‘Black Mirror’ sigue agitando conciencias y haciendo pupa en su 3ª temporada

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‘Black Mirror’ sigue agitando conciencias y haciendo pupa en su 3ª temporada

blackmirrorEl estreno simultáneo en todo el mundo de la tercera temporada de ‘Black Mirror’, con sus 6 episodios subidos a la vez con sus correspondientes subtítulos, es la prueba de que hemos llegado al futuro. Se han acabado así un montón de problemas de primer mundo: las torturas de bajarse «fakes», subtítulos descuadrados, expresiones mal traducidas y de tragarse spoilers en tuits de webs americanas porque algo se ha estrenado allí unas semanas, unos días o ya unas horas antes.

Ese «futuro» en el que nos hallamos es también una de las razones por las que ‘Black Mirror’ gusta tanto y da tanto miedo: casi siempre la realidad virtual de sus historias representa algo tan creíble como para generar más inquietud que el 80% de películas catalogadas «de terror» de tu plataforma online de series y películas favorita. A diferencia de los futuros distópicos que ha planteado en ocasiones la ciencia ficción, con mundos fantásticos a los que no terminamos de llegar por más que pasan los años, todo lo que vemos en ella se parece demasiado a la realidad, nos es demasiado familiar… cuando no se ha producido ya de facto.

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Esta nueva temporada se abre con un episodio llamado ‘Nosedive’, cuya foto principal de promoción es el día a día de las calles de cualquier gran ciudad: gente mirando un móvil chocándose con otra gente que también está mirando su smartphone. Su temática, una sociedad en la que todo individuo está puntuado de 0 a 5, con la nota visible para todos los demás, ya la vivimos de manera parecida en Uber, donde conductor y cliente se dejan una valoración mutua basada en estrellitas nada más despedirse; y el episodio, de hecho, ha sido comparado con la APP Peeple, que valora personas en el ámbito personal, profesional e incluso romántico.

‘Black Mirror’ triunfa porque por supuesto como serie de ficción lleva las fronteras éticas de todo esto un paso más allá, pero muchos de sus planteamientos están ya en las páginas de los periódicos. Hay, por ejemplo, una reflexión política sobre la inmigración y el exterminio de los que se consideran los más desfavorecidos en el quinto episodio ‘Men Against Fire’ que más que futuro hipotético suena a doloroso pasado. El Diario escribe un interesante artículo sobre este capítulo relacionándolo con la crisis de los refugiados, con la demonización de los que piden ayudas en Occidente o con la deshumanización de la pobreza en general. Asimismo, la serie, a lo largo de sus diversos capítulos reflexiona sobre la manipulación del gobierno, la falta de accesibilidad a las ayudas precisamente cuando más se necesitan, la marginalidad como fuente de más marginalidad, las dificultades para distinguir lo real y lo virtual o los límites de esa realidad virtual.

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Hay un añadido más que ya se ha visto en otras temporadas de ‘Black Mirror’ pero ahora se ha elevado al cubo porque los tiempos han cambiado desde que se emitió el inolvidable piloto de la serie. En todos los guiones cumple una función fundamental la locura de las redes sociales y las últimas apps. Y nada como algo que ha crecido de manera exponencial hasta hacernos olvidar -en 0,04 segundos a lo sumo- que existía la vida sin ello mejor para sumar dolor, impotencia y miedo, sobre todo mucho miedo, al visionado de todos estos episodios. El retrato en una serie de la tiranía de las redes sociales, la necesidad por ser aceptado en ellas o en un grupo social, las muestras de odio públicas a que asistimos a diario y que de manera tan abrumadora aparecen retratadas en el último episodio de una hora y media de duración (‘Hated in the Nation’) es impresionante. Quizá sólo porque dedicando una hora a su visionado somos un poquito más conscientes de que noticias parecidas ya las hemos leído en la prensa, aunque en otro momento solo tuviéramos unos segundos para ellas: se suicida una mujer tras viralizarse lo que le decía a su novio tras una felación, muere una persona haciéndose un selfie, se filtran las fotos privadas de decenas de actrices, Donald Trump se jacta de que levantaría un muro entre Estados Unidos y México, y de que además lo pagaría México…

Puede que Charlie Brooker, que escribe en general en solitario los guiones de todos los episodios de ‘Black Mirror’, simplemente sea un gran lector de diarios online, pero hay que reconocerle que además de seleccionar las historias, sabe orquestar cada uno de los capítulos de manera bastante diferente a los demás. Alguna vez le falta algo de credibilidad (Spoiler: en el primer episodio de esta tanda cuesta creer que una persona que lleva toda una vida labrando un 4,2 sobre 5, no sepa cómo NO comportarse en un aeropuerto o cómo NO puede acudir a una boda), y alguna vez le sobra el gusto por aleccionarnos, pero en general alucina su modo de hacer reflexionar al espectador poniéndole simplemente un espejo en frente, de sorprenderle con inesperados giros de guión (‘Shut Up and Dance’), y de dejar escenas que son poesía pura, como la última del capítulo ‘Nosedive’, paradójicamente un desahogo de libertad, muy relacionada con una de las citas de ese episodio («They are fake-smile jail cells!»).

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Entre todos, aunque no el más ambicioso en su deseo de salvar el mundo de la guerra y la estupidez, ni tampoco el más realista, ‘San Junipero’ permanecerá como uno de los favoritos de toda la historia de ‘Black Mirror’. Fue el primero escrito esta vez por Brooke, aunque se prefirió no situarlo en primer lugar, quizá porque juega un tanto al despiste. Durante gran parte del capítulo ni siquiera sabes qué pinta su trama en ‘Black Mirror’ y al final termina abriendo uno de los debates éticos más ricos, en este caso sobre la vida, la realidad, la irrealidad, la felicidad, el deseo de olvidar o la muerte. Precioso. 9.

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