‘Que Dios nos perdone’ parece el convidado de piedra de los premios Goya. De las cinco películas principales, es la que menos nominaciones tiene (seis: película, director, actor, actor de reparto, guión y montaje), no es favorita en ninguna categoría (aunque Roberto Álamo se está subiendo a la chepa de Eduard Fernández) y es la que menos éxito ha tenido (154.185 espectadores, según datos del Ministerio de Cultura). Sin embargo, no tiene nada que envidiar a las otras cuatro. Ahora que se ha reestrenado en muchos cines, es un buen momento para descubrirla. Te damos cinco razones:
1. David Fincher en la Puerta del Sol. Mientras que la fabulosa ‘Tarde para la ira‘ evoca el cine mesetario de Carlos Saura, ‘Que Dios nos perdone’ invoca el espíritu del director de ‘Seven’ o ‘Zodiac’. La sordidez de los ambientes, lo escabroso de los asesinatos, la relación entre dos policías antagónicos, el montaje (a cargo del también director Fernando Franco) y algunos giros de guión (algunos, ya que otros como la escena del gato, resultan muy forzados) demuestran que el director Rodrigo Sorogoyen (‘Stockholm’) ha tomado buena nota de las enseñanzas del maestro de Denver.
2. No es otro thriller español envenenado de azules. ‘Celda 211’, ‘El desconocido’, ‘Cien años de perdón’… Basta ya de ver la calva de Luis Tosar color cian. Sorogoyen se desmarca de esa homogeneidad estética de cierto thriller español (que parece va a continuar con el próximo estreno de ‘Plan de fuga’) y logra un muy atractivo equilibrio visual entre la mugre castiza y la suciedad estilizada.
3. Los actores están como Dios manda: creíbles, intensos y sorprendentes. Aunque Antonio de la Torre empieza a estar peligrosamente encasillado en papeles de solitario introvertido, lo cierto es que su interpretación de poli bueno tartaja y asocial es impecable. El poli malo, Roberto Álamo (el hombre-tigre de ‘La piel que habito’), está impresionante. Tan fiero como vulnerable. Pero la revelación es sin duda un irreconocible Javier Pereira. Su personaje es una invitación a la desmesura. Sin embargo, el actor nunca cae en ella. Su interpretación está ajustadísima.
4. De Madrid… al infierno. Sin el contexto donde se desarrolla la trama (el Madrid tomado por los peregrinos católicos durante el verano de 2011), ‘Que Dios nos perdone’ sería un thriller muy apañado. Con éste, es un filme notable. Al situar la acción en el corazón de una ciudad en plena ebullición, el director alimenta la trama principal (la política entorpeciendo el trabajo policial) a la vez que propone estimulantes paralelismos y lecturas.
5. La música. No se ha destacado mucho ni está nominada a los Goya (sí estuvo, en cambio, a los Feroz), pero la potentísima banda sonora de Olivier Arson (ex McEnroe) es uno de los grandes aciertos del filme. Quizá se la pueda acusar de ser demasiado “intrusiva», pero es tremendamente eficaz. Sirve para muscular las secuencias de acción y para conseguir una atmósfera inquietante y enrarecida. 8.