«En 2017 he sido una mamá futbolista en Portugal, pero en 2018 voy a volver a por vosotros». Estas son las palabras que Madonna ha pronunciado durante una entrevista en el programa estadounidense de Kelly & Ryan, en la que, por lo demás, lo más significativo que ha hecho ha sido bromear sobre su sobrepeso. En sus foros de fans la gente ya se pregunta si estas palabras confirman que en 2018 tendrá nuevo álbum en la calle, pues al fin y al cabo cumple 60 años y tuvo disco nuevo los años en que cumplió 40 y 50; si quiere decir que en 2018 lo grabará o si se refiere a que realizará una gira, pues en otro momento de la entrevista asegura que «pronto» hará un tour porque «se va a volver loca» si no lo hace. De su supuesta nueva película, ni rastro.
Madonna ya había dicho que había empezado a trabajar en nueva música, si bien había indicado que estaba aún en la fase primigenia del proceso, pensando en co-autores y orientación artística, inclinándose hacia lo político aunque desde un punto de vista personal, pues no se sabe «quién será el presidente de Estados Unidos» cuando el álbum llegue a la calle. Con estas vagas palabras se abría la veda de «meltdowns» habituales que han sido los lanzamientos de la cantante durante la última década: una falta de discreción absoluta sobre la grabación de los mismos que conlleva la especulación constante de sus seguidores y por tanto la generación de abrumadoras expectativas que luego es imposible cumplir; como consecuencia la decepción en ventas y crítica; las constantes filtraciones; y en última instancia las portadas en El País y la prensa amarilla británica insistiendo en la idea de que está acabada, pese a que sus giras siguen estando entre las más recaudadoras del mercado.
Aunque ya nadie se acuerde, los últimos discos de Madonna comenzaron teniendo buenas críticas: ‘MDNA’ llegó a tener un 77/100 en Metacritic gracias al apoyo de AllMusic, NME o Q Magazine, que lo llegó a situar como su mejor álbum desde ‘Ray of Light’. ‘Rebel Heart’ también fue alzado como su mejor disco en 15 años a tenor de las 6 canciones de adelanto que se presentaron en Navidad. Pero ambos después fueron valorados con peores calificaciones -sobre todo el primero- y, a tenor de su decepción comercial -en el caso de ‘Rebel Heart’ agravada por la filtración del disco con mes y medio de antelación-, la corriente de opinión se ha quedado claramente con solo lo malo… aunque luego todo vuelva: ‘Hard Candy’ fue muy mal considerado cuando salió y ahora parece asumido que como mínimo estaba bien cohesionado, y ya se oyen voces en los comentarios de Youtube o en nuestros foros que elogian lo «infravalorado y divertido» de ‘Gimme All Your Luvin’, una canción que se sigue pinchando y bailando en los mejores antros 6 años después. Calculo que en 2019 se empezará a decir que lo que hizo Madonna con Diplo y Kanye West no estaba nada mal y que ‘Bitch I’m Madonna’ es un clásico.
Pero son excepciones: la percepción generalizada es que Madonna hace tiempo que no da pie con bola. La noticia es que se cayera en los Brits, no que se levantara y terminara la canción con la coreografía prevista y la mejor sonrisa de su vida. Rara vez se recuerda que ‘MDNA’ dio a Madonna un Globo de Oro, una Super Bowl con gran audiencia y excelentes críticas, y la convirtió en 2012 en la artista de cine, música o televisión que más dinero ganó en su año. O que ‘Rebel Heart’ fue el primer disco mainstream en contar con las producciones de BloodPop -que luego se haría de oro con Justin Bieber- o SOPHIE. Ni se recuerda que de hecho el disco estuvo entre lo mejor del año para Rolling Stone, AllMusic o Popjustice. O que ambos fueron de los álbumes más vendidos de su año en todo el mundo. Parece que no hay término medio para Madonna: todo le tiene que salir de 10 para que deje algo parecido a un buen sabor de boca. Y ahí la autora de ‘Express Yourself’ (ya sabéis, «don’t go for second best baby» porque «second best is never enough») también tiene una parte de responsabilidad, y no solo por lo alto que tiene el listón.
Aunque sigo entendiendo ‘MDNA’ no como una venida de Cristo pero sí como un disco post-divorcio muy divertido con final de resaca y ‘Rebel Heart’ como uno de los álbumes más honestos, trabajados y ricos de su carrera, y ambos me parecen bastante superiores a los últimos lanzamientos de coetáneos como U2, Depeche Mode o Morrissey; su acabado no está a la altura de lo que se espera de la que fuera la Reina del Pop. Las ediciones físicas son paupérrimas sin letras ni diseño de interés, la masterización y mezcla no están optimizadas ni para vinilo ni para iTunes ni para CD, y los vídeos presentados y salvo un par de excepciones están entre lo peor que ha rodado, como es el caso de ‘Living for Love’ y ‘Ghosttown’. Sus ovarios llegaron a rechazar un buen concepto de videoclip de Joseph Khan (la vieja Madonna enfrentándose a la nueva Madonna) que seguramente este haya terminado utilizando con Taylor Swift, pues ya dijo que usaría esa idea para otro artista.
No parece casualidad que pese a los acuerdos con Live Nation e Interscope, estos últimos discos sean autoediciones de su compañía Boy Toy. Está muy bien que las decisiones artísticas las tome ella, pero son muchos los seguidores que desean un regreso a Warner, en busca de tijera, edición, sobre todo orden para secuenciar un disco, concreción de conceptos y, de hecho, márketing. Una campaña de márketing que devuelva algo de misterio a su carrera, que sepa hacer ver al público que si tan solo saca 3 singles cada 4 años y nunca colabora en discos ajenos, tanto no buscará al público joven, y que si ni hace giras de «greatest hits» ni de aniversario de ‘Ray of Light’ o ‘Like a Prayer’ tan desesperada como todo el mundo asume que está no debe de estar.
O que simplemente sepa cómo vender y orquestar el material que vaya a grabar. Por lo pronto, este anuncio tan prematuro en un programa al que no tenía ninguna necesidad de ir porque no tiene absolutamente nada que contar que no sea lo bien que le va para la cara su crema de cientos de dólares, es una mala señal: la sobreexposición de la grabación del disco anterior en Instagram no le hizo ningún bien, el exceso de noticias sobre el álbum en esta red social seguramente tuviera algo que ver con la inagotable filtración de maquetas, y los eternos anuncios «regreso pronto» que en 2014 se alargaron durante una primavera, un verano y un interminable otoño terminaron desesperando incluso a sus seguidores. Flaco favor va a hacerle que la historia se repita exactamente en 2018. ¿No puede aprender algo de su colega Beyoncé, que graba todo en sumo secreto, por mucho que implique a Eminem, J Balvin o Ed Sheeran?