Magia! (Adiós, Aqualung)

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Magia! (Adiós, Aqualung)

magicnumbers

El último concierto de la sala Aqualung quedará en la memoria de los que allí estuvimos no sólo por ser el último, sino porque The Magic Numbers se esmeraron en ofrecer una preciosa actuación, de esas que hacen que uno tenga un especial y eterno cariño por un artista, algo casi irracional.

Después del calentamiento de Horsebox (entretenida banda londinense con influencias del pop británico clásico) y un corto set de David Kitt (siempre simpático, sólo con una guitarra eléctrica y un secuenciador se metió al público en el bolsillo y sonó más potente y bailable de lo que pueda parecer), unos Magic Numbers sonrientes y bailones hicieron un set sorprendentemente largo (una hora y tres cuartos), si tenemos en cuenta su corta discografía. Empezaron arriesgando, tocando sus temas más potentes del disco (‘The Mule’, ‘Long Legs’ y ‘Forever Lost’), pero la jugada les salió bien, porque la audiencia estaba así en sus manos.

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Intercalando algunos temas nuevos que apuntan maneras (‘We Never Had It’ y, sobre todo, ‘Boy’) y alguna rareza (‘Anima Sola’, ‘Close Your Eyes’ de The Chemical Brothers), ofrecieron un repertorio más sólido de lo que yo esperaba, que se vio beneficiado por un sonido de sala especialmente bueno. Las preciosas armonías vocales de Romeo, Angella y Michele redimensionan en directo los temas con menos gancho del disco, tornándolos emocionantes (espeluznante ‘Wheels On Fire’ con David Kitt a los coros). Y para terminar de llevarse el gato al agua, bastó con comenzar el bis con una divertida y alucinante versión acústica a tres voces del ‘Crazy In Love’ de Beyoncé, que supuso la rendición total. Si sirve de pista, creo que fue el único concierto de mi vida en el que di palmas sin sentir vergüenza ajena.

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No podía imaginar un mejor cierre para una sala que, sin ser perfecta ni mucho menos (Increíble el frío que hacía en la sala. ¡Supongo que ya habrían desmontado las estufas!), ha albergado en los últimos años tantos y tan buenos conciertos. A mí se me hizo un nudo en la garganta cuando cerraron las puertas en mis narices por última vez.

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