Parte de la redacción evalúa el single de regreso de Katy Perry, anticipo de un nuevo álbum de la cantante aún por anunciar.
«Aunque la coartada «activista» y «contestataria» de la canción sea torpe y contradictoria, la jugada de Katy Perry apostando por el slow disco en su nuevo single funciona de maravilla, quizá porque no la vimos venir. Y es un decidido acierto: pop abiertamente comercial pero inspirador y diferente a la corriente imperante. Solo cabe esperar que en su cuarto álbum no se deje llevar demasiado por esa recién estrenada conciencia política y se centre en lo que esperamos de Katy: que nos siga divirtiendo». Raúl Guillén.
«Al margen de lo cuestionable de su letra, ‘Chained to the Rhythm’ supone un interesante giro en el sonido de Katy Perry. Lejos de la esencia infantiloide de ‘California Gurls’, ‘Birthday’ o ‘This Is How We Do’, ‘Chained to the Rhythm’ es más que un rompepistas para las discotecas, una espectacular canción pop que, sin embargo, no evoca la misma euforia que ‘Last Friday Night’ o ‘Roar’ ni la misma sensualidad que ‘Dark Horse’ o ‘I Kissed a Girl’ sino más bien un sentimiento de angustia, como si existiera al borde de un precipicio pero su bola disco se negara a dejar de girar. ¿No contiene el tema hasta cierto punto apocalíptico, sublimado en esa escalofriante coda góspel que repite «it goes on and on and on como si esa angustia no fuera a terminar nunca?» Excelente, en cualquier caso, lo nuevo de Perry que no parece estar conquistando firmemente las listas todavía… pero que suena de hecho mucho más grande y trascendente que ellas». Jordi Bardají.
«‘Chained to the Rhythm’ es un agradable medio tiempo que parece haber dedicado más a cuadrar una letra con el punto justo de ambigüedad política («creemos que somos libres» es una llamada a las calles) y pop (es una llamada a la pista) que a ofrecer algo tan directo como ‘Roar’ o tan siglo XXI como ‘Dark Horse’. Sin embargo, como hit mayor o menor cumple y tiene su enjundia: su ritmo disco nos retrotrae indirectamente a la campaña «disco sucks» que tuvo lugar en América en 1979, con mucho de racista y homofóbica… ¿Y desde cuándo América no lucía a los ojos del mundo tan racista como últimamente?». Sebas E. Alonso.
«No hablaré del mensaje de ‘Chained to the Rythm’, que eso ya lo hizo estupendamente Jordi; diré que el mensaje está insertado dentro de un cálido y sinuoso envoltorio discotequero, al que hay que sumar los innumerables ganchos: sílabas repetidas (ese “bubble-bubble” me recuerda mucho al ‘Price Tag’ de Jessie J, por cierto), grititos, coros con una pizca de épica (el estribillo es 100% Sia), featuring de Skip Marley, etc. Como resultado, una canción agradable de escuchar; espuma para los oídos. Pero, ay. Que a mí los ganchos no me enganchan. Ni el estribillo, ni los coros, ni… ‘Chained to the Rythm’ se me escurre. No logra atraparme, me distraigo enseguida. Y me temo que es algo que me pasa con Katy Perry desde ‘Prism’: que me aburren sus singles». Mireia Pería.