Es un asco ser fan de grupos con una pareja dentro de la formación porque tarde o temprano se separan. Stereolab o Sonic Youth están en la larga lista de gente súper poco profesional que nos ha abandonado cuando el amor se les ha acabado. Pero por mucho que quieras evitarlo, es imposible no caer rendido ante lo de Triángulo de amor bizarro. Es imposible un grupo más cool, que suene mejor en directo, con mejores letras, mejor repertorio. ‘La malicia de las especies protegidas’, ‘El himno de la bala’, ‘Robo tu tiempo’, ‘Estrellas místicas’, ‘El fantasma de la transición’, ‘Amigos del género humano’, ‘De la monarquía a la criptocracia’… No esperéis a que vuestra banda favorita de los 90 se reúna para el festival de moda. Disfrutad de Triángulo aquí y ahora. No hay quien les tosa.
Katy B salió al escenario acompañada, además de por su banda, por cuatro bailarinas que no se le despegaron de un lado a otro en algunos de los temas de su concierto. Menuda tontería, pero menudo acierto. Si ya ‘5am’, ‘Broken Record’, ‘Katy on a Mission’ o ‘Lights On’, reservado para el final, te parecían temazos, en directo adquirían la categoría de auténticos fiestones. Es difícil describir lo que sucedió allí, la celebración colectiva de una cantante que ha debido de vender como 2 copias en España. Pero aquello fue un no parar de bailar durante sesenta minutos pocas veces visto en el Escenario Maravillas, un hito. ¿Cuánto hay que pagar para volver a ver a esta mujer en directo? Katy canta bien como demostró en la balada ‘Crying for No Reason’, y además probó que se puede hacer un uso muy digno de los pregrabados, pero si su concierto puede considerarse histórico fue por todo lo que se bailó en las primeras filas. No os creáis las crónicas misóginas de los medios generalistas. Imposible un concierto más divertido.
Los Manic Street Preachers tocaron con una falta de volumen bastante inaudita para lo que estamos acostumbrados en el Festival de Benicàssim. Pero ni siquiera ese extraño problema de sonido pudo evitar que disfrutáramos como enanos escuchando en directo canciones con la pegada de ‘You Stole the Sun from My Heart’, ‘Tsunami’, la nueva y con pregrabados ‘Europa geht durch mich’ o al final la cantada por todo el mundo ‘If You Tolerate This, Your Children Will Be Next’. James Dean Bradfield bailó a la pata coja como en los vídeos de tu adolescencia y Nicky -altísimo- ejerció de perfecto co-líder durante todo el set. Sonó en vivo la mejor canción del año 1996. «We don’t talk about love. We only want to get drunk». Pelos de punta…
Lily Allen se retrasó 5 minutos, pero, hey, no ha cancelado en el FIB por tercera vez. Fue capaz de reírse de sí misma comentando, nada más terminar la primera canción, la vergüenza que le había dado suspender un show en el mismo sitio en diversas ocasiones, y así se metió al público en el bolsillo. Tras ‘LDN’ con la imprescindible frase «I believe that it’s called al fresco», sonaron ‘Hard Out Here’ (y aquí pareció un hit, nunca un flop), la inolvidable ‘Smile’ con una prescindible adaptación dubstep en el último momento, ‘Sheezus’, ‘URL Badman’, ‘Fuck You’, ‘The Fear’ o ‘Not Fair’. Hubo puesta en escena conformada por biberones gigantes y también balada intimista, una preciosa ‘Littlest Things’ que emocionaría hasta a Phil Spector. Pero lo mejor fue su actitud de fiber random. Tiene toda la pinta de ser una asistente cualquiera, pero no. Es una estrella. Muy divertida, por cierto, la pitada a su marido cuando dijo que había ido. ¡Cásate con nosotros, Lily!
Me imagino las razones por las que Cat Power no era la cabeza de cartel del sábado (¿se presentará? ¿se derrumbará? ¿habrá concierto?), pero creo que es evidente que era la artista más importante que veríamos este día. No importaba que su show pecara de lánguido, que se dedicara a masajear las melodías como si estuviera actuando en una sala pequeña, o que se pasara la hora entera enfurruñada por un problema de sonido que sólo existía en su imaginación. Los que la observamos desde las primeras filas sabíamos que no puede haber artista más talentosa y abrazable. Ya lo sabíamos incluso antes de que, al término de ‘Ruin’, se pusiera a lanzar flyers de su disco y entregara flores al público y a los cinco responsables de seguridad uno a uno. El último se le resistió, no se daba la vuelta, pero Chan Marshall insistió dándole un toque en los hombros. No se puede ser más grande.
Los Libertines actuaron, que no es poco decir si recordamos las noticias que nos dejaba no hace tantos años el amigo Pete Doherty. Es un tanto extraño que el grupo, con solo dos discos, encabezara el cartel del festival, sonando como la gran apuesta del 20º aniversario (ni siquiera ‘Can’t Stand Me Now’ constituyó una fiesta significativa), pero la verdad es que su show no fue tampoco decadente, mucho más correcto por ejemplo que el último que vimos de los Strokes en el mismo escenario. La química entre Pete y Carl era palpable y el grupo parecía hasta profesional. Está claro que no hay nada como que pasen los años y vuelvas para que parezcas mejor de lo que eras.
Example tiene más discos que los Libertines. Y se notó con un repertorio sólido en el que, sin tirar de solos de melena jevi ni metaleo, triunfaron canciones como ‘Take Me As I Am’, ‘Kids Again’, ‘Stay with Me’ o esa de nombre absolutamente histórico, ‘Changed the Way You Kissed Me’. Una fiestaza revival de los años 90 que nos hizo recordar lo que moló el concierto de Rudimental el año pasado. Por un FIB en el que siempre toquen Example o Rudimental.