Aunque Enrique Bunbury defina el sonido de su nuevo álbum, ‘Expectativas’, como “contemporáneo”, yo insisto en ver más atemporalidad que modernidad en su sonido. Es decir, es contemporáneo en una medida similar a la que lo era ‘The Next Day’ de David Bowie, mostrando la vigencia imperecedera de sus propios logros pasados, dándolos una vuelta. Como en aquel fabuloso disco, antecedente al triste pero glorioso final de su vida y carrera, en ‘Expectativas’ también pasea el fantasma del Mayor Tom: en los saxos inspirados en la música popular centroafricana –de Nigeria (Fela Kuti) a Etiopía (Mulatu Astatke)–, en los sintetizadores reminiscentes del rock progresivo, en cajas de ritmo minimalistas de inspiración kraut, en exuberantes bajos y guitarras glam… Hasta en los guiños a Arcade Fire y LCD Soundsystem coinciden el maño y la Estrella Negra a la que no nos cansamos de llorar/adorar.
‘Expectativas’ es (o lo parece) un, quizá inconsciente e inevitable, homenaje a Bowie tras su desaparición, pero no lo es de una manera forzada o impostada: es una nueva máscara del exHéroe del Silencio que no desentona, en todo caso, con la ética que siempre ha exhibido. Aún no siendo un dechado de originalidad –ni lo pretende, supongo–, este ejercicio, emparentado con su precedente ‘Palosanto’ (donde aquel el gospel se convertía en una herramienta fundamental), revitaliza la carrera de Bunbury hasta el punto de hacerle conectar con los que, como confieso es mi caso, no llegamos a encontrar interés en su obra post-Héroes (salvo en su disco con Nacho Vegas, por ser un paso bastante osado). Diría, incluso, que puede que aquellos fans de Vetusta Morla, Iván Ferreiro y otros proyectos del indiemainstream podrían llevarse un sorpresón.
El diseño de producción de ‘Expectativas’ –algo que para él forma parte de su esencia como artista, según nos explicaba él mismo– es tan sugerente y bien medido (el sonido contundente de bajos y baterías da un sólido equilibrio a guitarras, sintes y vientos) que funciona como maquillaje que disimula las composiciones menos inspiradas del conjunto (‘La ceremonia de la confusión’ –que sirve de solemne arranque pero cuya épica no representa al resto del álbum–, ‘Mi libertad’) y las hace no ya potables sino interesantes (la palma se la lleva, quizá, ‘Bartleby (Mis dominios)’, que sería mucho menos sin sus arreglos). Estos afectan al dinamismo de la obra, claro, pero, por otra parte, es algo casi accesorio al constatar que ‘Expectativas’ es su colección de canciones más atractiva en muchos años.
Porque en él la balanza entre gancho, actitud, coherencia y emoción está muy conseguida, gracias principalmente a composiciones bien esculpidas, tanto lírica como musicalmente. Así lo certifican el boogie ‘La actitud correcta’ (donde pone en su sitio a algunos compañeros de profesión desde la experiencia del que se mantiene en la cima durante 3 décadas), la inspiradísima conexión política/apocalíptica de ‘En bandeja de plata’, ‘Al filo de un cuchillo’ y ‘Cuna de Caín’ –hoy casi proféticas–, el dardo indisimulado al conservadurismo disfrazado de dulce y genuino soul de ‘Parecemos tontos’, la invitación concienciada a la pista de baile (inspirada por ‘Reflektor’ de Arcade Fire, no lo olvidemos) de ‘Lugares comunes, frases hechas’ y declaraciones de amor de esas que sobrecogen como ‘La constante’ y ‘Supongo’. Supongo que habrá algunos tiquismiquis que, como yo, hubieran agradecido una contención incluso mayor de la que palpablemente hay en la interpretación vocal de Bunbury. Pero quién es el guapo que le pide que renuncie a su esencia cuando trae un disco así de sólido.
Calificación: 7,2/10
Lo mejor: ‘Cuna de Caín’, ‘Parecemos tontos’, ‘La actitud correcta’, ‘La constante’, ‘En bandeja de plata’
Te gustará si te gustan: Vetusta Morla, Iván Ferreiro, Niños Mutantes
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