James Blake

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James Blake

Muchos ya sabréis que la prensa especializada de todo el mundo se ha deshecho en elogios con los primeros EPs de James Blake, un post-adolescente (apenas 22 años) músico londinense, publicados en un sello de música electrónica independiente establecido en Bélgica. En esas primeras obras el chico sorprendía aportando ciertos toques de emotividad a un hermético e introspectivo dubstep, género que está acunando a una impresionante nueva generación de músicos. La proyección de Blake (fue otro de los elegidos en la selecta lista de nuevos valores de la BBC) le ha llevado a ser fichado por Universal, multi que hoy publica su álbum de debut con la clara incertidumbre de si su música intrincada puede llegar a enganchar a un público más amplio.


En órbitas cercanas a Mount Kimbie y How To Dress Well, Blake logra en este su primer largo (autoproducido y grabado en su estudio casero) hacer lo que aquellos no pudieron: concretar su propuesta y entregar una obra sólida, coherente y sin bajones. Para ello sacrifica en parte su audacia e impulsa aún más ese lado melódico, que ya aparecía en antiguos temas como ‘I Only Know (What I Know Now)’ o ‘Don’t You Think I Do’, y lo contrapone a esa cadencia de hip hop a 80 bpms, con bajos bajísimos y teclados y efectos marcianos. ‘James Blake’ es un tour de force que enfrenta el soul de su voz mestiza, acompañada casi siempre por un escuálido piano, con una electrónica incómoda, que parece fluir de manera paralela al lado acústico de las canciones, como si quisiera corromper cualquier atisbo de pulcritud o sentimiento.

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Esa lucha se hace palpable a menudo, cuando la melodía vocal, aparentemente preponderante, se transforma a fuerza de repetirse en otro elemento de la base rítmica y son los teclados los que acaban siendo el instrumento que guía la canción. Así sucede por ejemplo en ‘I Never Learnt To Share’, en la suma de las partes de ‘Lindisfarne’ o su nuevo single, ‘The Wilhelm Scream‘. Más efectista (y obvio) resulta el recurso de irrumpir con un elemento rompedor que altera la placidez de un corte. ‘Limit To Your Love’, su vibrante versión del tema de Feist, es el más perfecto y claro ejemplo de esa confrontación, con esos bajos que parecen surgir del fondo de la misma tierra, se te agarran a las tripas y acongojan, mediada su duración.

Quizá sean pocos recursos, pero funcionan. Y lo hacen porque, como sucede en álbumes tan dispares (a los que este disco recuerda de uno u otro modo) como ‘For Emma, Forever Ago‘ de Bon Iver, ‘Third‘ de Portishead, o ‘xx’ de The xx, contienen momentos de una emotividad desbordante, difícil de trasladar a palabras. Ni siquiera, en este caso, podemos hablar de unas letras enternecedoras o sentimentalmente exhibicionistas, porque Blake se cuida de plasmar mensajes casi ininteligibles en sus canciones, o tan inocentemente claros que uno no puede creer que sea tan literal («My brother and my sister don’t speak to me, but I don’t blame them» es todo el texto de ‘I Never Learnt To Share’). Se trata más bien de esa bella y cálida expresividad de su voz, perfecta para el R&B o el blues, cuya espiritualidad pugna por sobrevivir a sus asfixiantes y opresivos arreglos electrónicos. Decidir qué gana la partida en ‘To Care (Like You)’ o ‘Measurements’ es tan difícil como innecesario. ‘James Blake’ es una obra de calado, el necesario para que se convierta en un símbolo de estos tiempos, además de un hito que logre que el dubstep ya no sea un género exclusivo de la intelectualidad. Contribuyendo así, paradojicamente, a su decadencia.

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Calificación: 8,5/10
Temas destacados: ‘Limit To Your Love’, ‘The Wilhelm Scream’, ‘Measurements’, ‘I Never Learnt To Share’.
Te gustará si te gustan: How To Dress Well, Mount Kimbie, Bon Iver.
Escúchalo: en Spotify.

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