‘The Amazing Spider-Man 2: El poder de Electro’ consiguió unir como pocas veces a crítica y público: la peor película de la saga fue también la menos taquillera. Hasta la también horrorosa ‘Spider-Man 3’ recaudó más. Las consecuencias no se hicieron esperar. Sony canceló la tercera parte y firmó un acuerdo con Marvel para incluir al hombre-araña en su “universo cinematográfico”. Para esta nueva etapa, han vuelto a los orígenes, “a casa”: un Peter Parker más joven, como el de los cómics, y un director, Jon Watts, curtido en la serie B (‘Clown’, ‘Coche policial’), más parecido a Sam Raimi que al indie Marc Webb. Te damos cuatro razones para dejarte atrapar en la telaraña de ‘Spider-Man: Homecoming’ y una para odiar a Marvel:
1. La mezcla de blockbuster superheroico y comedia de instituto funciona muy bien. Peter Parker quiere atrapar a los malos, pero también llevar al baile de fin de curso a una compañera. Quiere hacer méritos para entrar en el dream team de Los Vengadores, pero también grabar sus hazañas en vídeo. Quiere vigilar la ciudad, pero también quedarse en casa construyendo la estrella de la muerte con figuras de Lego. Este contraste entre dos mundos, el adulto y el juvenil, las callejuelas y el instituto, el superhéroe profesional y el becario entusiasta, dotan a la película de una vitalidad y un encanto irresistibles.
2. El sentido arácnido… y el del humor. La pareja de guionistas Jonathan Goldstein y John Francis Daley proviene de la comedia: ‘Como acabar con tu jefe’, ‘El increíble Burt Wonderstone’, ‘Vacaciones’… Y se nota. ‘Spider-Man: Homecoming’ funciona mucho mejor como relato humorístico que como película de acción. Las torpezas que comete el novato superhéroe, los gags a costa del universo Marvel, la complicidad entre ese dúo cómico que forman Parker y su amigo Ned, y la broma post-créditos son mucho más atractivas y tienen más fuerza que todas las secuencias de acción juntas.
3. El Buitre. Hasta la elección de Michael Keaton como el supervillano es graciosa. Pero más allá de la broma con ‘Batman’ y ‘Birdman’, Vulture es un personaje que vuela alto. Tiene la suficiente personalidad y peso dramático como para no ser considerado una simple diana donde el héroe clave al final sus dardos. Además, a través de un afortunado giro de guión, es capaz de rasgar la tela de araña que mantenía en equilibrio a los dos mundos: la comedia juvenil y la película de superhéroes.
4. El prólogo y los créditos finales. Comenzar la película presentando a Vulture antes de convertirse en Vulture es un acierto. Proporciona densidad psicológica al personaje y establece un sugerente paralelismo entre el novato supervillano y el posterior novato superhéroe. Pero terminarla con el ‘Blitzkrieg Bop’ de los Ramones acompañando unos fantásticos títulos de crédito (con secuencia intermedia incluida) es para levantarte a bailar encima de la butaca.
5. El clímax final es el mismo de siempre. A pesar de que Jon Watts es también casi un becario en esta superproducción, se las ha apañado muy bien para dotar de personalidad a su película. Por lo menos un rato. Luego es como si hubiera llegado el Tony Stark de los estudios y le hubiera pedido que se echara a un lado, que él dirigía el final. El resultado es el mismo duelo aparatoso, alargado y rutinario de todas las películas de Marvel. Tampoco es que las anteriores secuencias de acción fueran muy originales (otro edificio emblemático, otro ascensor a punto de caer al vacío…), pero el final es un simple corta-pega. Menos mal que luego suena ‘Blitzkrieg Bop’. 7,5.