La importancia de que Bob Dylan ya tenga «canción gay»

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La importancia de que Bob Dylan ya tenga «canción gay»

Bob Dylan encabeza un nuevo EP llamado ‘Universal Love’ que cambia de género algunas canciones más o menos conocidas del pasado con el objetivo de abrir las miras de la gente. Aparece Kele Okereke de Bloc Party, abiertamente gay, transformando ‘My Girl’ en ‘My Guy’. También están St Vincent cantando ‘And Then She Kissed Me’ en lugar de ‘And Then He Kissed Me’ (una versión personalísima del clásico de Phil Spector), o Kesha entonando ‘I Need a Woman to Love’, además de Valerie June con una reinterpretación jazzy maravillosa, ‘Mad About the Girl’.

Pero claro, la mujer, en general, siempre ha sido más simpatizante de la causa LGTB+ (heteros y lesbianas convivieron perfectamente en el movimiento feminista riot-grrrl), cuando no la mejor amiga del gay -del viejuno concepto de «mariliendre» al ídem de ídem de «fag hag»-, por lo que llama mucho más la atención la presencia de los hombres heterosexuales y cisgéneros participantes. Decía Perfume Genius que le «avergüenza sentirse atraído por la masculinidad tradicional», pero no estaba sino poniendo sobre la mesa un tema candente: el otrora admirado macho alfa como a) mito erótico capaz de ponerte a mil, o b) el demonio capaz de partirte la cara si te acercabas demasiado a él.

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Que un chico cantara realmente una canción sobre otro chico ha sido una rareza incluso en géneros tan ambiguos y tan apegados a la androginia como el glam, hasta el punto de que nuestro compañero Jaime Cristóbal tenía que apuntarnos recientemente la desconocida excepción de Starbuck. Si se hacía, era no exenta de comicidad, ironía y doble sentido (ahí está el cuestionable ejemplo de José María Cano y ‘Ahora tengo un novio’), y parece que no se considera ni siquiera comercial en nuestro siglo: no hace tanto que advertían a Will Young de que su voz sonaba «demasiado gay» en uno de sus hits de 2003, mostrando que el debate sobre la plumofobia está a la orden del día. Sé gay, y haz lo que quieras, pero que no se te note.

Por eso es todo un impacto escuchar a Bob Dylan y Ben Gibbard cantar alegremente sobre amoríos con otros hombres, porque ni siquiera muchos artistas gays lo han hecho tan a menudo. Ben Gibbard se ha tirado a la piscina transformando ‘And I Love Her’ de los Beatles en ‘And I Love Him’. Vale, esta no es una canción explícita de Hunx and His Punx, y el amor del que habla el tema es tan puro que podría colar por paternal o por «bromance» (en el último disco de Jens Lekman había un sonoro «bromance» entre hombres heteros), pero no, hay algo inequívocamente en esa cadencia casi latina, en esa guitarra, que no cuela: esta es una canción romántica, ¡es la canción gay de Ben Gibbard!

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Bob Dylan es el gran protagonista de todo esto, obviamente por relevancia, pero también por edad y por factor sorpresa. En su caso, ha transformado una canción de 1929 llamada ‘She’s Funny That Way’ en ‘He’s Funny That Way’. Él se ha curado en salud y no confiesa su amor como Ben Gibbard, sino que simplemente narra que es el receptor del amor de un hombre (“hay un hombre loco por mí”) aunque no se tenga en muy buena estima y no sepa bien por qué (“no soy gran cosa que ver o que mirar”). El narrador sabe que está perjudicando a ese hombre que tanto le quiere, pero, adulado, se resiste a dejarle ir.

Es de agradecer el tímido guiño, aunque la canción escogida sea tan remilgada. Pocos hombres heterosexuales suelen hablar con orgullo, con mimo o con el cariño que se percibe en la adaptación, sobre el amor recibido por otros hombres, lógicamente no correspondido, por lo que esto no puede verse sino como un paso. Además, Bob Dylan tiene un complicado historial con la causa LGTB+. Sí tiene una hija lesbiana, pero se sabe poca cosa al respecto. Desiree Gabrielle Dennis-Dylan, de 32 años, es fruto de su matrimonio con Carolyn Dennis, pero tanto hija como enlace se mantuvieron en secreto desde 1986 hasta una biografía del cantautor de 2001, dejando ojipláticos a sus seguidores. Roto en verdad este matrimonio en 1992, no parece que Desiree sea la hija preferida del artista, pues se sabe que ni siquiera fue a su boda hace un par de años.

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Además, mirando atrás, a finales de los 70 Dylan tuvo una etapa cristiana, profundamente religiosa, en la que llegó a realizar una declaración homofóbica sobre la cantidad de gays que había en San Francisco. En un discurso de 5 minutos durante un concierto, está registrado que dijo que «la inmoralidad (al respecto del gran número de gays de esta ciudad) no se había completado aún» y que él no quería «quedarse allí para verlo».

Años después, en 1984, Rolling Stone le preguntaba por su amistad con Allen Ginsberg, uno de los exponentes de la Generación Beat, abiertamente gay, y con quien llegó a tocar en un tema. La revista le retaba preguntándole si la Biblia no decía que la homosexualidad era «abominable». Dylan contestaba que así era. ¿Pero entonces Allen se salvaba? El artista reconocía que eso no era razón «para condenar a nadie», eso sí, comparándolo con «beber», ser «corrupto», o ponerse «una camiseta del revés». «Quiero decir, que cada uno vaya a lo suyo, a mí no me importa».

Finalmente, hay una canción del repertorio de Bob Dylan sobre la que se ha debatido si trata la homosexualidad. Se trata de ‘Ballad of a Thin Man’, incluida en uno de sus mayores clásicos, ‘Highway 61 Revisited’ (1965). Nunca se ha aclarado su significado real, pero se supone que el «Mr Jones» protagonista sirve para retratar su controvertida relación con la prensa o con quien insiste en hacerle preguntas para las que no tiene respuesta. Sin embargo, hay un par de imágenes, sobre todo la del «hombre con tacones», que se han asociado al mundo gay. Lo del uso del verbo «tragar» próximo a «leche» o el del «enano de un solo ojo» (one eye-midget) como sinónimo de «pene» lo dejo para viejos foros especializados.

Lo seguro es, por un lado, que en el dudoso caso de que ‘Ballad of a Thin Man’ tratase sobre un gay, no sería una canción de amor precisamente; y por otro, que no podemos juzgar las declaraciones de Bob Dylan -ni de nadie- al respecto en 1980 o 1965. Es de agradecer que, a sus 76 años, no haya virado hacia lo conservador en sus ideas como mucha otra gente; y que, aunque no se haya dejado entrevistar sobre este bonito EP para el New York Times como los demás artistas, sepamos que su respuesta fue más inmediata a esto que la que dio al Premio Nobel. Y tiene un valor extra que alguien de su edad, ideas pasadas y categoría, se haya deshecho de sus prejuicios. El productor ejecutivo del disco Rob Kaplan ha sido claro afirmando que obtuvo un sí inmediato de Bob Dylan, pues contestó: «sí, lo haré, tengo una idea para la canción». ¿Y a cuántas cosas dice que sí Bob Dylan a día de hoy?

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