Isabel Coixet se ha convertido en «trending topic» en España por varias cuestiones. En primer lugar, se ha viralizado una supuesta carta suya en la que se dice que «la región de Cataluña nunca ha existido como una entidad política independiente» y que «Cataluña no está oprimida», entre otras cosas como «en las últimas elecciones regionales, los partidos pro-secesión decidieron unirse en torno a un solo tema -independencia- y no sólo no lograron obtener la mayoría de los votos, sino que también perdieron votos en relación con las elecciones anteriores».
La carta no ha sido escrita por Isabel Coixet y según Verne, ha circulado por internet durante meses atribuida a diversas autorías, incluso en inglés. La directora de cine ha acudido a Instagram para negar que haya escrito ese texto y también para pedir la dimisión de Mariano Rajoy. Además, ha escrito una columna para El País en la que narra que la han llamado «fascista» por tercera vez esta semana por no ser independentista. Hoy, a la tercera, ha decidido contestar a quienes la han insultado y escribir este texto.
Coixet, que en declaraciones a Verne ha recordado que no ser independentista no significa ser «ni del PP ni de Ciudadanos» («Significa simplemente que pensamos que ser catalán y ser español no son conceptos antagónicos»), se desahoga: «No importa que condenes absolutamente la brutalidad policial o que pidas (ya desde mucho antes que todo esto pasara) la dimisión inmediata de Rajoy. Como a la vez que condenas el comportamiento del Gobierno, no condenas la actuación del Govern, inmediatamente eres un enemigo, fascista, fascistoide, franquista, la hez. Y piensas en todo el miedo que se ha instalado como esporas en la piel de los que callan y en secreto vienen a decirte que están contigo, que te agradecen lo que haces, que ni en la intimidad del hogar pueden hablar para que los niños no les oigan y en el cole no se metan con ellos. No hablo de anécdotas: esta es la realidad que vivimos los de aquí. La fractura pasmosa de una sociedad que convivía en paz y sin temores, con diferencias lógicas de opiniones y valores y criterios, pero con respeto».
No obstante termina restando hierro al asunto, calificando su situación como «problema de primer mundo»: «no cambiaría por nada esta seca y silenciosa tierra de nadie en la que me hallo, en la que sé que muchos nos hallamos, en la que no suenan himnos ni gritos ni proclamas, en donde el aire solo mueve banderas blancas que susurran al viento «socorro» con la vana esperanza de que alguien, en algún lugar, alguna vez, antes de que sea demasiado tarde, las escuche».