Este es un momento decisivo para Yannis Philippakis y los suyos. La banda en absoluto puede quejarse de cómo le ha ido durante los últimos años, sobre todo desde que manifestara su elegante épica en ‘Total Life Forever’ y mostrara tanto su lado más visceralmente eléctrico (‘Inhaler’) como pop (‘My Number’) en un ‘Holy Fire’ que casi les hace ganadores del Mercury Prize. Sus salvajes directos, sin duda, han sido su mejor carta de presentación, pero a los de Oxford hasta ahora les ha faltado un pequeño empujón mediático que les catapultara como cabezas de cartel de los festivales más prestigiosos del planeta. Llevan años siendo grandes, pero ellos mismos saben que todavía pueden serlo todavía mucho más. De modo que será interesante comprobar qué consiguen a lo largo de los próximos meses teniendo presente que ‘What Went Down’, aun siendo un álbum continuista, es un trabajo que resume a la perfección en qué se ha convertido el quinteto desde que se desvinculara de la escena math rock con la que se presentaron al mundo hace siete años con ‘Antidotes’.
Respaldados en el estudio por el Simian Mobile Disco James Ford, este ha sido el disco de Foals que más rápidamente se ha gestado. En septiembre del pasado año la banda cerraba la etapa ‘Holy Fire’ con un catártico concierto en el festival Bestival, y tan pronto eso ocurría Philippakis empezó a tejer en casa lo que serían estas diez canciones que a principios de año se grabaron en la Provenza francesa. Conocedores de lo perfeccionista que es y de la mano dura casi dictatorial con la que la voz cantante del grupo dirige a sus secuaces, sorprende la vertiginosa celeridad con la que han nacido estos temas. Aunque esa sensación de urgencia, en la que la espontaneidad de la primera toma ha sido crucial, ha jugado a su favor a la hora de crear un collage de todas sus personalidades sonoras.
Si en ‘Holy Fire’ teníamos ‘Inhaler’ o ‘Providence’, dos temas en los que Philippakis se creía Josh Homme de Queens Of The Stone Age, ahora nos traen ese tenso tema titular que se postula como una de las canciones más bravías que jamás han firmado o esa ‘Snake Oil’ que perfectamente podría haber venido de mano de Kasabian. Y lo mismo puede decirse de esa antagónica careta más downtempo que también vienen explotando desde ‘Total Life Forever’, que aquí vuelve a ser protagonista en esa preciosa oda al amor que está por venir titulada ‘Give It All’, ‘Lonely Hunter’ o esa ‘London Thunder’ que bien podría ser una hermana postiza de ‘Late Night’.
Centrándonos en su vertiente más pop, también iniciada hace año y medio en ‘Holy Fire’, nos damos de bruces con esa ‘Mountain At My Gates’ que va de menos a más o ‘Albatross’, un tema que en directo gracias a esa percusión afrobeat que se gasta dará muchísimo juego. No obstante, puestos a detenerse en una canción en particular, en la onírica ‘A Knife In The Ocean’ la banda construye un novedoso y nebuloso muro de sonido casi dream pop que desde ya debería figurar no sólo entre sus mejores composiciones (a la par con ‘Spanish Sahara’), sino entre las canciones más emocionantes que este año vamos a poder escuchar.
Como si de una montaña rusa emocional se tratara, ‘What Went Down’ muestra equilibradamente cuál es el verdadero ADN de Foals. Se le puede echar en cara la falta de riesgo que destila teniendo aún calientes en la memoria sus dos álbumes precedentes, pero eso no implica que nos encontremos con un largo poco interesante. Más bien al contrario. Puliendo su pasado reciente hacen frente a un presente y un futuro de lo más prometedores.
Calificación: 7,8/10
Lo mejor: ‘What Went Down’, ‘Give It All’, ‘Albatross’, ‘A Knife In The Ocean’
Te gustará si te gustan: los medios tiempos de ‘Total Life Forever’ y la careta tanto salvaje como pop que vertebraba ‘Holy Fire’
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