Paradojas en el tercer disco de Bebe. La primera, en el título: ‘Qué carajo’ y ‘Compra_paga’ aparte, no estamos ante un álbum que se caracterice por ser muy rockero. La segunda, en su concepto: casi todo lo que suena en el disco es orgánico, pero estamos sin duda ante su obra más ambiciosa y avanzada. Y la tercera y menos importante desde el punto de vista artístico: cuanto más interesantes son los discos de Bebe menos interesan a la gente.
La cantante que después de ser multiplatino con ‘Pafuera telarañas’ desapareció cinco años antes de publicar una obra tan arisca e introspectiva como el tan reivindicado -no por las radios, sí por una minoría selecta– ‘Y.‘, da otro salto mortal, que habrían dicho unos incomprendidos Fangoria en los 90. La nueva idea de Bebe ha sido trasladarse al estudio de París del productor Renaud Letang, que casualmente había producido algunos de sus discos favoritos de Feist y Gonzales, para dar forma a unas canciones que pretendían ser anti-nanas y contienen gran parte de la inquietud de los tiempos que vivimos.
En su camino hacia un nuevo sonido, a veces a Bebe y a Renaud se les ha ido la mano de la modernidad, como sucede en ‘Me pintaré’, donde la canción no remata ni deja claro dónde conduce su tensión tribal, medio siniestra o sexual. Pero en general, ‘Un pokito de rocanrol’ es una sucesión de temas carismáticos, tan fáciles de recordar y personales que estoy seguro de que nadie se pondrá de acuerdo con sus favoritos.
Está ‘Compra_paga’, una trepidante canción sobre el capitalismo que nos hace entender por qué Bebe se ha hecho fan este verano de Pony Bravo. Está ‘Mi guapo’, que entre el R&B, el synthpop y lo latino, no puede encerrar más sensualidad ni ser más envolvente. Está ‘Der pelo’, con una base hipnótica y bailonga que esconde en realidad un componente violento y misterioso. Está ‘K.I.E.R.E.M.E.‘, con una percusión que es puro Timbaland, minimalista pero arrebatadora sobre todo en los estribillos. O está ‘ABC’, el corte que arranca el disco, también de plena actualidad: casi seis minutos que parecen tres a pesar de los cambios de ritmo, de tensión y distensión, de letra tan reivindicativa como divertida (de «No me acostumbro a que no se pueda beber en la calle» a «Estamos pa’ que nos encierren»).
‘Un pokito de rocanrol’ no es la obra maestra de Bebe -que ya llegará-, quizá porque todas las canciones tienen una fuerza tan saltona que el sobreanálisis es inevitable. ‘Yo fumo’, en principio hilarante, termina desinflándose probablemente porque carece de un componente autoparódico. ‘Adiós’, una canción mona sobre una despedida (algo así como su ‘Tenía tanto que darte’ particular) echa de menos un crescendo como el de precisamente ‘Yo fumo’, mientras que ‘Tilín’ pasa desapercibida y ‘Qué carajo’ se mueve entre lo irritante y lo adictivo, dependiendo del día. Sin embargo, es loable que todas cuenten con rasgos identificativos tanto individualmente como en el sentido de conjunto. El mejor ejemplo es ‘Sabrás’, la canción de desamor. Es fácil pensar que le sobra un minuto, pero es en ese minuto musical donde su crudeza conecta con la del resto del álbum, cerrando un buen concepto sonoro que sigue mostrando a una artista reconocible en sus virtudes (la espontaneidad de sus letras) y defectos (el remate de algunas letras), pero que a pesar de las contradicciones, resulta mucho más honesta y atrevida que la media. No me pierdo su siguiente episodio.
Calificación: 7,6/10
Lo mejor: ‘Compra_Paga’, ‘ABC’, ‘Mi guapo’, ‘K.I.E.R.E.M.E.’
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