Tras unos cuantos y notables discos que venían conformando una sólida carrera en solitario, da la sensación de que, previamente a la salida del conceptual ’22 Dreams’ (2008), Paul Weller tuvo una revelación que le indicaba que debía volverse un culo inquieto, que renovara su propuesta de algún modo. Es cierto que llevaba años acomodado en el rock soulero y retro con tintes psicodélicos, culminando en 2006 con el estupendo álbum en directo ‘Catch-Flame!’, pero nada le impedía continuar por ese camino, ya que le iba muy bien tal y como lo estaba haciendo.
La incomprensión y el misterio cesa en el punto en el que recordamos que Weller siempre ha sido inquieto, disolviendo a los Jam cuando gozaban de mayor popularidad y derivando el elegante pop-soul de Style Council hacia territorios cercanos a la música de club cuando el final de su proyecto con Mick Talbot se acercaba (de hecho ese álbum, ‘Modernism: A New Age’, fue el que acabó con la banda). De la conceptualidad y la ensoñación pasó a la brevedad y la rabia de ‘Wake Up The Nation‘ (2010), donde recordaba sus años con The Jam, reuniéndose incluso con Bruce Foxton (bajista del trío) para la grabación.
Hay sentimientos encontrados a la hora de evaluar ‘Sonik Kicks’, el nuevo álbum de Weller. Por un lado, y tras escuchar por enésima vez el citado ‘Catch-Flame!’ queda un gran deseo de que vuelva a facturar maravillas como ‘Up In Suze’s Room’ o ‘Peacock Suit’, pero por otro lado es inevitable orbitar alrededor de su nueva propuesta y aplaudir (una vez más) su duradera alergia al inmovilismo: en ‘Kicks’, con esa misma fugaz sensación que desprendía su predecesor, el eterno espíritu mod del de Woking y su amor por el soul y la psicodelia siguen presentes, pero vuelve a jugar con ellos en esta vuelta de tuerca en la que confluyen elementos electrónicos y kraut. Temas como ‘Green’, ‘Dragonfly’ o ‘Around The Lake’ son abanderados de este sonido, siempre con la melodía como pivote (eso, por suerte, nunca cambiará). Un collage instrumental como ‘Sleep Of The Serene’ sirve como enlace a canciones más «convencionales» como la acústica ‘By The Waters’, ornamentada por unos preciosos arreglos de cuerda para volver a la electrónica del single ‘That Dangerous Age’. Comentábamos que en ‘Sonik Kicks’ iba a haber también lugar para aires dub, los cuales hacen su aparición en una de las mejores del disco, la emotiva ‘Study In Blue’, cantada a dúo con su esposa Hannah. También es la composición más dilatada de todas con sus más de seis minutos y medio (no olvidemos que aquí prima la brevedad, y los temas se suceden fluctuando alrededor de los tres minutos o menos).
En ‘Drifters’, otra de las más destacables, recupera un poco la psicodelia guitarrera de hace unos años, recordándonos que podría volver a hacer un ‘As Is Now’ sin despeinarse. Por lo demás no inventa nada que no se hiciera ya en los noventa en cuanto a fusiones de rock, pop y electrónica, pero sí es un paso más en lo que a él se refiere y uno interesante. Sea lo que sea lo que pase por su mente y quiera que depare su futuro, pocos a su edad y con su estatus se atreven a tanto y encima logran acertar. Porque sí, acierta, ofrece un álbum excitante, con momentos tensos y bellos que, con cada nueva escucha, muestran detalles que se nos habían escapado, nuevas y agradables sorpresas. Admirable.
Calificación: 7’8/10
Lo mejor: ‘Study In Blue’, ‘Dragonfly’, ‘Around The Lake’, ‘Drifters’
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Escúchalo: The Guardian