He leído tantas cosas injustas sobre Carla Bruni que confieso que me encantaría hacer una crítica de ‘Little French Songs’ obviando por completo su vida pública durante los últimos cinco años, los que han pasado desde que se casara con Sarkozy y desde que de los pocos que nos tomábamos en serio su carrera artística quedásemos menos todavía. Sin embargo, no es posible abstraerse de lo que ha sido su vida social durante estos años porque ella misma dice que no sabe sobre qué cantar si no es sobre su vida, y el ex presidente de la República Francesa es claramente el destinatario de canciones de amor como ‘Mon Raymond’. De hecho, ahora Carla dice que tras este tema a veces le llama así en la intimidad. Sería muy chungo encontrar entrañable esta anécdota protagonizada por alguien con el careto y el pasado político de Nicolas, y es bizarro encontrarse con este pastel en un disco de pop, pero con las escuchas uno logra abstraerse y disfrutar de esta canción jazzie que hasta resulta -glups- sexy, lo prometo.
‘Little French Songs’ vuelve a ser otro disco, como su propio nombre indica, pequeño, sin grandes pretensiones ni grandilocuencias, en el que se asoman sutiles arreglos aportados sabiamente por músicos como el violonchelista y bajista Vincent Ségal (Georges Moustaki, Elvis Costello), el guitarrista Sébastien Martel (Camille, Morcheeba), el guitarrista y violinista Freddy Koella (Bob Dylan) o Ballaké Sissoko a la kora. Bruni escribió un puñado de canciones en 2010 y fue trabajando en 22 de ellas que ha reducido a 11 más 2 destacables bonus tracks hasta dar con el tracklist deseado, que por cierto es diferente según la edición (iTunes y Deezer presentan uno; Spotify y Fnac, otro; todos son oficiales).
Brassens, Édith Piaf, Serge Gainsbourg o Brel son algunas de las personas que aparecen citadas en el tema titular del disco y es claro el camino que ha vuelto a querer tomar Carla: el lado más intimista de la chanson, despojada del afán experimental o ambicioso de un Biolay. La italiana está tan enamorada de la vertiente más evocadora de la música de este país que entrega una de sus melodías más emocionantes a un corte llamado ‘Dolce Francia’, una delicada composición con una parte hablada que sirve además para que la cantada parezca mejor. El álbum se abre con otra rendición al amor después de varios años de tristeza llamada ‘J’arrive à toi’ y piezas como ‘Darling’ siguen una línea costumbrista similar.
El carácter desenfadado de ‘Little French Songs’ se confirma con la presentación del mismo con el single ‘Chez Keith et Anita‘, dedicado a Keith Richards y su novia durante parte de los 60 y los 70; con cortes tan graciosos como ese rap de ex primera dama llamado ‘Pas une dame’, o cuando el disco decide cerrarse con ‘Le Pingouin’, ese tema satírico («has sido desenmascarado», «tenías que ser tan malo») que todo el mundo ha interpretado que está dedicado a Hollande aunque ella lo niega. Hasta hay una pista llamada ‘Liberté’… ¡qué valor!
Entre pitos y flautas ‘Little French Songs’ es un disco de lo más entretenido al que es muy difícil poner algún pero. Quizá que resulte algo blando, ¿pero sabéis qué es lo peor? Que apuesto a que se debe a que de la felicidad y la paz es difícil que salgan interpretaciones que marquen tanto como ‘Le ciel dans une chambre’… Sí, lo de «Raymond» va en serio.
Calificación: 7,5/10
Lo mejor: ‘Chez Keith et Anita’, ‘Dolce Francia’, ‘Mon Raymond’
Te gustará si te gusta: la chanson más intimista
Escúchalo: Deezer