Hamilton Leithauser de The Walkmen y Rostam Batmanglij, ex componente de Vampire Weekend, se conocieron en 2008, el año en que salió ‘You & Me’ de los primeros y el álbum debut de los segundos. 8 años después, con The Walkmen en años sabáticos y Batmanglij ocupado con sus asuntos en solitario, lo que incluye producciones para sí mismo y para otra gente, ambos artistas han unido esfuerzos y talentos en un disco colaborativo titulado ‘I Had A Dream that You Were Mine’ que nos devuelve a un pasado musical tan reconfortante como singular.
‘I Had A Dream that You Were Mine’ es el segundo disco «en solitario» de Hamilton -el primero, ‘Black Hours‘, salió en 2014- pero la mano de Rostam, que efectivamente produjo un par de temas de aquel trabajo, se nota demasiado en el álbum como para que su nombre no figurara públicamente en el de este proyecto. Rostam, que es fan de The Walkmen de toda la vida, llevaba años ideando sonidos para la carismática voz de Hamilton en su cabeza y ha aprovechado la oportunidad de esta colaboración para hacer un trabajo peculiar, excitante y de musicalidad rica que hace lecturas un tanto estrambóticas de los estilos americanos de siempre, lo que resulta en un disco tan memorable como especial.
‘A 1000 Times’, el single principal del álbum, es un gran hallazgo. Con razón una de sus frases lo titula: «anoche soñé que eras mía / he soñado eso miles de veces», lamenta un Hamilton abatido que, sin embargo, en lugar de ofrecer una composición típicamente introspectiva sobre un amor no correspondido, exorciza su pena con una actuación vocal afectada, visceral, que no teme expresarse estridentemente, y la acompaña de una melodía pop inolvidable. No es la canción del disco que mejor refleja la complejidad de su sonido, pero sí la que de manera más viva defiende su hilo principal, que es el de la nostalgia, expresada mayoritariamente en el álbum desde un ángulo espectral, como en la trotante Americana de ‘You Ain’t That Young Kid’, en la que Hamilton nos canta sobre recuerdos del pasado. «Fotos de nosotros bailando / de hace una vida entera / tú con un vestido verde, yo con un chaleco de «tweed» / en una borrosa pandilla de fantasmas», recuerda Hamilton. «Fotos de nosotros bailando / de hace mil años / demasiado tarde para besarte / para irme, todavía temprano».
Es esta nostalgia fantasmal la que Rostam aprovecha para lucirse como productor. El bonito folk crepuscular de ‘In a Black Out’ nos habla de un pueblo fantasma y de los recuerdos románticos que este evoca y expresa estos musicalmente a través de una hermosa sección de coros femenina como venida de otro mundo. ‘When the Truth Is…’ es un número de esencia Motown pero de estructura caótica y ritmos algo rudos a los que Hamilton, cuya voz suena extrañamente duplicada, y Rostam añaden unos coros «doo wop she wop» producidos con un efecto fantasmagórico y un saxo que emerge ebriamente en diversos puntos de la canción. El precioso tema que cierra el álbum, ‘1959’, en el que Angel Deradoorian interpreta la bonita melodía principal, es una especie de villancico pasado por el filtro del Tim Burton más inquietante y ‘The Bride’s Dad’, de enternecedora historia sobre un padre irresponsable que acude a la boda de su hija años después de abandonar el núcleo familiar para ofrecer un discurso torpe, es una nana que crece hasta llegar al cielo, casi literalmente. Momentos sorprendentes y peculiares como este definen un disco que ha entendido el pasado lo suficientemente bien como para ofrecernos una visión distinta del mismo. El resultado es de los que perduran.
Calificación: 8/10
Lo mejor: ‘A 1000 Times’, ‘In a Black Out’, ‘When the Truth Is…’, ‘1959’
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