ’80s (2011): A veces cuesta comentar un disco. Las canciones te pueden gustar, pueden estar bien. Pero, ¿qué dices? ¿Que te gustan? ¿Que están bien? Buscas toda la información que puedes para darle el toque de atracción que merece y piensas diferentes maneras de contarle a la gente que esos tipos anodinos que hacen canciones sobre cosas normales te tienen, inexplicablemente, atrapado. Vale, pues eso es justo lo contrario de lo que pasa con Luke Haines. Pocos compositores actuales pueden presumir de una personalidad tan marcada o de inspiraciones tan bizarras. Y más en este disco, cuyo descriptivo título bien parece más propio de una rebuscada tesis que de una colección de canciones. Pero lo es, y eso es lo importante. Más allá del talento de Haines para epatar una y otra vez y no dejar indiferente a nadie con cada nuevo disco o libro que saca al mercado, está su enorme capacidad de tocar la fibra con sus letras y melodías. Tras haber cerrado el proyecto Black Box Recorder en 2010, en esta ocasión se saca de la manga un álbum temático sobre la etapa más gloriosa (y televisada) de la lucha libre británica. Para la generación de Luke Haines, nombres como Mark Rocco, Kendo Nagasaki, Catweazle, Giant Haystacks, Adrian Street o Big Daddy deben de significar incluso más que para nosotros Rey Misterio, Batista, The Undertaker o Hulk Hogan.
El antiguo líder de los Auteurs no es el primero en estar fascinado por el concepto del «kayfabe» y la delgada línea entre la persona y el personaje en el wrestling, pero su aproximación al tema es realmente evocadora y propia de alguien tan aficionado como observador. De esa manera, Haines combina nostalgia, orgullo, melancolía y un punto de surrealismo con una extraña y cálida tristeza. Esa misma que envuelve a canciones como la destacable ‘Gorgeus George’ que, lejos de tratar sobre el mítico luchador norteamericano de los años 30 y 40, es un sentido homenaje a Gorgeus George Gillette, el manager del falso ninja Kendo Nagasaki. Esa misma tristeza que se va desgranado, poco a poco, en la delicada ‘I am Catweazle’, en la solemne ‘Haystack’s in Heaven’ o en la tragicómica ‘Big Daddy got a Casio VL-Tone’. Y es que la habilidad de Haines para construir hermosas canciones de pop tenebroso a partir de pequeños detalles parece estar más en forma incluso que su capacidad para sorprendernos. Carlos Úbeda.
Calificación: 8/10
Lo mejor: ‘Gorgeus George’, ‘Inside the restless of Rollerball Rocco’, ‘I am Catweazle’
Te gustará si te gusta: The Gothic Archies, Jarvis Cocker, los últimos MGMT, Luke Haines
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