A pesar de que quien esto escribe esté más saturado de ver películas de Marvel que los servidores de Instagram de fotos «provocativas» de Miley Cyrus, entré a ver ‘Cuatro fantásticos’ con ánimo indulgente, mirada más o menos limpia y actitud de abogado defensor (o del diablo). Después de la somanta de palos que ha recibido por parte de la crítica en Estados Unidos, la película del prometedor director Josh Trank -quien se dio a conocer hace tres años con la curiosa ‘Chronicle‘ y en Hollywood ya le están enseñando la puerta de salida- ha llegado a España sentenciada de antemano. Todo el mundo, hasta los que no la vean, va a decir que es muy mala.
Pues bien, da igual que uno tenga la mejor de las disposiciones y esté deseando desentrañar (y alabar) las virtudes ocultas de una película tan denostada: este nuevo intento de adaptar al cine las aventuras del primer equipo de superhéroes creado por Stan Lee y Jack Kirby está construido a prueba de halagos y lecturas bienintencionadas. No hay manera de reivindicarla. Ni mirándola desde el ángulo más oblicuo imaginable es posible salvarla y calificarla de, no sé, ¿»curiosa heterodoxia»? ¿»esquinada relectura indie»?
Se ha dicho que la película parece un trailer de 100 minutos, pero en realidad se asemeja más a un episodio piloto de cualquier serie no demasiado reseñable. Esto es: una introducción más larga y vista que la lengua de la Cyrus (sí, otra vez, es que me tiene frito) y una resolución más cutre y atropellada que un encierro veraniego de pueblo. Incluso las libertades que se toma el director con respecto al original –rebajar la edad de los personajes, “afroamericanizar” a Antorcha Humana, rediseñar los uniformes, quitarle los calzoncillos a la Cosa-, que podrían tener su gracia y su sentido (mal que les pese a los puristas), no aportan nada, es pura cosmética al servicio de una hipotética estrategia de márketing.
A pesar de un comienzo que no está demasiado mal, ‘Cuatro fantásticos’ es una de las películas de superhéroes más aburridas, anodinas, insulsas y afectadas de los últimos años. Tanto es así que su estreno ha sido capaz de provocar un sorprendente e involuntario efecto colateral: que uno tenga la irresistible tentación de defender lo indefendible, las dos tontorronas pero simpáticas y juguetonas adaptaciones que dirigió Tim Store hace una década, ‘Los 4 Fantásticos’ (2005) y ‘Los 4 Fantásticos y Silver Surfer’ (2007). Sí, hasta ese punto hemos llegado… 3.