Este fin de semana ha fallecido Pauline Oliveros, compositora, acordeonista y teórica musical estadounidense que enseñó al mundo a escuchar más atentamente. Oliveros, que fue estudiante y co-directora del San Francisco Tape Music Center, se especializó en música ambiental, escribió varios libros y ejerció como docente en varias universidades, donde compartió sus conocimientos y teorías sobre la escucha meditativa. Ha confirmado su muerte Red Bull Music Academy, a la que fue invitada recientemente. Tenía 84 años.
Oliveros acuñó el concepto de «escucha profunda» en 1988 después de hacer unas grabaciones en el interior de una cisterna subterránea a cuatro metros de profundidad de la superficie, donde la artista pudo grabar una reverberación de 45 segundos. Se describe este concepto como una «estética basada en los principios de la improvisación, la música electrónica, el ritual, la enseñanza y la meditación».
La escucha profunda de Oliveros inspiró un grupo, Deep Listening Band, y un programa musical que se desarrolló en la Fundación Pauline Oliveros y que practicaba retiros musicales en cuevas, catedrales o cisternas de Europa, México y Nueva York, donde se realizaban grabaciones y actuaciones con la intención de inspirar a sus estudiantes a «practicar el arte de la escucha y a responder ante condiciones ambientales tanto en solitario como en grupo».
Oliveros, que teorizó también otro concepto importante, el de conciencia sónica, compuso una variedad de obras influyentes de música ambiental (aunque ella probablemente discutiría este término) como, por supuesto, ‘Deep Listening’, ‘Accordion & Voice’, la pieza a capella ‘Sound Patterns’ o ‘Bye Bye Butterfly’. Sin Oliveros probablemente hoy no conoceríamos a Stars of the Lid, Kyle Bobby Dunn o Lucette Bourdin.