Las 40 mejores canciones de The Cranberries y Dolores O’Riordan

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Las 40 mejores canciones de The Cranberries y Dolores O’Riordan

20
Not Sorry
1993

Hay letras de O’Riordan que se perciben vagas y repetitivas, pero esta… no. La repetición de su estrofa funciona perfectamente como metáfora del despecho obsesivo de la cantante en esta canción que simplemente no puede salir de su bucle de mentiras y engaños. Stephen Street realiza aquí una de sus mejores labores, con ese elemento de percusión que avasalla a destiempo en segundo plano y esas tristonas notas de piano que abren y cierran esta canción circular. Casi se percibe la bruma irlandesa en la producción, procedente del corazón de la artista, aquí tan negro como el artwork del disco.

19
Salvation
1996

Paradigma de la canción que horroriza a la crítica por su letra tan subyugante como obvia contra las drogas («no lo hagáis porque no es lo que parece», «atad a vuestros hijos a sus camas, limpiad sus cabezas»), ‘Salvation’ tenía al menos un estribillo icónico: «Salvarse es gratis». Las drogas, no. La canción era toda una rareza para ellos gracias a su trepidante ritmo punk, acompañado en un puente por unos inesperados vientos del tipo ska. Pasando a toda pastilla en sus escuetos 2 minutos 20 segundos de duración, solía ser el momento más salvaje de sus directos y forma también parte de la historia por su vídeo dirigido por Olivier Dahan, el que después dirigiría la imprescindible ‘La vie en rose’, sobre la vida de Édith Piaf.

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18
Forever Yellow Skies
1996

Con U2 en horas bajas, The Cranberries fueron el grupo más vendedor del mítico sello Island durante 1994 y 1995. Después, comenzaron los desencuentros, siendo el primero conocido el deseo del grupo de lanzar este tema como single, no correspondido por la compañía. ‘Zombie’ fue emulada con torpeza en ‘Hollywood’ (1996) y ‘This Is The Day’ (2001), pero esta canción sería la mejor réplica de su energía: como aquella está llevada por la batería y el bajo, con una muy puntual explosión de guitarras, pero aquí siendo estas muy diferentes, más post-punkies y un tanto glam y menos post-grunge. El tema es un absoluto tiro bajo la producción del también fallecido Bruce Fairbairn, que termina en batucada (!), y además tiene la gracia de dar color al disco en que se incluía: carcasa del CD y vinilo eran amarillos, como los cielos del título. ¡El físico importa!

17
Shattered
1999

El exceso de arreglos de ‘To the Faithful Departed’ da paso a un uso mucho más mesurado de cuerdas y arreglos en el disco siguiente. Esta desgarrada canción, no en vano llamada ‘Shattered’, es la canción más otoñal de su carrera, no solo en lo musical: «Todos los niños han vuelto al cole / ha acabado el verano / es la regla de oro / Y yo también voy a salir a jugar / así que apártate de mi vista». Un deseo de regresar a la inocencia frente a la decepción del amor («no soy muy aficionada ni a ti ni a tus mentiras») cargado también de superación y despecho («no me gustas / no te comprometas»). Sublime y cortante final, ya sin arreglos de cuerdas, en «Please, don’t stand in my way».

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16
No Need to Argue
1994

‘No Need to Argue’ se cerraba con la canción que le daba nombre, válida por su título como propuesta pacífica en respuesta a la beligerante ‘Zombie’. Pero al margen de lo apropiado del nombre, esta es claramente una canción de desamor, costumbrista, que recuerda «los días en que nos quedábamos viendo pelis en el sofá del salón», para dejarlos para siempre atrás, puesto que «ya no hay necesidad de discutir más / di todo lo que pude y lo único que me he hecho es daño». Inicialmente llamada ‘Special’ (hay un guiño en la carta que Stephen Street ha mandado a Rolling Stone esta semana), se acompaña únicamente de un órgano de iglesia, en sintonía con la temática religiosa y familiar de ‘Ode to My Family’, haciendo que misteriosamente todos los extremos del segundo disco tuvieran sentido unidos. Como curiosidad freak, escuchada con cascos de primera calidad, presenta una lejanísima guitarra acústica marcando el ritmo, elevando un grado más su sensación de intimismo e introspección.

15
When You’re Gone
1996

La por algunos considerada segunda parte de ‘Ode to My Family’, por su fuerte influencia del doo-wop y presentar acordes muy similares, es esta canción de amor estilo años 50, chasqueos de dedos incluidos, que simplemente habla de echar de menos a alguien «cuando no está». Esta semana ha sido una de las canciones más recuperadas de Cranberries porque, obviamente, Dolores ya «no está»: inmersa en un disco sobre la muerte llamado precisamente ‘To The Faithful Departed’, siempre tuvo ese doble sentido, el de «echar de menos» a alguien sin más, y el de la muerte. Mención especial al piano que entra en la segunda estrofa, desenredando unos sencillos acordes en caída hacia el final, en contraste con los redobles de la batería, algo bastante raro en una canción de este estilo. Esa fue una de las claves del sonido Cranberries: la conjugación de clasicismo y rock.

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14
Daffodil Lament
1994

Para la edición de su primer recopilatorio ‘Stars (1992-2002)’, esta semana arrasado en las tiendas (al fin entrará al Billboard 200 tras vender 400.000 copias fuera de lista, y ahora directo al top 20), Cranberries hicieron una encuesta entre sus fans a través de su web para elegir el mejor «no single» de su carrera. El elegido fue este corte de 6 minutos, sin estribillo, y en varias fases, a través de las cuales Dolores va intentando superar el dolor de una relación dañina y algo abusiva. Hay parte de superación, posiblemente con algún tinte feminista («he decidido dejarte para siempre / he decidido empezar de cero / ni rayos ni truenos lograrán cambiar lo que siento»), aunque quizá culmina un «lamento», quizá cierto remanso de paz y asunción. Su segunda parte musical podría considerarse la religiosa ‘Electric Blue’ (1996) y el experimento desestructural volvería a tener lugar en ‘Wake Up and Smell the Coffee’ (2001) y ‘Black Widow’ (2007), pero ya con resultados menos genuinos.

13
Sunday
1993

Cranberries tienen una canción llamada Sunday aunque Dolores no supiera quiénes eran los Sundays, e iba a ser el tercer single de su debut (existe un «radio edit» sin la icónica intro orquestada), aunque se abortó porque ‘Zombie’ ya estaba compuesta desde 1993 y aguardaba como hit mundial desde hacía meses en un cajón. ‘Sunday’ habla claramente de lo que te hace sentir el primer amor («mis pies no tocan el suelo / no sé ni dónde estoy / ¿de verdad tienes que cogerme de la mano?»), aunque el chico idolatrado es una figura aquí desconcertante, inasible y manipuladora: «¿Sabes dónde podemos ir? / Algo dentro de ti quiere dejarme a un lado». La canción es una de las más indie pop que tienen -muy obviamente las guitarras y punteos son de Noel Hogan en este caso y no de Dolores- pero está redondeada por los reposados arreglos de cuerda mencionados, siempre ideados por la cabeza de Dolores.

12
I’m Still Remembering
1996

Otra de las canciones maravillosas que Dolores O’Riordan escribió completamente en solitario, reflexionando sobre sus dificultades para asumir la fama, preguntándose «¿Ha cambiado el mundo o lo he hecho yo?» y afirmando a duras penas «Intento seguir adelante / sin volverme loca». El puente recordaba a famosos que murieron antes de tiempo, como Kurt Cobain o JFK, asegurando que «los mejores son los primeros en dejarse caer», e ignorando -o quizá no– que ella misma engrosaría esa lista. Pero ante todo, ‘I’m Still Remembering’ es una preciosa canción de amor sobre la necesidad de apoyarse en el hombro de una pareja, en la que los «I need your affection all the way» del final, fundidos con un punteo muy The Cure en «fade out», están entre los momentos más hermosos de su discografía.

11
Just My Imagination
1999

‘Just My Imagination’ no conquistó las listas de ningún país, pero sí sirvió para devolver ‘Bury the Hatchet’ al top 10 de ventas en España meses después de su edición. Se trata de una alegre composición sobre «mantener la fe en el amor», «salir el viernes y quedarte en la cama hasta el domingo» y «vivir por el amor, y no por la realidad», decorada con un arreglo un tanto irlandés y por unos «la-ah-ah» finales que no pueden ser más Morrissey, exactamente circa ‘The Boy With the Thorn In His Side’. Significativo cambio de tiempo verbal en la tercera estrofa respecto a la primera, transformando el pasado en futuro, y la posibilidad -«la imaginación»- en «realidad».

10
Ridiculous Thoughts
1994

Si hay un single extraño en la carrera de Cranberries es este ‘Ridiculous Thoughts’, dada su intro de un minuto con Dolores cantando sin letra en particular, en plan mezzosoprano. Siempre presente en sus directos en la última parte del set, ha sido una de las favoritas de sus fans de toda la vida, gracias a la feroz energía que O’Riordan desprende durante toda la canción, pero muy especialmente en los insistentes, desesperados «you’re gonna have to hold on to me» del final, que no pueden sonar más a autoengaño. En una de las versiones de su videoclip salía un pequeñísimo Elijah Wood.

9
Dreaming My Dreams
1994

Las baladas acústicas o electro-acústicas han sido abundantes en la carrera de Cranberries, desde ‘I Will Always’ (favorita del bajista Mike Hogan) hasta ‘Saving Grace’, pasando por la cara B ‘Away’ que apareció en alguna banda sonora. Pero pocas han recibido tanto cariño como ‘Dreaming My Dreams’: recuerdo que en la facultad a una compañera periodista musical le horrorizaba el grupo y «solo le gustaba ‘Dreaming My Dreams'» y lo mismo se ha podido leer más o menos esta semana a algún forero de Popjustice. Estamos ante una balada realmente «onírica», de recreación en el amor, que Dolores escribió para su marido y mánager Don Burton durante el día de Navidad de 1993, tras conocerle en la gira con Duran Duran (era su tour manager). La propuesta de amor se va repitiendo sobre capas y más capas de autocoros y violín, hasta llegar al bonito punteo final.

8
Promises
1999

Benedict Fenner figura como co-productor de ‘Bury the Hatchet’, junto al propio grupo, pero siempre he tenido la impresión de que ellos metieron bastante mano y por eso hay algunas cosas a mejorar en ese plano. Una de ellas es el hecho de que ‘Promises’ rugiera mucho más en su versión en directo, y en su versión «radio-edit», cuya energía incuestionable sí se prestaba a ser escuchada en bucle. Se trata de una canción que celebra la llegada del divorcio a Irlanda, y que por tanto aparece llena de pullas ante las «promesas rotas», tamaño «porque apostaste, ahora tendrás tu merecido». La canción, con el mejor pre-estribillo de su carrera («why can’t you stay here a while?»), tuvo buenas críticas en NME (¡¡NOTICIÓN!!), pues a una de sus redactoras le dio por elogiar la fuerza de la voz de Dolores en contraste con la de Andrea Corr ; y un vídeo kitsch a cargo de Olivier Dahan que parece haber influido en el trabajo de Bayona para Camela.

7
Empty
1994

Apareciendo en ‘No Need to Argue’ inmediatamente después de la antibélica ‘Zombie’, casi sin ni un segundo de separación entre ambas cuando no se parecen en nada, ‘Empty’ siempre sonó como si estuviera dedicada a un soldado muerto en plena batalla: «Algo se ha ido de mi vida / y no sé adónde ha ido / algo me hizo luchar / sin que fuera lo que yo estaba buscando». Después, la narración se pregunta por los sueños robados, pide una oración y habla de «identidad robada»: sin duda está al habla una persona que ha fallecido, al menos de una manera metafórica; de sentir un insoportable «vacío». Al margen de su inspiración, ‘Empty’ es otra composición muy, muy particular, que se permite el lujo de contar con una larguísima intro, una insistente outro y un recitado precipitado en medio, contenido en el mismo disco en el que Dolores se atreve a recitar un poema de Yeats después de que la llamaran reiteradamente «paleta». La sección de cuerda de nuevo ideada por Dolores termina de dar un acabado épico a esta gran obra maestra que también escribió sola.

6
Animal Instinct
1999

Aunque desconocida en los países anglosajones, ‘Animal Instinct’ es uno de los grandes clásicos del grupo en países como el nuestro, siempre de las más celebradas en vivo, y a la postre más exitosa en las plataformas de streaming que el primer single de ‘Bury the Hatchet’, ‘Promises’. Desde que sus cuatro acordes resuenan a través de varias guitarras acústicas tocadas a la vez (o quizá la misma pista autodoblada), la canción se reconoce y narra la historia de cómo Dolores, mientras toma una taza de té, de repente empieza a sentirse «totalmente estresada y deprimida».

La letra, de nuevo ridiculizada por su boba cotidianidad, tomaba un nuevo cariz cuando se descubría que la cantante era una persona acechada por la depresión y un desorden bipolar, si bien su letra narra con orgullo cómo hacer frente a la vida desde la inestabilidad («lo que me vuelve loca es que siempre estaré en duda»), aunque se tomen decisiones poco correctas o éticas, algo muy reflejado en su vídeo, donde vemos a una madre secuestrar a sus hijos aunque no puede hacerse cargo de su manutención.

Pero muy por encima de la letra la melodía se alza sobresaliente, presentando una buena colección de momentos totalmente inolvidables: desde los «do you know you made me cry?» hasta la repetición del título final pasando por su falso estribillo, las cuerdas sintetizadas y la labor escueta pero fundamental de la guitarra eléctrica durante toda la segunda mitad, no solo en el punteo final.

5
Ode to My Family
1994

Conocida indudablemente por sus «doop-doo-roop-doop» iniciales, que hasta vimos replicados tristemente en un anuncio de yogures, ‘Ode to My Family’ era el single «conservador» que menos podíamos esperar de un grupo después de ‘Zombie’. ¿Dónde quedaba su vocación grunge? Y sin embargo, había relación: como en una campaña de márketing perfecta, la palabra «family» aparecía mencionada en ‘Zombie’ y ambas composiciones, las dos tan diferentes al primer disco, defendían el valor del hogar por encima de cualquier cosa.

‘Ode to My Family’ es la primera de muchas canciones escritas por Dolores sobre sus padres (a él lo adoraba en resumen, su madre ha ejercido incluso de portavoz en años recientes), pero en este caso también sobre el paso del tiempo. Inequívocamente, aunque Dolores empieza a escribir con 18 años y tiene 23 años en su segundo disco, su vida de estrella de rock le hace sentirse vieja, y no puede evitar mirar al pasado con nostalgia: «Tristeza, ¿dónde ha quedado el momento en que éramos jóvenes y nos importaba todo una mierda?», se pregunta en medio de cuerdas y preciosos arpegios, aquí sí que sí, aportados por Noel. Cierra un frustrado y repetido «¿A alguien le importa?».

El espíritu de ‘Ode to My Family’ volvería por ejemplo en ‘The Rebels’ (cuánto amor cabe en su suspiro final) y no me resisto a mencionar la cara B de la propia ‘Ode to My Family’: ‘So Cold In Ireland’ se preguntaba sobre una melodía siniestra si, al volver a casa tras arrasar Estados Unidos, Dolores encontraría su lugar: «Tengo miedo de volver a Irlanda / ¿queda algo para mí?».

4
Zombie
1994

Dolores O’Riordan escribió ‘Zombie’ en solitario, conmovida por la muerte de dos niños en un atentado del IRA a principios de 1993. Se trataba de Tim Parry y Johnathan Ball, el primero de 12 años y el segundo de 3. Durante años la letra fue cuestionada por su carácter naíf para un tema tan serio («con sus tanques y sus bombas / y sus bombas y sus armas» conforma el raro pre-estribillo), pero esta semana el padre de Tim acaba de descubrir que ‘Zombie’ trata sobre el atentado en que falleció su hijo y ha declarado este martes en Good Morning Ulster (minuto 116 de este podcast) que la letra se ajustaba totalmente a su visión de lo que estaba pasando en Irlanda.

La presentadora le lee el principio de la letra, en referencia a la vida de un niño que es tomada («y verás, no es mi culpa, ni la de mi familia, es en tu cabeza donde siguen luchando») y le pregunta si realmente nunca había oído que esta canción tan popular iba sobre su hijo. El padre de Tim Parry responde que se acaba de enterar por su mujer, que se la ha puesto en su portátil. Explica que ha estado atendiendo a la letra y que le parece muy «noble» y «real». “Los atentados de Warrington, como muchos otros que pasaron en Irlanda y Gran Bretaña, afectaron a familias de un modo muy real, pero mucha gente se había vuelto inmune al dolor y al sufrimiento que mucha gente experimentó en aquella campaña armada. Leer las palabras escritas por una banda irlandesa, por ella misma de hecho, de manera tan convincente, me ha dado mucha, mucha fuerza».

Inspirada en Nirvana en progresión (la presencia del bajo, la explosión de guitarras en el estribillo), se convirtió en un himno generacional sin ser número 1 más que en un par de territorios clave, llevando a la gente más bien a comprarse el álbum, que vendió 17 millones de unidades. El vídeo icónico de Samuel Bayer, que de hecho había dirigido el de ‘Smells Like Teen Spirit’, y después haría los de Garbage, entre otras decenas, jugó su parte, y por supuesto la voz de Dolores. Y sin embargo, por mucho que la admires, lo mejor de la canción sucede cuando calla: el sencillo pero fiero solo de guitarra, la fuerte batería y el suave platillo en contraste como metáfora de la desproporción entre víctima y agresor, y el siniestro bajo saben retratar perfectamente el asco y el sinsentido de la violencia física.

3
I Can’t Be With You
1994

Misteriosamente infravalorada por el público, ‘I Can’t Be With You’ es la canción pop perfecta y la producción más ambiciosa ejercida con el grupo por Stephen Street: cuesta mucho dilucidar cuántas capas de voces, guitarras eléctricas que suben y bajan, percusiones y qué tipo de efectos tuvo a bien meter en su minuto final. Simplemente imposible por tanto de emular en directo, la canción funciona igualmente sin su indeterminada parafernalia: estamos ante una canción de amor escrita desde la distancia de tu ser querido, y escrita también desde un deseo de madurez que no se ha producido («quería tener un hijo contigo y ahora solo nos queda un adiós»). El estribillo, que idolatra con sencillez la idea de «estar contigo» (x1000), es uno de los más contundentes de su carrera, y lo podrían haber cantado a distintos ritmos tanto The Cure como Karen Carpenter.

2
Dreams
1992

Tras toda esta colección de depresión, atentados, crisis nerviosas, repudio a la fama, etcétera, sería una pena que el grupo fuera recordado por sus canciones tristes. Porque lo difícil en esta vida es hacer canciones alegres, y Dolores sabía hacerlas muy bien, como muestran ‘The Sweetest Thing’, ‘Apple of my Eye’, ‘You and Me’, ‘Dreaming My Dreams’ y muy especialmente ‘Dreams’. El cristalino punteo, la toma vocal, la melodía y la batería vital son puro amor en esta canción sobre la que hay pocas anécdotas que contar, pero habla por sí sola. Si es que es poca anécdota que los coros masculinos tan característicos del orgásmico final estén acreditados a Mike Mahoney, que no es un desconocido vocalista de world music, sino su novio de la época, y con el que acabó muy mal.

1
Linger
1993

«Éramos terribles cuando empezamos. Creo que solo me sabía 5 acordes, y 4 están en ‘Linger'», bromeaba el autor de esos acordes, el guitarrista Noel Hogan, el año pasado sobre el origen de la canción durante una entrevista con The Guardian. Ese “loop” de acordes sin embargo hipnotizó a Dolores, recién llegada al grupo, y fue capaz de escribir la letra y los arreglos de esta gran composición sobre ellos. Ella, que siempre había dicho en tono jocoso que ‘Linger’ era sobre “besar a un soldado”, detallaba: “estaba en un club llamado Madonna’s y un tío me pidió bailar y pensé que era mono. Hasta entonces los besos con lengua me daban asco, pero cuando me dio mi primer beso de verdad, decidí dejarlo así (“let it linger”, referencia al estribillo de la canción). No podía esperar para verle otra vez, pero la siguiente vez pasó de mí y le pidió bailar a una amiga. Me quedé devastada. Todo el mundo vio cómo me rechazaba, públicamente, en la discoteca. Todo es tan dramático cuando tienes 17 años, que decidí soltarlo en una canción”.

Años después el chico se dio cuenta de que la canción iba sobre él y quiso quedar, pero ella le rechazó, en plan «TÚ ME DEJASTE», pero la gran victoria de Dolores no fue este último desplante sino saber retratar a la perfección lo que se siente al ser rechazado o abandonado. La letra es sencilla pero no puede hacer más pupa, desde que arranca tímida e indecisa: «si tú… si pudieras volver / no lo dejes estar / no dejes que se apague la posibilidad», y continúa muerta de miedo: «estoy segura de que no estoy siendo grosera / es solo que tu actitud / me está destrozando / lo está arruinando todo»; y llena de celos: «¿por qué le cogiste la mano? / ¿me engañaste todo el tiempo? / ¿fue solo un juego para ti?».

El mayor drama adolescente, la primera decepción del amor, no pudo conocer mejor fondo: la sección de cuerda repetida, la guitarra tipo «steel guitar» del puente que Natalie Imbruglia copiaría en ‘Torn’ y los efectos fantasmagóricos de Stephen Street eran estupendos, como la gloriosa irrupción de la segunda estrofa con una melodía vocal diferente («ooooh, IIIII thought the world of you / I thought nothing could go wrong / but I was wrong»), pero nada tan marciano como el obsesivo repicar de la batería durante toda la canción. ¿Alguien se imagina esa batería sobre una balada de Adele? Mi compañero Jaime Cristóbal la relacionaba con cierto influjo de la moda de Manchester en la época, hablando de ‘These Are Days’ de 10,000 Maniacs, ‘Sleeping Satellite’ de Tasmin Archer o varios años más tarde, ‘Wonderwall’ de Oasis. Entre todas, ‘Linger’ suena como la canción más singular y extraña, quizá por los agudísimos autocoros de Dolores, quizá por la suma de elementos. De nuevo, la mezcla entre elementos clásicos y alternativos, bucólicos e indies, era fundamental para que la composición gustase a público generalista y parte del público underground. Seguramente, y ahora más que nunca, jamás morirá.

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