El griego Giorgos Lanthimos, cabeza visible del nuevo cine “raro” griego (Greek Weird Wave), se ha trasladado a vivir a Inglaterra y ha rodado en Irlanda su nueva película. En inglés y con reparto de lujo: Colin Farrell, Rachel Weisz, John C. Reilly, Léa Seydoux, Ben Whishaw y, por supuesto, sus dos musas griegas, Angeliki Papoulia y su mujer, la fabulosa Ariane Labed. Pero lo que no ha cambiado es su forma de hacer cine: su gusto por las tramas herméticas, el humor negro y absurdo, el rigor formal de su puesta en escena y la carga simbólica de sus personajes.
Después de sorprender con ‘Canino’ (2009) y defraudar algo con ‘Alps’ (2011), Lanthimos se confirma con ‘Langosta’ (premio del jurado en Cannes y una de las favoritas en los premios del cine europeo) como uno de los cineastas más singulares y estimulantes del momento. Basta con conocer el argumento de su nueva película para que, una de dos, o corras al cine a verla o huyas despavorido en dirección contraria a las salas donde la pongan. Dice así: en un mundo donde la soltería está prohibida, un hombre (muy bien Colin Farrell) es trasladado a un hotel donde dispondrá de 45 días para encontrar pareja. Pasado ese plazo, si no lo ha conseguido, será transformado en el animal que él quiera. Por ejemplo, una langosta.
Estamos de lleno en el terreno de la distopía futurista, en un mundo donde la presión social contra la soltería se ha transformado en norma, en obligación: si vives solo y, lo que es peor, lo disfrutas (el gag sobre la masturbación es fantástico), no mereces ser humano, eres un animal. Toda la parte que transcurre en el hotel es de lo mejor que ha rodado nunca Lanthimos. Gracias a un muy expresivo diseño de producción y a unos actores entregadísimos al “método Lanthimos” (atención al “hombre que cecea” y al “hombre que cojea”), el director griego alcanza un equilibrio perfecto entre el humor esquinado, la alegoría filosófica y la tribulación melancólica.
Lástima que en la segunda parte todo se vuelva algo más convencional y formulario, la típica lucha de los “antisistema” -igual de dogmáticos que sus opresores- contra el poder establecido. El humor da paso al amor, al romance imposible en un mundo donde los sentimientos amorosos se han instrumentalizado. ‘Langosta’ genera preguntas acerca de las relaciones de pareja, la soledad, las normas opresoras y las obligaciones sociales. Pero no da respuestas. Algo parecido a lo que hace la distribución española, generar preguntas que parecen surgir de un mundo distópico: ¿cómo es posible que no hayan respetado el cartel original, uno de los más sugerentes y evocadores vistos en mucho tiempo? 8.