El Heineken Jazzaldia cerró con gran éxito de público su edición número 47 celebrada este fin de semana en Donostia. 71 actuaciones gratuitas, 31 de pago, 12 escenarios y miles de asistentes confirmando lo acertado de la oferta. Lamentando no haber podido asistir al concierto de Antony Hegarty con la orquesta Et Incarnatus, recopilamos otros momentos relevantes del certamen guipuzcoano.
Destroyer despertó división de opiniones. Quizá la medianoche del viernes pedía ritmos más vigorosos, pero no niega la mayor: la actuación de Dan Bejar y los suyos fue una delicia, tanto por repertorio y ejecución como por calidad sonora. Fue un concierto tan elegante como memorable.
Sharon Jones, la “Lola Flores del Soul” (como la definió de manera divertida un periodista), practica el soul-funk de toda la vida. Pero su banda The Dap Kings es una máquina engrasada a las mil maravillas. Buen ojo tenía la estos días recordada Amy Winehouse, que los fichó como su backing band. Jones, antigua funcionaria de prisiones, es un ciclón que arrasa y agita todo organismo vivo. Arrancó con una intro a lo James Brown que se hizo hasta corta, para después ofrecer uno de los conciertos más memorables de esta edición.
En idéntica categoría colocaremos a The Wedding Present. Éxitos pretéritos (‘Kennedy’) y canciones de su último álbum como ‘You’re Dead’ confirmaron que la banda ha envejecido muy bien. Siempre con las guitarras afiladas y raudas. Serios, efectivos, implacables. Y con una voz bien bonita y vigorosa en el micro principal. L’Orchestre d’Hommes-Orchestres reinterpretó de manera muy ingeniosa y teatral las canciones de Tom Waits, teniendo que repetir su pase hasta tres veces ante la demanda del público. The Waterboys resultaron ser una buena opción para el festivo sábado noche, con un batería sencillamente espectacular.
Un peldaño más abajo colocaremos a Zola Jesus. Los más integrados en esa vuelta a la música sintética y relativamente oscura de los años 80 gozaron con su actuación. Quienes piensan que hay grupos que la recuperan mejor bostezaron a los pocos minutos. Alabama Shakes tampoco encandilaron en un escenario que se les quedó grande, convirtiendo su propuesta en una suerte de gospel cabreado con una ejecución correcta, destacando el cantar roto de Brittany Howard.
Gary Clark Jr. ofreció blues eléctrico bastante convencional, con réditos jugosos al acercarse a Cream o Free pero tedioso en los largos punteos. Y los paseos por otras zonas gratuitas permitieron disfrutar del swing jocoso de Ray Gelato o la dulzura al piano del bilbaíno Jonathan Hurtado.
Fotos: Juan G. Andrés.