‘The Guest’: los reyes del mumblegore se ponen chulos

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‘The Guest’: los reyes del mumblegore se ponen chulos

the-guest-Tras afilar el hacha en ‘A Horrible Way to Die’ (2010) y liarse a hachazos en ‘Tú eres el siguiente’ (2011), los reyes del mumblegore, la pareja formada por Adam Wingard (director) y Simon Barrett (guionista), se pasan al thriller estrenando una película de acción más molona, estilosa y ochentosa que una máquina de humo de hielo seco.

Como en la reciente ‘Frío en julio‘ (2014), con la que tiene más de un punto en común, lo primero que llama la atención en ‘The Guest’ es su atmosférica, nostálgica, divertida y machacona banda sonora. Una selección de temas de grupos como Clan of Xymox, SURVIVE, Front 242 o Deutsch Amerikanische Freundschaft que remite, por un lado, al cine de género de los ochenta (en especial al de John Carpenter), y por otro a la estrategia estilística, visual y musical, seguida por Nicolas Winding Refn en ‘Drive‘ (hasta el protagonista, Dan Stevens, conocido por la serie ‘Downton Abbey’, se da un aire a Ryan Gosling).

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‘The Guest’ es de esas películas muy posmodernas que para disfrutarlas plenamente es necesario sintonizar con una determinada frecuencia cinéfila (o tener más de treinta y cinco años). Aunque admite una gozosa lectura literal, un chulesco y muy loco thriller psicológico con aires de slasher de instituto, es entre líneas donde la película se carga de sentido.

A diferencia de muchos de sus colegas, que abusan de la cita hasta convertir sus películas en textos llenos de hipervínculos, Adam Wingard no expone sus referentes buscando el guiño cómplice sino que, como hizo su compañero Ti West en la fabulosa ‘La casa del diablo‘ (2009), los reinterpreta, los destila hasta perfumar su película con un aroma (o peste, según lo mires) que evoca un estilo y una atmósfera determinados.

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‘The Guest’ hace equilibrios (y a veces lo pierde) entre el homenaje y la parodia, entre el respeto a unos códigos genéricos de eficacia probada (aunque algo anacrónicos) y su retorcimiento para extraer gotas de placer irónico. El argumento es simple y conocido: un extraño lleno de encanto y poder de seducción, aunque de aviesas intenciones, irrumpe en el seno de una familia de clase media. El director dinamita el concepto de familia tradicional a la vez que ofrece un estiloso y muy disfrutable –atención al clímax final- divertimento. 7,5.

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