Desde el recibido por Rita Hayworth en ‘Gilda’ ha habido muchos bofetones en la historia audiovisual, y entre todos ellos es (in my opinion, Your Honor) digno de mención el que abre ‘The Good Wife’… y el que la cierra. Este último dejaba en el aire muchas posibilidades de cara a un spin-off que por fin ha llegado: CBS estrenará el doble episodio inaugural simultáneamente este domingo en Estados Unidos y en España (a través de Movistar+), protagonizado por Diane haciendo equipo con Lucca y una nueva compañera: Maia (Rose Leslie, Ygritte en ‘Juego de Tronos’). Aprovechamos para recordar cinco cosas que hicieron grande a la serie de Robert y Michelle King, y que esperamos tener presentes, de alguna manera, en su hermana pequeña. [Ndr: Ojo, los talibanes anti-spoiler podrían sentirse ofendidos con algún fragmento del texto.]
La educación de Alicia Florrick
Esa frase es la respuesta a “¿de qué trata la serie?” según sus propios creadores. Muchos tardamos en darle un voto de confianza a “un procedimental de abogados” y acabamos viendo que es una serie con abogados para los que odian las series de abogados (y sin tener que recurrir al ritmo trepidante de ‘Damages’ o ‘How to get away with murder’). ‘The Good Wife’ trata de muchas cosas, pero lo principal probablemente sea eso, la evolución y madurez de su personaje principal, que abandona cada vez más su papel de “buena esposa” a medida que se descubre a sí misma como persona independientemente de su rol como madre/esposa/novia, a medida que se permite cruzar límites, equivocarse, aprender, arriesgarse, ganar, perder y, sí, también tener ambiciones y decidir en base a su ambición y al cinismo del mundo que le rodea. De la mujer que existe al final de la serie no podemos decir si es buena o mala sin grises, pero sí podemos decir que es más libre, y que sus decisiones realmente le pertenecen. Por mucho que, como bien sabe Eli, Santa Alicia venda mucho.
El mimo con los secundarios… y hasta invitados
Eli Gold podría ser una razón en sí. También Diane. O David Lee. O Will. O Cary. O Elsbeth Tascioni. O Louis Canning. O Colin Sweeney. O el Juez Abernathy. O Nancy Crozier. O Lemond Bishop. Y podríamos seguir. El cuidado en los detalles de los personajes secundarios, y el esmero también con las estrellas invitadas, con un humor muy particular, fue una de las grandes bazas de la serie. Por suerte, se ha confirmado que este domingo recuperaremos no solo a Diane sino también a alguno de esta lista, como por ejemplo a una pelirroja que no sabe cómo sabe la mitad de las cosas que sabe.
Un personaje tan apasionante como Kalinda Sharma (y un feud que ni el de Ryan Murphy)
Ella tenía que ir aparte, por supuesto. El que fue probablemente el personaje más magnético de la serie empezó como una especie de Lisbeth Salander con algo más de habilidades sociales (no muchas) que, a pesar de su desconfianza general, cuando confiaba en alguien lo hacía a lo grande, como bien saben Will, Cary y Alicia. Los King quisieron aprovechar el diamante en bruto dándole a la joven investigadora varias tramas (entre ellas una que dividió a los fans, helado mediante, sobre si se estaban pasando de rosca), pero hubo una trama que no pudieron controlar: la relación real entre Julianna Margulies y Archie Panjabi. Las malas lenguas dicen que Margulies envidiaba el éxito y los premios del personaje de Panjabi, y Margulies a su vez se quejaba de que no se hablaría de esto si fuesen dos hombres; sea como sea, el caso es que los dos personajes dejaron de repente de compartir escena, solo hablaban por teléfono, hasta llegar a ese “reencuentro” que no era tal… no sabemos a ciencia cierta qué pasó entre ellas pero afectó negativamente a la serie, que se quedó con un hueco dejado por este personaje y su amistad con Alicia… un hueco que ni Jason ni Lucca, aunque no fuesen malos personajes, pudieron llenar.
La mirada pegada a la actualidad
Su propio punto de partida en sí, calcado al del escándalo de Elliot Spitzer, ya avisaba de las intenciones de reflejar los temas de más rabiosa actualidad (a veces incluso adelantándose a ellos, como en el caso de Strauss-Khan). A lo largo de las temporadas se han llevado, explícita o implícitamente, temas como Ferguson y el movimiento #BlackLivesMatter, Snowden y la NSA, la carrera de Hillary hacia la presidencia (ni a los guionistas de la serie se les ocurrió el giro de guión que ha dado nuestra realidad), las violaciones en universidades, los atentados de Boston, las demandas en el mundo de la música por la frontera entre plagio y sample, el cabreo de Zuckerberg con ‘The Social Network’ y, por supuesto, el fuerte protagonismo de Internet y las nuevas tecnologías en la serie, no solo con Twitter o Google (Chumhum), sino haciendo que el espectador medio aprendiese sobre Reddit, Anonymous, Bitcoin o la Deep Web.
Y ‘Thicky Trick’
Y las escenas sexuales-sin-sexo, especialmente en ascensores (ay, ese esperado momento con ‘Any other world’). Y todos los elegantes trucos que sus guionistas tenían para bordear la línea de lo que se puede hacer y lo que no, sexo aparte, en la televisión en abierto (y que en ‘The Good Fight’ no van a tener que hacer). Y la maravillosa quinta temporada, su Boda Roja particular (o Bodas Rojas) y su tratamiento ejemplar y crudo del duelo y de la imprevisibilidad de la muerte, que por momentos recordaba a ‘A dos metros bajo tierra’. Y la música. Y la visión tan sarcástica y a la vez realista de la política, que luego han continuado en ‘Braindead’. Y ese papelón de John Noble, quizás el mejor rol episódico de la serie. Y el vestuario de gente pija de Chicago (no nos engañemos). Y un millón de razones más que nos hace tener muchísimas ganas de ver qué es lo que nos tienen preparado los King en su regreso al Universo Florrick –aunque sea sin los Florrick–.