A sus veinticinco años Rihanna va ya por la quinta gira de su carrera. ‘Diamonds World Tour’, la última, que está llenando estadios (sí, estadios) allá por donde va, aterrizó anoche en el Palau Sant Jordi de Barcelona de nuevo testificando el formidable éxito de la barbadense, que en uno de esos casos extraños en la historia del pop reciente, va a más y más, imparable, a cada nuevo lanzamiento.
La pareja de DJs proveniente de Miami GTA, compuesta por Matthew Van Toth y Julio Mejia, hizo de telonera iniciando la velada con un contundente DJ set en el que no faltaron potentísimos ritmos house, dubstep o tecno, es decir, lo que el público quería oír, pero tan largo que uno de los técnicos hubo de salir a pedirles que terminaran. Cayeron remezclas bastante curiosas de temas como ‘Scream & Shout’ de will.I.am, ‘Die Young’ de Ke$ha o ‘Another Brick In the Wall’ de Pink Floyd y el sonido, si bien inmejorablemente nítido, quizás fue estridente de más.
Tras una larguísima espera de más de una hora y media Rihanna apareció en el escenario cubierta por una capa negra. Con la solemne ‘Mother Mary’, un inicio de show caprichoso pero efectivo para endiosar su figura dentro del Palau, Rihanna abrió un espectáculo que, a diferencia del de otras artistas similares, no contó con hilo narrativo alguno, sino que se dividió por géneros o estilos. Así, la primera parte del show, ya con su banda y bailarinas de acompañamiento, se compuso por algunos de los temas más urban de la cantante, entre los que destacaron los lujuriosos ‘Cockiness (Love It)’ y ‘Birthday Cake’, el nuevo single ‘Pour It Up’ (“esta es una de mis canciones favoritas del momento”, dijo) o el vigoroso ‘Numb’, con una de las bases más poderosas del show y que suplió la ausencia de Eminem gracias a un impresionante solo de guitarra final, no cercano al heavy, sino heavy tal cual.
Rihanna alternó estos momentos y otros a lo largo de la noche con sus característicos bailes, poses y, sí, voces pregrabadas, un movimiento completamente comprensible en este tipo de espectáculos pero que tampoco se notó tanto, primero porque fueron momentos contados y estratégicos, y segundo porque la chica en realidad cantó muy bien. En ese aspecto no destacó el segundo bloque del show, el reggae, con piezas como ‘Man Down’, ‘No Love Allowed’ (en la que sí ofreció preciosas improvisaciones vocales hacia el final) o por supuesto los súper hits ‘What’s My Name’ y ‘Rude Boy’, que sonó un poco mal, pero sí el tercero, esta vez sin un estilo particular que le diera coherencia al conjunto.
El tercer bloque del show fue no obstante uno de los momentos más brillantes de la noche y no por ‘Umbrella’, que Rihanna se ventiló rápidamente como si no si fuera la canción de su vida (¿se habrá cansado de ella?) ni por la atronadora ‘Jump’, a la que acompañaron espectaculares ráfagas de fuego, sino por ‘What Now’, una de las grandes canciones de su último álbum y el tema estrella de este set gracias a la calidad de la melodía y de la interpretación de Rihanna, a la que no hizo falta jurarnos que le apasiona el tema. Supuso además un bonito momento de sinergia entre la caribeña y su público, al que encargó el sentido “what now” del estribillo, que vociferado por casi 24.000 personas, no quedó nada mal.
Más sentida, eso sí, fue la siguiente parte del concierto, dedicada a las baladas y por tanto al lucimiento de la cantante, que vestida con un hermoso vestido rojo y posada en medio del escenario, aprovechó muy bien la oportunidad desplegando alguno de sus mejores temas lentos. Fue en un medley en el que cayeron hits como ‘Take a Bow’ o ‘Love The Way You Lie, Pt. II’, pero también favoritas de los fans como las hermosas ‘Loveeeeeee Song’, que fue el momento más elegante de toda la noche, o ‘Cold Case Love’. ¿Y dónde estaba Bisbal para unirse a Rihanna en ‘Hate That I Love You’?
Después del momento introspectivo de la velada llegaron los grandes hits dance. ‘We Found Love’ fue, cómo no, celebrada, bailada y cantada eufóricamente, pero el sonido fue un poco cuadro. El de ‘S&M’, ‘Only Girl (In the World)’ y ‘Don’t Stop The Music’ también, pero lo peor fue que fueran incluidas en un medley y no se les dedicara el tiempo merecido. ¿Por qué ‘ROCKSTAR 101’ sí y esos temas no? En cualquier caso, ‘Where Have You Been’ fue otro de los momentos álgidos del concierto gracias a ese ya clásico “I’ve been everywhere” y sobre todo a esa tensión liberada solo al final tan excitante.
Rihanna cerró su show con dos hits más, los tan esperados ‘Stay’, maravilloso en vivo, sin más, y ‘Diamonds’, que no sonó tan chusca como en disco pero casi. De todas formas, un cierre espectacular que te hace pensar en la de gente que se habrá dicho “ah, ¿pero esta también es de Rihanna?”. Porque con la gran cantidad de éxitos que acumula Rihanna en su repertorio aún faltaron algunos: ‘Cheers (Drink to That)’, ‘Who’s That Chick’, ‘Right Now’ (futura canción del verano), ‘SOS’, ‘Unfaithful’ o ‘Disturbia’ se echaron de menos, por decir algo. No se puede decir que Rihanna sea una artista completa (baila como puede y a veces se ahoga cantando o no llega a las notas altas), pero sí consigue suplir algunas de sus limitaciones gracias a su encantadora arrogancia y sobre todo a un repertorio de más de veinte temas cuya mitad son todo exitazos.
Foto: LiveNation (Bilbao)