Las crónicas que llegaban desde Cannes hablaban de ‘El azul es un color cálido (La Vie d’Adèle)’, la película ganadora del festival, como una historia mil veces contada, incluso tópica, pero que gracias a la puesta en escena, a una precisa utilización de los recursos estilísticos, era capaz de trascender ese material de partida y generar una obra de fuerte calado emocional.
Pues bien, si hacemos caso a las crónicas, el director Abdellatif Kechiche “ha clavado” la adaptación de esta novela gráfica. La BD escrita y dibujada por la joven Julie Maroh (que ha criticado la película desde un punto de vista ideológico) es precisamente así: no destaca por lo que cuenta, sino por cómo lo cuenta. El despertar homosexual de una adolescente y su relación con una chica de cabellos azules no sobresale precisamente por su originalidad. Lo hemos visto y leído muchas veces. Lo que hace que ‘El azul es un color cálido’ (Dibbuks) se eleve por encima de su argumento es la forma que tiene su autora de contarnos esa historia.
Lo que más llama la atención del cómic es el uso del color. El azul es el leitmotiv de la obra, el color que tiñe los recuerdos en blanco y negro de la protagonista (la historia está narrada en forma de flashback). Con ‘La bebedora de absenta’ de Picasso como uno de los principales referentes iconográficos (pag. 87), la autora dota al azul de un valor simbólico. Es el color del amor, de las pasiones, de las emociones. Es el color del diario donde la adolescente expresa sus sentimientos, el color del jersey del primer chico que le gusta, y el color de los ojos y los cabellos de la mujer que cambiará su vida. Un color que sirve como forma de transmitir sus sentimientos y como termómetro emocional de su relación amorosa.
En cuanto al dibujo, no es especialmente notable, pero sí muy eficaz y cercano, de un naturalismo perfecto para facilitar la identificación con el lector. La autora utiliza con habilidad las viñetas con planos-detalle: manos, bocas, ojos… Miradas y gestos de influencia manga que aumentan la carga emotiva del relato. Además, a pesar de ser un cómic con un fuerte componente ideológico, denunciando los prejuicios sociales ante la homosexualidad femenina, el mensaje no está nunca en primer término, sino que surge de la propia historia, de las dificultades que encuentra la protagonista para aceptarse y ser aceptada. En suma, una conmovedora historia de amor, del primer amor, sobre un fondo de denuncia y análisis social. 8.