El reggaeton es el género que pone sonido a esta generación, a mi generación, por mucho que le pese a los más puristas. Es un hecho cargado de simbolismo: su explosión en países como España es un puñetazo al colonialismo. Esta contracolonización está siendo liderada en buena parte por José Álvaro Osorio Balvin, o mejor dicho, J Balvin, que anoche dio una demostración de ese poder latino ante 5.000 personas en Madrid.
El colombiano escogió el formato pequeño (ring) del WiZink Center para su gira ‘Energía’, que ya tuvo fechas en Roma, París, Bruselas, Berlín y Barcelona y ha servido como una toma de temperatura para comprobar si en un futuro puede llenar grandes recintos sin lonas negras de por medio. El concierto comenzó con ‘Veneno’, del álbum que da nombre a la gira y seguidamente Balvin atacó con ‘Safari’, el hit con Pharrell y Bïa.
El artista también dio un repaso a temas anteriores como ‘Tranquila’, ‘6AM’ o ‘Yo te lo dije’ y el show contó con más empaque al estar acompañado por una banda con teclado, bajo, guitarra, batería y coros llamada La Familia (como su disco de 2013), otro argumento más que explica que esta revolución musical liderada por el paisa no esté producida solo con autotune.
Con ‘Pierde los modales’ el ambiente ya estaba más que encendido y se cumplieron unos cuantos clichés de los conciertos más mainstream: el músico movilizó a las masas pidiéndoles que cantaran estribillos o “uuhs”, subió a un niño a cantar con él en el escenario y cogió con gusto las camisetas, pañuelos, gorras, banderas y sujetadores que le lanzaron a la tarima.
Balvin es excéntrico, como cualquier estrella del pop. Buena parte del concierto la pasó enfundado en una chupa blanca de cuero sin importarle estar empapado en sudor ni a mitad del set; sin embargo, derrochó carisma y sensibilidad en canciones como ‘Ahora dice’ o ‘La ocasión’.
Han pasado trece años desde el lanzamiento de ‘Barrio Fino’ de Daddy Yankee, un disco que sentó cátedra en el género y cuya ‘Gasolina’ es hoy parte del reggaeton old school que ha sido una gran fuente de inspiración para el intérprete de ‘Ginza’, que sonó cerca del final. Mucho ha cambiado desde entonces: el componente bling bling ha ido perdiendo dureza hasta ir encontrándose con el pop, una transformación que abandera Balvin por composiciones como ‘Snapchat’, un himno con beats elegantes que demuestra este viraje.
Por otro lado, hay que recordar que a pesar de que este estilo haya incorporado elementos más pop, como ese dulce y coreado remix de ‘Sorry’ de Justin Bieber en español, el colombiano no siente vergüenza de llamar a su música reggaeton, un hecho que le dota de más singularidad.
Antes de concluir con la amorosa ‘Sigo extrañándote’, se dirigió explícitamente a ese grueso del público compuesto en buena parte por jóvenes migrantes latinos de primera y segunda generación, cuando pidió que “nunca dejen de soñar”, algo que supone una confirmación del carácter aspiracional que ofrece el cantante. Balvin es un referente no solo por llevar con orgullo su identidad —él también ha migrado— sino por estar fuera de los malos estereotipos asociados a Medellín y lo más importante es que lo ha conseguido a través de la música. Foto: Eliana Hincapié.