Michel Rabagliati / Paul en Quebec: En esta aventura de Paul, tras la edición de dos en Fulgencio Pimentel y más recientemente una tercera y cuarta en Astiberri, nos encontramos con una situación -hacer frente a la enfermedad y muerte de un ser querido- desde dos puntos de vista: de primeras una perspectiva de adultos principalmente, pero con una segunda que aporta una mirada infantil sin apenas darnos cuenta -he aquí lo más brillante- gracias a la hija de Paul. Un personaje que sin necesidad de intrigas ni diálogos espectaculares quedará para siempre tras este nuevo capítulo autobiográfico de Michel Rabagliati, como siempre bajo el álter ego de Paul y sus reconocibles cejas arqueadas.
En esta quinta entrega el canadiense sigue manteniendo el mismo estilo, como si se hubiera encasillado en una categoría muy personal, deudora de los tebeos y de las ilustraciones franco-belgas. Un sello que le distingue y que salvo en la excepción de ‘Paul se muda’, algo menos apasionado, sigue elevando al cubo un trazo en el dibujo tan firme como el guión. Una narrativa que siempre marca cierta métrica musical, dejando ver un ritmo que se muestra confiado ante la complejidad. Su destreza le llevó a ser seleccionado en 2010 por el Festival Internacional de Angoulême y conseguir el premio del Público de esa misma edición por ‘Paul en Quebec’.
Calificación: 8,5/10
Lo mejor: No entrar en ningún momento en el sentimentalismo grimoso. La capacidad estilística de un estilo sencillo en lo visual y en lo narrativo, que funciona por saber dosificar el humor y conservar la ilusión tras momentos dolorosos.
Lo peor: El retraso de su publicación en nuestro país, casi 4 años. No querer que acabe, a pesar de asistir a la agonía de una enfermedad.
Anthony Pastor / Castilla Drive: Estamos ante una novela gráfica negra muy poco habitual. No por un resultado desigual, ni por un entramado de confusiones o por unos personajes poco universales. Tampoco por un dibujo en color falto de recursos. Todo se reduce a reproducir las virtudes más tradicionales del género policíaco, pero con la novedad de ofrecer un universo femenino cercano a la comedia almodovariana.
La protagonista de ‘Castilla Drive’ es una mujer que decide continuar con el negocio de investigador privado que su marido abandona. Una agencia en la que no hay casos muy complejos hasta que Osvaldo Brown aparece tras ser herido de bala, de una forma bastante inesperada, sin tener enemigos aparentes y con el temor de que su verdugo lo vuelva a intentar, buscando esta vez no fallar el disparo.
Su autor, el francés Anthony Pastor, de madre gala y padre español, se siente primerizo tras la publicación de su cuarto trabajo, pero el primero en castellano. Y es que en ‘Castilla Drive’, no solo en el título, el creador parece disfrutar cruzando la frontera entre el inglés y el español. Además de la ambientación predominantemente americana, el lector visualizará aspectos que sin problemas se podrían localizar en la meseta castellana.
Calificación: 7,5/10
Lo mejor: El realismo de las imágenes y la apreciable decisión de dar un colorido de tonos ligeramente cálidos, en contraste con el acostumbrado blanco y negro en el género policíaco.
Lo peor: Aunque en realidad estamos ante una historia de personajes y la evolución de la trama entretiene, se echa en falta algo de fuerza en la intriga.
Jason – Vehlmann / La isla de los cien mil muertos: El noruego John Arne Saeteroy (Jason), en su primera colaboración con un guionista, ha encontrado en el francés Fabien Vehlmann un cambio de dirección para sus personajes, siempre con cuerpos humanos y con cabezas de distintos animales. Una aportación a su obra que sin llegar a ser memorable, sí resulta bastante complementaria, alejando nubarrones, manteniendo un inalterable estado de gracia y fulminando la puntilla para autores con numerosos títulos publicados de “obra menor”.
Estamos ante un cómic de piratas en el que bajo la apariencia de una historia de aventuras, late un pequeño drama y alguna comedia. Gwenny es una niña que está dispuesta a embarcarse rumbo a una isla para buscar el legendario tesoro, aunque realmente la idea es encontrar a su padre o saber qué ha sido de él. Allí descubrirá una escuela cuya actividad pone la nota de humor negro habitual en los trabajos de Jason, junto a la tripulación de marineros que la acompaña. Apelando a un equilibrio de intrigas muy sutil y manteniendo un estilo inconfundible, en ‘La isla de los cien mil muertos’, Jason detalla a la perfección con su personal trazo y el colorido de las viñetas, una acción que consigue sacar buen partido de una aventura clásica.
Calificación: 7/10
Lo mejor: Para el lector que no esté acostumbrado a leer cómics puede ser un buen comienzo, además de descubrir a un autor que genera adicción.
Lo peor: Para el lector acostumbrado a leer cómics puede saber a poco, aunque seguirá siendo fan del autor.
Jim Woodring / La cuerda del laúd: Da igual que las historietas de Frank sean como grabados en blanco y negro, o por el contrario, a todo color como un parque de atracciones recién inaugurado. El primer efecto paralizante que provocan, tan solo por un instante, llega al nivel físico. El segundo es un misterioso poder hipnótico, que bien podría durar una eternidad, por unas imágenes sin movimiento y siempre exentas de diálogos, que exploran galerías de un mundo surreal donde todo es posible. Un laberinto de corredores subterráneos donde el bien y el mal cambian de forma a cada momento, y el ansia y el desinterés dan origen y final a una circular dictadura de luces y sombras.
Tanto en este recopilatorio de historias cortas, como en el primer ‘Frank‘ (con prólogo de Francis Ford Coppola), o en el segundo ‘Filigranas del clima‘ (el más sencillo y fácil de comprender), se nos abre una puerta de primeros planos con pocas diferencias entre sí. En esta última entrega el coloreado está más presente, sin hacer sombra al habitual blanco y negro. Jim Woodring, más que ilustrar, otorga un enfoque que despertará más el inconsciente o inducirá a un sueño en el que es imposible hacer pie. Un ángulo esotérico el de todos y cada uno de sus personajes, idílico sobre el papel, pero inquietante si nos los encontramos en un callejón oscuro.
La consigna tozuda de Fulgencio Pimentel con sus publicaciones sigue inalterable. Si la marca de la casa es cuidar y ofrecer algo más en la mayoría de su catálogo, con ‘La cuerda del laúd’ no ha sido menos. Han incorporado una entrevista a Woodring, fotografías de algunos de los juguetes fabricados e inspirados en la obra del autor con información adicional y, para rematar como objeto de deseo, más de 60 páginas de historietas no publicadas en el mercado americano.
Calificación: 9/10
Lo mejor: No se parece, ni es comparable a nada que hayamos visto. Conseguir la misma abstracción con el uso del color que sin él.
Lo peor: Que pase inadvertido para el lector y su reconocimiento llegue pasado el tiempo.
Zidrou-Oriol / La piel del oso: Acaba de conseguir el premio al autor revelación en la recién Salón del Cómic de Barcelona. Oriol Hernández, como dibujante, junto al guionista Zidrou, firman un trabajo sobre mafia y gángsters. Una historia con los ingredientes típicos de venganzas, traiciones y violencia. Con la salvedad de una narración en sintonía con las ilustraciones, transmite visualmente un concepto simplista pero muy equilibrado con respecto a un guión que, sin ser complejo, va dosificando sentimientos como perfecta estrategia de suspense. Sin haber inventado nada nuevo, el realismo sosegado y la sensación de búsqueda se van alternando hasta el final, sin necesidad de giros sorprendentes ni efectos pirotécnicos.
Amadeo es un joven que tiene por rutina leer el horóscopo a un anciano Don Palermo. Ambientada en un pueblo de Italia, la relación entre ambos descubre una vieja historia de amor, el peso del paso del tiempo y el precio de la amistad.
Calificación: 7/10
Lo mejor: El dibujo y el color personal de cada uno de los personajes.
Lo peor: Puede dar cierta pereza, no parecer entretenido y generar poco atractivo por su temática.