Estamos acostumbrados a que en la música pop la familia ocupe un lugar destacado sólo para hablar de rebelión contra la misma o para utilizarla a tu antojo. Un grupo que había nacido en el underground pero se acercaba al mainstream como Cranberries se encontraba con todo tipo de ridiculizaciones por cantar algo como ‘Ode To My Family’. Nadie se habría imaginado algo así entonado por coetáneos como Oasis o Elastica, ¿verdad?
El género de cantautor, menos ácido y más emocional, es el que se suele prestar para reconocer el valor de nuestros padres sin parecer ñoños o conservadores, y por ello gente como Rufus Wainwright, Joan As Police Woman, más recientemente AC Newman o en España Sílvia Pérez Cruz han encontrado en él su vía para expresar el dolor sobre una pérdida. Es por eso quizá que ‘The Garden Room’, la «oda a su familia» de Alondra Bentley, es un disco más austero y tradicional y algo menos pop que su debut ‘Ashfield Avenue‘.
Desde su edición en 2009, muchas cosas buenas han sucedido a la cantautora de origen anglosajón afincada en Murcia y últimamente en Madrid. Ha tocado en todo tipo de festivales, también como telonera de gente tan dispar como Amaral o los Eels, ha sido nominada a premios, ha llegado a actuar en Reino Unido y ha sacado un álbum infantil, entre otras muchas anécdotas que quedan en el tintero. Las canciones de su nueva entrega ‘The Garden Room’ remiten a un costumbrismo con el que todo el mundo se puede identificar. Se sientan a mirar por la ventana, cuentan historias y echan las preocupaciones a dormir como sucede en el tema titular, pero sobre todo parecen marcadas por la muerte de la madre de la artista. Es este el más triste acontecimiento que aparece en la grave y emocionante ‘Dates to Remember’ y suyo es también el protagonismo evidentemente en ‘Motherhood’, donde es citada la nana popular ‘One for Sorrow’ que también aparecía en ‘Magpie’ de Patrick Wolf, allí entonada por Marianne Faithfull.
A pesar de todo, ‘The Garden Room’ no es un disco desgarrado, sino que Alondra parece haber sacado de su experiencia lo positivo: la suerte de haber podido contar con sus padres, abuelos y hermanas. Es significativo que el disco se cierre con un corte como ‘Autumn Rhyme’, que habla también sobre una pérdida, pero de la que se extrae lo bueno («Even though you don’t get / a call from me / don’t forget / everywhere I go / I keep a part of my mind / and a piece of my soul / all for you»). Más importante todavía, el aroma country de ‘One Friday Morning’, el tono despreocupado de ‘Don’t Worry Daddy’ y ‘My Sister And Me’ o las trompetas y coros taberneros de ‘Spring Rhyme’, irrumpiendo tras la sobriedad del punteo de la guitarra, sirven para rebajar el tono y amenizar el álbum, que pasa en un suspiro.
‘The Garden Room’, producido por su amigo Josh Rouse, es un disco que podría haber sido muchas cosas (un paso adelante en la comercialización de su sonido, una mayor exploración de las orquestaciones con que jugaba en su debut…), pero no es otra que la colección de canciones más honestas que han salido de las entrañas de Alondra Bentley en los últimos años.
Alondra Bentley presenta hoy 17 de octubre el disco en El Sol, Madrid.
Calificación: 7,4/10
Lo mejor: ‘Don’t Worry Daddy’, ‘My Sister and Me’, ‘Dates to Remember’
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