Por más tops 1 en Estados Unidos que acumula, hasta un total de 9 de momento, un Talón de Aquiles ha perseguido a Katy Perry hasta nuestros días. De aquel de que era una artista de singles supongo que se ha librado ahora que ‘Prism’ es su tercer disco en vender más de 3 millones de copias, apareciendo entre los discos más vendidos del mundo de 2013 y de 2014. Pero el sambenito de que Katy Perry es un producto demasiado enfocado al mundo infantil y post-adolescente es algo de lo que le va a costar librarse. Sobre todo porque ella misma lo ha potenciado incluso en los últimos años con el vídeo de ‘Roar’ o parte de su presentación en la Super Bowl.
Eso podría cambiar ahora, y no porque el mítico tiburón bailarín de esta magnífica actuación en la que llegó incluso a volar, se haya dado a la bebida en Glastonbury después de haberse viralizado, sino porque contra todo pronóstico se ha convertido en la cantante mejor pagada del mundo, incluyendo solistas masculinos y grupos, según la tabla que realiza de junio a junio cada año la revista Forbes. Es verdad que el calendario le ha beneficiado: ni Taylor Swift ni Madonna están de gira (se enfrentarán en la tabla de 2015/2016, la una con más «sold-outs» y conciertos, la otra cobrando entradas a precio de oro), ni tampoco U2, Bruce Springsteen o Metallica. De hecho, Katy llega a este top 3 de las celebridades mundiales sin agotar en muchos de los recintos por los que ha pasado, pero seguir negándole méritos es cada vez más tonto.
Hace tiempo que no puede hablarse de suerte. Pudimos decirlo en los tiempos de aquella bobada llamada ‘UR So Gay’, que está envejeciendo terriblemente mal, o incluso de ‘I Kissed a Girl’, todo un timo «lesbian chic» que sí ha envejecido algo mejor. Pudimos desconfiar de la producción de baratillo de ‘Teenage Dream‘ a pesar de sus millonarios hits. Pero hace tiempo que Katy Perry está en la primera fila de la música pop, por mucho que carezca de una base de fans tan fiel (y pesada) como otras, o que carezca de una dirección artística que termine de decidirse entre lo sexy y lo mojigato.
Los medios son bastante ratas con su discografía. En Metacritic su primer álbum está suspenso, el segundo aprobado por los pelos y el último, claramente el mejor, aparece con un raquítico 6,1, una de las notas más pobres de los éxitos recientes del pop, a lo que hay que sumar la humillación de que medios alternativos como Pitchfork jamás se hayan decidido a reseñar un álbum suyo.
Pero el tiempo ha sentado fenomenal a ‘Prism’, edición en picture disc ultra cool aparte. Mantenemos aún como el primer día que el disco se va apagando en su recta final, con una serie de baladas mucho menos atractivas que sus hits, y que tiene cierta falta de cohesión; pero hoy seríamos mucho más generosos con la nota. De la misma forma que el tiempo nos hizo olvidarnos de que ‘Supernature’ de Goldfrapp tenía canciones mejores y peores, la sucesión de las ocho primeras pistas de ‘Prism’ es inmaculada y es la que ha permanecido dentro de nuestros iPhones y playlists favoritos. ‘Roar’ es una de sus canciones más vibrantes, ‘Dark Horse’ es uno de los mayores clásicos del pop chupando trap (incluso tuvo su réplica en el excelente ‘Black Widow’ de Iggy Azalea co-escrito por Katy), ‘Birthday’ y ‘Unconditionally’ cuelan como minihits le duela a quien le duela y es absolutamente insólito que pepinazos como ‘Legendary Lovers’ o ‘Walking On Air’ no hayan sido singles oficialmente, probablemente oscurecidos por un ‘Dark Horse’ que triunfó espontáneamente antes de tiempo y cuyo éxito además se extendió durante meses. La última chuchería, y nunca mejor dicho, fue ‘This Is How We Do‘, un single que no ha brillado en las listas como debería (top 24 en USA) pero que ya acumula 330 millones de visualizaciones en Youtube. Totalmente irresistible, para ver en bucle aun un año después.
Con él, la colección de hits de Katy Perry supera ampliamente la docena, pero no parece que vaya a detenerse en un recopilatorio navideño a lo Mariah Carey. ¿Qué sentido tiene en la era streaming? Cuando su gira mundial aún no ha acabado (Latinoamérica la espera a la vuelta del verano), su equipo ya dice que habrá disco nuevo en 2016. Nadie, quizá ni ella misma, sepa qué dirección artística tomar. ‘Roar’ y ‘Dark Horse’ eran ya dos temas muy distintos a los que nos había acostumbrado Perry, y teniendo en cuenta los varapalos vividos por la última Rihanna, cualquier cosa podría pasar. ¿Volverá a apostar por un medio tiempo con ínfulas de clásico atemporal en la línea de ‘Roar’, ‘Diamonds’? ¿Estará tentada por algún rapero enfocándose al público urban tras su guiño a Missy Elliott y su hit con Juicy J? ¿Apostará por un sonido más adulto ahora que ha cumplido 30 años atacando su principal «problema»? ¿Se dejará tentar por su supuesto rollito, Diplo? Pueden ser muchos los que esperan su primer traspiés amparándose en esa ñoñería que la persigue, pero también son cada vez más los que la esperan, a secas. Le vaya bien o mal, ahora más que nunca todos los ojos estarán puestos en su comeback: de eso no cabe la menor duda.