Lady Gaga parece tramar su particular reconquista desde la sombra. 2015 para ella fue algo así como un año de transición, pero si nada se tuerce (ese ‘ANTI’ de Rihanna ya ha de ser bueno para sobrevivir el hype que tiene montado) este 2016 debe traernos su gran retorno.
El pasado año, por lo pronto, le sirvió para desintoxicarse del pop para las masas y ganarse parte de ese público algo más crecidito que ponía en entredicho el poderío de sus cuerdas vocales. Tras la irregular aceptación de ‘ARTPOP‘, la diva decidió aliarse junto a Tony Bennett en ese álbum de estándares jazzísticos que fue ‘Cheek to Cheek‘ y su respectiva gira (que pudo disfrutarse en el Festival de Cap Roig el pasado julio, con entradas no muy económicas que digamos). Pero más allá de ese Grammy que la pareja consiguió al Mejor Disco de Pop Vocal Tradicional, la mejor lavada de cara mediática la consiguió días más tarde cuando se plantó en los Oscars para interpretar un majestuoso homenaje a ‘Sonrisas y Lágrimas’ que emocionó a la mismísima Julie Andrews.
La Academia de Hollywood, sin duda, le puso en bandeja una gran oportunidad para desquitarse de esa imagen estrambótica que durante años ha sido su mejor aliada promocional. Mutando en toda una señorona, y prescindiendo de esos modelitos imposibles que ensombrecían su talento, una inédita Gaga mucho más madura y estilísticamente clásica se presentaba al mundo e, incluso, se alzaba con el título honorífico de ‘Woman of the Year’ de Billboard. Del mismo modo, su relación con Taylor Kinney parece que le ha hecho sentar cabeza, haciéndole disfrutar más de los pequeños placeres conyugales que de esa sobreexposición a la que era malsanamente adicta. Por todos es sabido que el amor amansa a las fieras, y más con un hombre como ese al lado.
Este 2016, pese a quien pese, lo ha empezado a lo grande. Más allá de la nominación al Oscar que comparte con Diane Warren por ‘Til It Happens to You‘ (por mucho que los tweets envenenados de una cabreada y no-nominada Linda Perry hayan querido ensombrecer la noticia, disculpas aparte), Gaga ya puede presumir de tener un Globo de Oro por su participación en ‘American Horror Story: Hotel’. Aunque su resurgimiento no será realmente oficial hasta que edite su próximo largo.
A falta de nuevas informaciones se sabe que a lo largo del pasado año ha estado trabajando junto a Nile Rodgers, Giorgio Moroder, RedOne (el culpable de sus mayores hits durante sus primeros años de carrera) y hasta el propio Mark Ronson, quien más allá de confirmar recientemente la noticia (avanzada por Lily Allen) ha afirmado que le encantaría volver a encerrarse en el estudio con ella. Y aparte tenemos a Elton John, uno de sus mejores amigos, que esta semana en una entrevista a Beats 1 ha declarado que hoy mismo trabajará junto a ella en algunas letras después de haber escuchado dos “grandes canciones” de su futuro álbum con las que, según su testimonio, retoma al repertorio de sus inicios (menciona ‘You and I’, la muy Springsteen para él ‘Bad Romance’ y el ‘Tapestry’ de Carole King como referencias).
Después de rendir pleitesía a la EDM en ‘ARTPOP’, la nueva estratagema está clara: Gaga parece buscar un sonido más clásico que vuelva a hermanarla con sus little monsters y ese nicho de público que hasta ahora sólo la veía como un bufón del pop mainstream. Quién sabe, quizás aquella versión del ‘I Want Your Love’ de Chic que el pasado octubre ideó para Tom Ford es la base sobre la que se sustentará su nuevo sonido. Le pega, y mucho, marcarse un álbum que transpire amor por la música disco.
La maquinaria gagaísta está totalmente en marcha. Este 15 de febrero, sin ir más lejos, de cara a la próxima gala de los Grammys, la artista va a aliarse junto al equipo tecnológico de Intel para presentar un show audiovisual del que poco se sabe. Los mentideros de internet apuntan a que esa noche pueda ver la luz el que será su nuevo single, por lo que la espera para ver con nuestros propios ojos a la nueva Gaga está cerca, muy cerca. Sólo le pedimos que no vuelva a vender humo prometiéndonos el disco de la década y nos sorprenda con algo que realmente esté a la altura.