Escuchar a Jenny Hval es como adentrarse en un diario secreto en formato audio: sus letras, así como el modo en que la artista las enuncia ante el micrófono, con una voz de apariencia frágil y cristalina que es capaz de poner los pelos de punta, son confesionales, íntimas, traten estas conceptos concretos como la anatomía humana o la sangre o abstractos como la muerte o el feminismo. El anterior disco de la noruega, ‘Apocalypse, girl’, es el que mejor ha sublimado su talento al mundo, por lo que ‘Blood Bitch’, su nuevo trabajo, parece un nuevo comienzo.
La naturaleza profundamente confesional de las interpretaciones de Hval sigue intacta en ‘Blood Bitch’, sin embargo, la música, al contrario que en sus anteriores entregas, hace hincapié en lo que esta -y no las letras que la acompañan- nos puede comunicar, en su poder de evocación, en su cinematografía. Hval y su compañero de producción, el también noruego Lasse Marhaug, devoraron películas de miedo y vampiros de los 70 obsesivamente durante la composición del álbum, lo cual ha impregnado la estética de sus composiciones electrónicas, notablemente en canciones de inclinación pop como ‘Female Vampire’ -que da paso a un interludio que combina gemidos de terror y cánticos místicos-, la cautivadora ‘Conceptual Romance’, por la que asoma la influencia de Kate Bush confesada por la propia Hval, o la trip-hopera ‘Secret Touch’.
Son números más desfigurados como ‘The Plague’, una serie de viñetas que aúnan vulnerabilidad («nunca he amado de verdad») con monólogos taciturnos y escenas de terror vampírico, sin embargo, los que irónicamente dan forma a un disco de estructura libre y episodios esquizofrénicos que toca cumbre a su mitad con ‘Untamed Region’, una pieza sumamente intrigante que sitúa a Hval en la soledad de una habitación de hotel desde donde la cantante se despierta, en mitad de la noche, sorprendida por la sangre derramada en su cama e insegura de su propia juventud antes de meterse los dedos en la vagina, oler la sangre «que huele a invierno cálido» y proceder a toquetear y manchar con ellos todos los objetos dispuestos a su alrededor.
El efecto es perturbador y hermoso al mismo tiempo. Todo el disco se desarrolla en una atmósfera similar al tiempo que habla sobre temas como la menstruación, el capitalismo, la necesidad de expresión artística, el amor no correspondido, la muerte o, de manera importante, el deseo, ya sea carnal o espiritual, un deseo cuyo concepto mismo despide el álbum en ‘Lorna’. «Usando, si quiera, la palabra «deseo» / nadie me dijo o enseñó nunca que no la refrenara», reflexiona Hval. «Siguió existiendo, pero sin lenguaje / ¿alguien tiene lenguaje para el deseo? / ¿podemos encontrarlo?». Por lo menos, el deseo vampírico lo habla, lo canta y lo expresa deliciosamente Jenny Hval.
Calificación: 8/10
Lo mejor: ‘Female Vampire’, ‘Conceptual Romance’, ‘Untamed Region’, ‘Secret Touch’
Te gustará si te gusta: Kate Bush, Björk, PJ Harvey, Julia Holter
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