Cada final de temporada de ‘The Walking Dead’ suscita opiniones encontradas. No faltan aquellos que siguen criticando la escasez de trama en la serie, que se traduce en capítulos llenos de medianías, con estructuras clásicas de presentación, nudo y desenlace-nudo. O lo que los anglosajones aciertan a definir como cliffhanger. Un hecho que provoca todo tipo de bromas en Internet.

Pese a las críticas que atrae la serie de la AMC, la realidad es que esta no deja de sumar (o, al menos, mantener) adeptos año tras año. Desde que se estrenase allá por 2010, cuando la cadena de cable no era más que un canal minoritario, la serie ha crecido de forma espectacular. De sobrepasar con dificultad los cinco millones de telespectadores a congregar frente a la pantalla a más de trece millones de fans en Estados Unidos. Un salto espectacular, que ha mantenido la serie en antena e incluso ha generado una precuela.

¿Ha perdido la serie basada en los cómics de Robert Kirkman y Tony Moore su norte tras esta última temporada? Quizá esta ha sido una de las más torpes en cuanto a su desarrollo, con varios capítulos intermedios en los que, literalmente, no pasaba nada; pero también ha tenido algunos de los momentos más emocionantes que hemos visto en la pequeña pantalla en lo que llevamos de 2016.

Los de Rick Grimes siguen enfrascados en su lucha por sobrevivir, y quizás esta sexta temporada no haya sido la más sobresaliente de las que la serie lleva a sus espaldas, pero sí que nos ha servido para presentar a uno de los personajes más importantes y más atractivos que vamos a ver en ‘The Walking Dead’. ¿Servirá esto para reencauzarla? Para eso tendremos que esperar a su octava edición. De momento todo lo que han hecho ha sido enfadar a un buen número de televidentes por su capítulo final, tan lento y falto de enjundia que parecía demasiado preparado para mejorar con unos magistrales diez últimos minutos.