Emeli Sandé no sólo acudió ayer a ‘El Hormiguero’ para recibir el rótulo «más escocesa que el whisky» e interpretar una versión acústica de ‘Heaven’ (que desde entonces ha subido al top 4 en iTunes). También acudía a una fiesta de Big Bad London de Beefeater junto a Baxter Dury y The Kooks, celebrada en el Corral de la Pacheca de Madrid, un lugar normalmente destinado al flamenco.
Emeli y su banda actuaron en segundo lugar a eso de las 23.15, arrancando con uno de los singles editados de ‘Our Version of Events‘, ‘Daddy’. Viéndola sobre un escenario en su primera actuación en nuestro país (antes había venido a Madrid para unas actividades relacionadas con su carrera de Medicina ya abandonada, como recordó en Twitter), uno se pregunta si será una leyenda urbana que estaba destinada en principio a componer para otros sin ni siquiera interpretar por su cuenta. Por sus tablas con sólo un disco a sus espaldas y su voz, parece una broma.
Su repertorio de unas seis canciones ante un público que sólo empieza a conocerla no se resintió del gran número de baladas que ocupan su disco y la que no entretenía por ser una monada, lo hacía por su magnífica labor vocal, ser interpretada de manera más acústica o por ser amenizada con sus amables intentos de hablar en castellano. Tras canciones como ‘Where I Sleep’, ‘Next To Me’, ‘Breaking The Law’ o ‘Suitcase’, su set se despidió con un arrollador ‘Heaven’, que después de seis meses parece que al fin tendrá el reconocimiento que merece en nuestro país. 8.
La marca de ginebras tuvo el detalle de llamar para este evento a un artista que no es el cantante de moda, ni una futura promesa, sino un cantautor consolidado en los medios especializados, pero de tradicional mala suerte en cuanto a público. Trajeado y acompañado también de una elegante banda, Baxter Dury apareció simpático y bromista sobre las 22.20 para interpretar cinco canciones de su repertorio.
No hubo grandes sorpresas para quienes lo vieran recientemente actuar en nuestro país. Arrancó con ‘Isabel’, con una fantástica ayuda de su corista; y después sonaron cortes pegadizos y juguetones a pesar de su compleja construcción, como ‘Claire’, ‘Trellic’, ‘Hotel in Brixton’ y ‘Cocaine Man’, que con sus eléctricas crecientes nos llevó hasta el final. Todos ellos, por cierto, acordes a los hits brit-poperos que sonaban entre concierto y concierto y a los que sólo tenía que envidiar el grado de popularidad. 8.
Las estrellas de la noche eran The Kooks, que a pesar de ir ya por su tercer disco, presentan aún una insultante juventud (parecen adolescentes). Su líder Luke Pritchard alterna constantemente una canción a la guitarra y otra sin tocar nada, lo que le permite acercarse al público cada dos por tres, provocando el júbilo de las primeras filas, quienes parecen disfrutar como niños de sus canciones sobre hacer el amor, beber alcohol y comer.
Su set, de 10 canciones, el más largo de la noche, agradeció la brevedad e inmediatez de hits como ‘Naïve’, con la que terminaron; de algún experimento electrónico medio dub tipo ‘Runaway’ (me pareció ver un teclista tocando para ellos entre bastidores); de canciones tarareables hasta para quienes las escuchan por primera vez, como ‘Do You Wanna’; y de cortes más glam, como ‘The Saboteur’, al piano, favorita de su setlist a pesar de no ir en ninguno de sus discos. 7.