‘Fringe’, lo más ‘Lost’ desde ‘Lost’

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‘Fringe’, lo más ‘Lost’ desde ‘Lost’

Desde que se acabara ‘Lost’, o peor, desde que se anunciara que en 2010 acabaría ‘Lost’, la audiencia ha buscado un sustituto como vaca sin cencerro. Entre decepciones del tamaño de ‘Alcatraz‘, ‘Flashforward‘ o ‘Revolution‘, que a duras penas han aguantado / aguantarán una temporada en antena, destaca el caso ‘Fringe’, que el viernes pasado terminaba para siempre en Estados Unidos, eso sí, después de 5 temporadas que ya hubieran querido muchas series para poder ganarse el cariño del público.

La serie comenzaba en 2008 pareciendo un cruce algo cutre entre ‘Misterio para tres’, aquella ochentosidad en la que un trío raruno resolvía casos en torno a una tienda de antigüedades maldita, y ‘Expediente X’. Con ambas compartía el gusto por los fenómenos inexplicables, la ciencia ficción y la tensión sexual no resuelta entre sus (más o menos) bellos protagonista masculino y protagonista femenina. ‘Fringe’ nunca se ha deshecho de su toque kitsch (los capítulos de las posesiones y su doblaje, el episodio «animado», el simple uso de palabras como «Walternate»…), palpable especialmente en el personaje de Walter, el genio loco adicto al batido de fresa y a las drogas, de pocos escrúpulos y gusto por lo escatológico pero a la vez con un lado amable tipo «abuelo perfecto» bastante entrañable.

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Incluso con la sosez de Anna Torv, el trío imposible protagonista ha ido desarrollando con los años un incuestionable carisma, haciendo de la serie de JJ Abrams (también creador de ‘Lost’) una pequeña joya para fans del género, a pesar también de sus truquitos (¿en cuántos episodios hay una emboscada o similar 10 minutos antes del final?) y sobreanalizados problemas de guión. A medida que avanzaba la segunda temporada y llegábamos a la tercera, ‘Fringe’ crecía como pocos habrían esperado, constituyendo una serie no perfecta y pasto para los Emmy, pero sí increíblemente adictiva (de las de ver episodios de cuatro en cuatro).

Explorando como ‘Lost’ los saltos en el tiempo (utilizando una música además muy similar) y tratando de refilón temas como los universos paralelos, la serie ha logrado estirarse hasta 2013, también con algunos de los defectos de la serie de la isla. El «esto ya es demasiado» que inundaba las últimas temporadas de ‘Lost’ ha campado a sus anchas desde la mitad de la cuarta temporada de ‘Fringe’, ofreciendo una quinta mucho más torpe en ritmo, donde definitivamente se han echado de menos los capítulos autoconclusivos del principio entre tantísimo desfase.

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El último episodio doble ha sido una nueva muestra de lo peor (ese tiroteo completamente inverosímil) y lo mejor, pero donde su público ha podido terminar mucho más satisfecho que el de ‘Perdidos’. Con guiños a varios de los fenómenos «fringe» de las distintas temporadas, el regreso de algunos de sus protagonistas y un nada sutil pero bien recibido agradecimiento a los seguidores de la serie en forma de (doble) carta, los guionistas han entretenido sacrificando riesgo por emoción. Quizá escaldado por la falta de aceptación del final de ‘Lost’, su creador ha ofrecido esta vez un final menos laberíntico -en su complejidad-, más asumible para la masa, menos frustrante y, en definitiva, casi igual de lleno de detalles y autorreferencias como para que sus fans puedan defender el producto con orgullo y comprar los DVD’s, a pesar de que la serie haya hecho finalmente tan poquito ruido. 7,9.

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