Pearl Jam son una de las bandas que mejor han sabido sobrellevar un éxito temprano. Tras publicar un debut incontestable, podían haber sido engullidos por la maquinaria que movía la moda grunge, pero los de Seattle se aferraron a sus ideales y lucharon por mantenerse vivos durante el resto de la década de los 90, reto que superaron con creces para proseguir y lograr mantenerse con vida en la siguiente, que cerraban con ‘Backspacer’ (2009), su último álbum de estudio hasta la fecha. Pocas cosas malas se pueden decir de los discos que sacaron en su primera década. Habrá quien diga que ‘Yield’ (1997) no está a la altura del resto de la discografía noventera de la formación de Eddie Vedder, pero un álbum con temazos como ‘Wishlist’, ‘Do The Evolution’ o ‘Given To Fly’, piezas fundamentales de muchos de sus shows, no puede bajar del notable. Lo que sí es cierto es que a partir de ‘Binaural’ (2000), en el que insistían con la fórmula del citado ‘Yield’, el sonido de los de Seattle pasó a ser bastante genérico y después no hicieron sino repetir un álbum tras otro: canciones furiosas y rockeras por un lado y baladas y medios tiempos introspectivos por otro, pero todo sin demasiada inspiración, sin demasiado riesgo, rigiéndose por lo que dicta su libro de instrucciones y poco más.
Aunque en 2010 celebraban veinte años de existencia, en lo que se refiere a creatividad, no debían de tener mucho que celebrar al mirar atrás y contemplar su segunda década como banda. La prueba más clara de ello es que en sus últimos conciertos apenas podemos escuchar temas de ‘Riot Act’ (2002), ‘Pearl Jam’ (2006) o el mismo ‘Backspacer’, recuperando una o dos canciones y ni siquiera los singles en ocasiones. Es indudable que en vivo siguen siendo asombrosos, con una energía que ya quisieran muchos a su edad, pero en el estudio no parecen levantar cabeza. ‘Lightning Bolt’, su décimo álbum, viene a romper esa maldición, aunque no lo acaba de lograr del todo. Anticipos como la punkrockera ‘Mind Your Manners‘ o la delicada ‘Sirens‘ apuntaban bastante bien y una primera escucha del disco deja buenas sensaciones, pero finalmente queda ligado a sus predecesores más inmediatos: sucesivas escuchas evidencian cierta falta de inspiración y de piloto automático en más de un corte.
La prueba para medir con un rasero más o menos justo es sencilla: ¿cuántos temas calan realmente hondo tras darle vueltas y vueltas a ‘Lightning Bolt? No tantos como parecía en un principio. Si quitamos los dos mejores, es decir, los ya citados ‘Mind Your Manners’ y especialmente ‘Sirens’ (medio tiempo intenso y con una melodía lograda tras tantos años de vacuidad en este tipo de pistas), cuesta destacar un tercer o cuarto ariete. En la primera mitad del álbum mantienen el tipo con otros cortes como el inicial ‘Getaway’, ‘My Father’s Son’ o el tema titular, sacados adelante con garra y oficio, pero hacia la segunda mitad se desinflan irremediablemente en un conjunto de baladas y medios tiempos bastante sosos, del que despiertan con las salvables ‘Swallowed Whole’ y ‘Let The Records Play’. Nos vendían un álbum furioso con un título furioso y un primer single desgarrador, pero en realidad vendían humo. Da mucha rabia que se vuelvan a quedar a medias, porque prometían bastante en una primera mitad del álbum más que decente, pero vuelven a quedarse a medio camino y ya van demasiadas veces sucediendo lo mismo. Por ser un poco positivos, ‘Lightning Bolt’ queda un peldaño por encima de su discografía reciente, así que tal vez se recuperen del todo en próximas ediciones. Por ahora, a disfrutar de su directo, si se dignan a visitarnos.
Calificación: 6/10
Lo mejor: ‘Sirens’, ‘Mind Your Manners’, ‘Getaway’, ‘My Father’s Son’.
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Escúchalo: Deezer