Comentaba Ólöf Arnalds en su entrevista del año pasado con la publicación digital The Line of Best Fit que compone intuitivamente y que, a consecuencia de ello, no toca ningún instrumento “muy bien”. Sus declaraciones son propias de alguien que ha nacido para ser artista (al fin y al cabo ella es islandesa) pero Arnalds, desafortunadamente, no es una mente extraordinariamente prodigiosa. Su tercer trabajo discográfico, ‘Sudden Elevation’, el primero íntegramente en inglés de su carrera, lo demuestra.
‘Sudden Elevation’, presentado por el sencillo ‘A Little Grim’, sucede al aclamado debut de Arnalds publicado en 2007, ‘Við og Við’, y a ‘Innundir skinni’, lanzado tres años después, con el que la cantante adquirió mayor popularidad gracias en parte a la participación de la mismísima Björk en uno de sus temas, ‘Surrender’, de bonito acompañamiento visual. Una participación aquella de Björk exactamente al modo de Arnalds, es decir, intuitiva y por eso, o quizás pese a eso, efectiva, que nos lleva al núcleo del problema principal de este disco. ‘Sudden Elevation’ se mueve a medio camino entre lo bueno y lo malo de componer excesivamente desde el corazón, dando como resultado unas canciones profundamente honestas pero que parecen hermanas las unas de las otras.
Ólöf Arnalds cuenta con una idiosincrática voz que, tal y como la describió Björk, suena “a medias entre la de una niña y la de una anciana”. Se trata desde luego de un maravilloso piropo, al alcance de muy pocos y muy pocas. En ese aspecto, Arnalds ha recibido varias comparaciones con la siempre polémica Joanna Newsom, si bien encuentro más similitudes en su voz con la de otra compañera de escena, Josephine Foster, especialmente en los falsetes. Como es obvio, sin embargo, el de Foster es un don tan influido por la crudeza sureña de la América profunda de donde proviene, como el de Arnalds por la encantadora calidez esperable de una vocalista escandinava.
Son las particulares cualidades de su voz lo más destacable de ‘Sudden Elevation’, un disco producido con mimo tanto por Arnalds como por Skúli Svérrison (Laurie Anderson, Blonde Redhead, Jóhann Jóhannsson, la misma Ólöf), en el que la guitarra acústica de la islandesa es cien por cien predominante en cada una de las canciones, pero para el que también se han compuesto sutiles arreglos de cuerda (‘Onwards And Upwards’), percusión (‘German Fields’) o coros de acompañamiento como los de ‘Bright And Still’, de parte de su hermana Klára, o los de ‘Return Again’, de parte de su hermana Dagný. Svérrison contribuye asimismo con su guitarra eléctrica en algunos cortes.
Dice Arnalds que ‘Sudden Elevation’ supone, en cuanto a producción, un resumen de sus dos primeros trabajos y es verdad, pero las canciones, aunque siempre adorables, nunca pasan el marco de lo correcto ni siquiera cuando se percibe en ellas un sentimiento de tristeza, como en el tema titular. Ni siquiera melódicamente Arnalds está espléndida; quizás, solamente, en la estupenda composición que abre el álbum, ‘German Fields’, que trata sobre los misterios de la vida, pues el resto de canciones suena demasiado cortado por el mismo patrón como para que el oyente se acuerde de ellas una vez el disco ha terminado. Mención especial, no obstante, para ‘Perfect’, que cierra el disco a lo alto con una acertada superposición de los coros.
En resumen, ‘Sudden Elevation’ es un trabajo de pequeñas bonitas canciones salidas de esa composición intuitiva de la que hace práctica su autora, una manera de escribir música que resulta en canciones de una cálida honestidad, más reconfortante aún debido a la distintiva voz de Ólöf, pero que no conduce necesariamente hacia resultados más allá de lo simplemente correcto.
Calificación: 6/10
Lo mejor: ‘German Fields’, ‘A Little Grim’, ‘Perfect’
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Escúchalo: Deezer