Miles Kane publicó en junio ‘Don’t Forget Who You Are‘, un atractivo disco de recio y clásico pop-rock británico. Va a ser la figura principal del tradicional concierto del BAM en la Antiga Fàbrica Damm en Barcelona y está recibiendo a la prensa en el backstage callejero improvisado tras el escenario. Miles es casi una aparición del pasado, como si el Paul Weller de 1977 se hubiera trasladado hasta aquí con la máquina del tiempo: un muchacho filiforme con maneras de golfillo encantador, enfundado en pitillos, polo Merck y gafas de sol vintage. Está a punto de empezar el otoño y hace un calor de mil demonios, el sol cae a plomo y la sombrilla no parece que alcance para protegernos a los dos.
Mi primera pregunta es sobre la diferencia entre los dos discos. ‘Colour of the trap’ era más sentimental, pero este suena bastante más hedonista.
Sí, este disco es más homogéneo, su objetivo es hacerte sentir bien; básicamente es un disco para salir el sábado noche, para tocar en directo, para que la gente pueda cantar contigo. Las canciones del primer disco vinieron en un momento de mi vida quizás algo más bajo, aunque ya había temas como ‘Come closer’ o ‘Inhaler’, más enérgicos. Quería un disco que fuera todo así. Estuve de gira un año y medio y esas canciones en directo quedaban muy bien. Los temas de este último disco vienen de ahí: de ese movimiento, de esa energía, del público increíble, y quería que todo el disco reflejara ese sentimiento. Quería un disco poderoso y que la gente pudiera cantar.
De hecho, en Benicàssim tuviste un gran éxito: una audiencia entusiasmada con pancartas donde se leía “Miles is the king”. ¿Cómo te sentiste?
¡Como el rey! (Ríe). Fue mi segunda vez en Benicàssim, pero esta vez fue todo mucho más grande. Me sentí genial.
Y el título, ‘Don’t Forget Who You Are’, es tu lema personal ahora mismo?
Tengo 27 años ahora, supongo que es ese momento en que ya eres un hombre. Volqué un montón de cosas de mi vida en este disco: acabar una gira, apasionarte con lo que estás haciendo, enamorarte, tener un montón de experiencias, hacerte famoso… en esos momentos puede ser muy fácil asustarte y tirar para no sé dónde pensando: “¿y ahora qué hago?”. Tienes a tu alrededor un montón de gente haciéndote la pelota, puedes perder la cabeza, puedes dedicarte sólo a perseguir la fama. Y en ese momento piensas que lo importante no es el éxito que tienes. Puedes llegar a ser una gran estrella pero eso no cambia quién eres realmente.
¿Y la foto de la portada, delante de una carnicería…?
Sí, es la de mi madre.
¿Sí? Me imaginaba que sería algo de familia, pero no estaba segura.
Sí, solía trabajar allí cuando era un crío. Puedes ver a mi madre y a una de mis tías al fondo. Iba allí a trabajar cuando salía de la escuela. Tiene todo el sentido que la foto sea allí.
El título también parece que haga alusión no sólo a tus orígenes personales sino también musicales. Tu aspecto y tu música remiten mucho al pasado, pareces siempre rendir homenaje a gran parte del pop-rock británico de los sesenta y setenta, sin esconder para nada tus influencias.
Sé perfectamente lo que me gusta y por qué me gusta, supongo que habrá gente que no lo tendrá tan claro. Yo crecí con eso y supongo que se nota en mi imagen, en la manera que tengo de cantar y tocar la guitarra. Todo eso lo he aprendido escuchando discos, viendo videoclips, actuaciones en la tele, películas del oeste… Esas cosas que amaba de crío las sigo amando ahora. También mi madre fue una gran influencia; era una gran fan de Bowie en su adolescencia. Siempre ponía los Four Tops, Mozart, The Temptations, Diana Ross, cosas así y cuando era pequeño pensaba “¡Wow! Esta música sí que es «cool»” y me hacía sentir genial.
¿Crees que ahora se ha perdido esa fuerza en la música?
No, porque sigue siendo muy fácil escuchar música rock, puedes oír mis canciones en la radio junto a las de Rihanna, por ejemplo. Sería muy fácil decir que es algo irónico… pero es que la música pop “hortera” siempre ha estado ahí y los grupos de chicos manufacturados en un reality van a seguir apareciendo, es una tontería luchar contra ello. Pero aunque la sensación sea que a la mayoría de gente le gusta esta música más “prefabricada”, también siguen surgiendo grandes bandas y eso para mí es lo real: el trabajo duro. Yo monté The Little Flames cuando tenía 17 años, hace diez, y a día de hoy aún me siento como si estuviera empezando cada día. Aunque parezca que toda la música de ahora sean productos manufacturados, realmente esa energía no se ha perdido. Yo espero seguir teniéndola cuando tenga más de cincuenta.
¿Y qué tal fue trabajar con Paul Weller?
Fantástico. Es uno de mis héroes. Veía a The Jam en DVD’s y en vídeos, amaba su música, su agresividad y rabia tocando. Cuando era más joven imitaba esa manera de actuar, sentía esa furia (hace ver que toca la guitarra de manera vehemente)… de hecho, aún la siento cuando estoy en el escenario. Nos conocimos, conectamos y ahora es un buen amigo, me anima mucho, me da mucha confianza, es un tipo encantador. Me inspira. Con 55 años tiene mucha más energía que yo, continúa teniendo las mismas ganas de cuando tenía veinte y sigue sacando discos maravillosos.
¿Es tan importante para ti tu look como tu música?
Sí, creo que sí. Me gusta la ropa, pero no es algo tan deliberado, me pongo lo que me gusta y me hace sentir bien. Me gusta estar en el escenario y tener el aspecto que quiero tener… y oye, ¿no hace demasiado calor dónde estás? (NdE: En este momento, el sol me está dando de lleno en la espalda y realmente me estoy asando). Tu espalda debe de estar ardiendo, ponte mejor en la sombra.
Gracias. En este disco sigues co-escribiendo tus canciones. ¿No te sientes lo suficientemente seguro como para hacer un disco completo en solitario o es que prefieres escribir con colaboradores?
Todo este disco lo he hecho con Paul Weller, con Andy Patridge (XTC), Ian Broudie (The Lighting Seeds), gente con la que me encanta trabajar, que ya conoces y sabes en qué canción te pueden ayudar. Sí que tengo temas que son completamente míos, como ‘Come Closer’; es decir, que puedo componer completamente solo… pero es que cuando estoy solo a veces me distraigo demasiado, salto de una cosa a otra, ¿sabes? Y necesito a alguien que me saque de ahí.
Y ahora toca el turno de las preguntas sobre The Last Shadow Puppets. ¿Vais a sacar nuevo material?
Probablemente algún día. Nos gustaría, tenlo por seguro.
Pero… ¿no puedes darme una fecha o algo?
El próximo jueves (risas). Estamos muy ocupados, nos encantaría, pero tenemos que ver por dónde van las cosas y escribir unas cuantas canciones primero.
Tocaste con Arctic Monkeys ‘505’ en Glastonbury y en Benicàssim, con lo que veo que seguís teniendo buena relación. ¿Habláis del grupo tú y Alex?
Oh, sí, hablamos, realmente hablamos de ello, pensamos mucho en ello, pero hace falta tiempo (NdE: y no le logro sacar más).
Esta mañana has escrito en tu Twitter: “Barcelona it’s time to make love”. ¿Qué…?
Venga, quítate la ropa (ríe)
(Haciéndome la escandalizada) ¿Aquí en mitad de la calle?
Nadie nos está mirando…
Bueno, ¿qué debemos esperar?
Es mi primer concierto en solitario en Barcelona. La primera vez vine de telonero de Arctic Monkeys. No sé qué esperar. No sé si va a venir alguien. ¿Conocen mi música?
Estos conciertos suelen estar a rebosar de gente. Además, hace un rato había unos seis chavales ya esperando en la primera fila…
¿Seis sólo? (lo dice como afligido). Bueno, supongo que eso está bien…
No sé si me está tomando un poco el pelo, porque apenas son las cuatro de la tarde y el concierto va a empezar a las 21.30h. Antes de marcharnos, Miles me explica que va a volver a Barcelona, a Razzmatazz (4 de noviembre, también estará el 5 en Bilbao y el 7 en Madrid). Esa noche, en la calle Rosselló, Miles ofrece un concierto contundente y convincente. Y, aunque para variar, intentar acercarse al escenario es prácticamente imposible, sí que hay menos gente de la habitual. Pero eso es más mérito del puente (el martes es festivo en Barcelona) que demérito suyo.