El público que ha acudido este domingo al concierto de Alberto Montero en el FIB ha sido bastante reducido, lo cual es lógico si pensamos en el agotamiento brutal que acumula el fiber medio después de cuatro jornadas ya solamente desplazándose hasta el recinto. Había que tener mucha fuerza de voluntad para venir a las ocho de la tarde, cuando hace más o menos la misma temperatura que a las cuatro. Sin embargo, seguramente todos los que han acudido hayan agradecido asistir a la presentación de canciones tan bonitas como ‘Madera Muerta’ o ‘La sal’, interpretadas por la preciosa voz de Montero, rara vez titubeante. El cantante terminó agradeciendo especialmente la presencia de uno de sus músicos, Román, que ha actuado con gastroenteritis.
Doble Pletina actuaban inmediatamente después en la Carpa Radio 3, perjudicada como en el caso de Aries hace un par de días por un sonido bastante bajo que impedía especialmente escuchar la voz de Marc. ‘Cruzo los dedos’ parecía directamente sonar desenchufada. Con todo, una de las propuestas más originales del cartel del FIB, pues por alguna razón que se nos escapa nadie absolutamente quiso parecerse a Le Mans hasta que salieron ellos, y un setlist que como era de prever ya es bastante sólido entre discos y singles. Para cerrar la genial ‘Música para cerrar las discotecas’ -con Evripidis dándolo todo como músico de apoyo- y ‘Electrobolero’.
Que Jess Glynne es una persona muy querida en su país Reino Unido es algo que nos han contado las listas de éxitos durante los últimos dos años, así que no sorprendía mucho ver a hordas de guiris entrar corriendo en el recinto para no perderse su concierto. Tras una inexplicable intro de corte jevi, la cantante se ha deshecho de ‘Rather Be’ casi nada más salir. A pesar de los altibajos de un repertorio que cuenta con ‘Hold My Hand’ como cierre pero también con temas de lo más blando como el mismísimo single ‘Take Me Home’, todo un entretenimiento ver otro concierto diferente, en este caso un espectáculo bastante disco -dos coristas femeninas, banda a varias alturas, fondo plateado- y eurovisivo. Ojalá Jimmy Sommerville el año que viene.
Lo evocador de los punteos paradisíacos ha sido lo mejor del concierto de Mac DeMarco, llevando a su fiel público que le jaleaba de vez en cuando a la década de los 80. La polémica venía de mano de un fan que ha intentado subirse al escenario, el equipo de seguridad le echaba de mala manera, mientras Mac DeMarco gritaba que le dejaran volver a entrar. Al final conseguía subir al escenario para abrazar a su ídolo mientras algunos nos seguíamos preguntando qué les da el artista que les hace volar. De hecho, a medida que avanzaba el show cada vez este se volvía más espeso. Mención aparte para el segundo guitarrista, que 10 minutos antes de empezar intentaba sacar una botellita de whisky de la zona VIP y que al término del show atendía junto a DeMarco a sus seguidores desde una esquinita del backstage.
Empezaban fuertes The 1975 no sólo por su gran sonido sino por una acertada puesta en escena con formas geométricas, neones rosas y buenos temas. ‘A Change of Heart’ sonó tan estupenda como en disco y los ecos a las producciones de Prince, The Police o más recientemente M83 siempre son bienvenidos. Sin embargo, el show se fue deshinchando poco a poco quizá por las ganas que ya había de ver a los dos cabezas de cartel. O no. DJ Shadow pinchaba en solitario entre ellos y fue más entretenido verle enfocado con cámara fija mientras iba introduciendo canciones como la remezcla de Clams Casino, pistas realmente lúgubres para estas circunstancias o la fantástica ‘Six Days’.
Uno estaba preparado para que Kendrick Lamar arrasara tras sus comentados conciertos en Primavera Sound y Cruïlla. Me imaginaba un animal de escenario capaz de levantar a un muerto en la medianoche del domingo al lunes, pero no he terminado de ver a ese artistazo. Para empezar, los 10 minutos de retraso en un festival que se caracteriza por su puntualidad no ayudaban. Después, el poco glamouroso comienzo del set, sin que se supiera muy bien si estábamos presenciando una prueba de sonido, tampoco. Pero lo peor es que Lamar ha abusado de los ritmos chill y la inspiración jazzy en un show bastante falto de ritmo y energía que sólo se ha levantado de verdad con la interpretación de ‘King Kunta’. «¿Por qué no ha tocado esta canción en bucle durante una hora?», me preguntaba una compañera.
Se han echado en falta menciones expresas a lo que está pasando en Estados Unidos para los que no tengan inglés suficiente para entender hasta la última coma de sus rapeados, algún mensaje más en pantallas como ese vistoso «how much a dollar cost?» y algún protagonismo un poco mayor de los músicos sobre el escenario. A lo lejos, ni se sabía quién acompañaba a Kendrick. ¿Era ese piano real o era enlatado? Entre lo mejor, el cierre con ‘Alright’, algún ramalazo funky hacia la mitad del show, y la pinchada de ‘Every Nigger Is A Star’ al final.
Massive Attack han demostrado tener mucho más rodaje a pesar de que tuvieran menos público: ya sabéis lo esclavas que son las modas. Mejor para nosotros, pues así era posible colarse en las primeras filas de su show muy fácilmente para sentir los bajos en la puta cara. Aunque su concierto también podía parecer más chill, su repertorio está sobradamente nutrido de viejas y nuevas buenas canciones como ‘Risingson’, ‘Ritual Spirit’ con Azekel, ‘Voodoo in My Blood’ entre otras junto a Young Fathers, para finalizar ‘Safe from Harm’ y en el bis ‘Unfinished Sympathy’ con cantante invitada, Deborah Miller.
No cansa a pesar de lo manido su espectáculo de proyecciones con tintes sociales, con mensajes a veces un tanto cansinos y madonnescos tipo «juntos podemos», etcétera, pero casi siempre hipnóticos y hasta divertidos. Entre su selección de noticias del día, «Pedro Sánchez y Andrea Levy no se ponen de acuerdo para gobernar pero sí para ir al FIB», el caloret y «Froilán cumple 18 años junto a su novia instagrammer» junto a la última hora de la política internacional. 3D mostró su preocupación por el Brexit una de las veces en que se dirigió al público y las pantallas también dejaron interrogantes como «¿Es Turquía la UE?, ¿Es Turquía una democracia? ¿Es Turquía un país seguro?» o «¿Sigue cayendo la libra?». Infalibles.
En la rueda de prensa de la organización, la asistencia de este año se ha estimado en 170.000 sumando los cuatro días. El sábado fue el día de mayor asistencia con 46.000 espectadores. El 48% proceden de Reino Unido e Irlanda.
Fotos: Casilda Maravall.