El nuevo lanzamiento conjunto de Sílvia Pérez Cruz y Raül Fernandez Miró, ‘granada‘, ha estado envuelto en cierto secretismo y los más de 1.500 espectadores que llenaron el Teatro Tívoli de Barcelona el pasado 25 de abril acudíamos con cierta incertidumbre, pese a que la intérprete y creadora de Calella ya nos había revelado que quería grabar, con espíritu urgente, un disco de versiones junto a Refree. Al final parece que la grabación se ha dilatado bastante más de lo planeado, pero el día 6 de mayo tendremos en las manos ese ‘granada’ (con minúscula).
A la espera del resultado del trabajo de estudio (que ya se puede comprar anticipadamente y conocer su tracklist), su directo sirvió para revelar buena parte de sus secretos y mostrar el enfoque personal y a veces insólito que la pareja ha dado a un cancionero absolutamente heterodoxo y desprejuiciado, que parece poner acento en la universalidad de la música, de su carácter unificador. Así, el dúo interpretó durante algo más de dos horas y sin más ayuda que la de su equipo técnico un repertorio que, además de temas que llevan tiempo trabajando y ya conocíamos, como ‘Corrandes de l’exili’ de Lluis Llach y ‘Gallo rojo, gallo negro’ de Chicho Sánchez Ferlosio, es capaz de hacer convivir en perfecta armonía a Maria del Mar Bonet, Enrique Morente, Édith Piaf, Albert Pla, Robert Schumann o Violeta Parra.
Y es que Sílvia y Raül, por encima de todo, escenifican un discurso musical que plasma (o así se intuye desde fuera) el diálogo entre dos voces musicales muy distintas que buscan entenderse y, contra pronóstico, lo logran a la perfección. Ambos conjugan como mágicamente (es un decir, porque seguro hay mucho trabajo y mucha negociación detrás) sus diferentes backgrounds y sus personalidades: la voz superlativa, poderosa y colorida, de ella (que también intervenía con algunas percusiones esporádicas notablemente ejecutadas), y los arreglos sutiles, presentes pero no invasivos, de las guitarras de él conforman un todo rotundo y casi siempre sorprendente. En escena, surge el entendimiento de sus lenguajes musicales aparentemente inconexos y da escalofríos.
Sucede en números preciosos pero más estándar, como ‘Abril 74’ de Llach, ‘I Get Along Without You Very Well’ (número jazz popularizado, entre otros, por Chet Baker), ‘Acabou Chorare’ de Novos Bahianos o ‘El Cant Dels Ocells’ de Pau Casals. Y sucede, sobre todo, en interpretaciones que se meten en los huesos y te dejan duro en la butaca, como fue el caso, por citar algunas, de una ‘Puerto Montt está temblando’ con decisiva intervención de la escenografía, una poderosa ‘Mercè’ alejada del original de la Bonet, una ‘Hymne A L’Amour’ que debió dar escalofríos hasta al propio espíritu de la Piaf, y, sobre todo, una ‘Compañero’, (Miguel Hernández vía Morente) casi sobrenatural. El dúo zarandeó así a un público bastante entregado y les condujo a un final de show más complaciente y hasta por momentos festivo, como ese chiste-medley de, atención, ‘Rehab’ y ‘Single Ladies’ a voz y banjo. Aunque aún puedan pulir determinados detalles, esta primera presentación del disco y de su espectáculo en vivo difícilmente podría haber sido mejor. 8,5