En la propia carrera de Música de la Universidad Complutense de Madrid se sigue explicando el método según el que las discográficas, desde los años 60, sobornaban a nuestra radiofórmula para conseguir tops 1. Según cuentan las leyendas más estrambóticas y divertidas, no tengo ni idea de hasta qué punto ciertas, existían sobres de 3 colores con 3 cantidades diferentes de dinero, según las que un single alcanzaría un puesto u otro en la lista de la emisora.
Estas leyendas han llegado hasta nuestros días y corren rumores sobre la cantidad de euros que cuesta ser número 1 en 40 Principales. Sin embargo, pocos saben que estas prácticas están expresamente prohibidas en los países de listas más influyentes en el mundo, y que quien manda son «los gustos del público». ¿Pero qué ocurre en la prensa escrita, en la televisión y en Internet? Contamos algunos de los casos que hemos conocido de primera mano sobre la compleja e interesada relación entre el medio de comunicación y la discográfica. Desde mi experiencia, ni la presión es tan grande como más de un listillo piensa (el criterio del medio en muchas ocasiones da la última palabra), ni es inexistente como cree mucha gente.
Prensa: La prensa gratuita, por su dependencia 100% de la publicidad, tiene todas las papeletas para ser la menos independiente de todas. Sin embargo, en la práctica, todo es bastante más campechano de lo que parece y los enfrentamientos terminan siendo bastante escasos. Se tiende al tira y afloja. Si una redacción cuenta con 5 periodistas, lo más común es que se le conceda la crítica de un disco al que haya sido más fan del grupo. Así, a menos que el disco sea lo peor de lo peor, la crítica no suele ser muy negativa, tampoco pone en peligro la publicidad del medio y de paso está mejor documentada. O mejor aún, cuando se depende de la publicidad y el artista ha grabado un disco realmente infumable, hay millones de soluciones más o menos apañadas: hacer una entrevista y no escribir crítica del mismo, hacer una retrospectiva de toda su carrera o directamente decir que no. Hay casos en que el sello se empeña en promocionar a alguien que es muy malo o no pega en el medio, y directamente se recurre a aquello de «Es que no pega mucho con nuestro público», «Es que ahora, con tantos lanzamientos…», etc. He conocido casos de multis que han dado un toque a algún medio por las malas críticas recibidas de algún disco («Vaya crítica me has escrito»), pero no dejan de ser un aviso amistoso, rara vez una amenaza. Muchas veces se bromea «He escrito una cosa de Keane que Universal nos va a retirar toda la publicidad», pero nunca he oído que llegue la sangre al río. Curiosamente es el mismo departamento de publicidad del medio (siempre tan piruleta) o sus propietarios o directores los que a menudo dan el aviso al periodista («Esto no me lo pongas mal, ¿eh? Que nos han puesto un anuncio de 3000 euros»). A veces, las estrellas que le has puesto a un disco se multiplican misteriosamente, por lo que cabría hablar más de «autocensura» que de presión directa de la compañía.
En contraste a esta dependencia económica y acoso, es muy común que el periodista tenga que recurrir a bajarse ilegalmente un disco para hablar de él. Los sellos cuentan con pocas copias promocionales de los álbumes que no son el bombazo de la temporada, y de los lanzamientos pequeños, normalmente más interesantes, pasan bastante. Hace unos años la revista Neo-2, harta de que en Universal no les hicieran ni caso, publicaron una nota en la que indicaban que el 95% de las entrevistas y artículos que conseguían con grupos de este sello los conseguían independientemente de la discográfica. O sea que en este caso, presión… pues ninguna. En general, las revistas de tendencias a quien no pueden criticar es a las grandes marcas de ropa, pero esa es otra historia…
Radio: Efectivamente, en contra de lo que se cree, sobornar a una emisora para que pinche un single está prohibido y penalizado en Estados Unidos. El mayor escándalo que se recuerda tuvo lugar con el último gran fracaso de Jennifer Lopez, ‘Get Right’, excelente single por cierto, cuando se descubrió que Sony BMG había pagado a varias radios para que emitiera la canción varias veces al día. Sin embargo, en este país, con la radio totalmente segmentada en R&B, hip-hop, country, alternativa, emisoras para adultos, pop, etc., poco puede hacer el dinero para conseguir un hit. Para conseguir un hit, es el artista el que tiene que decidir ceñirse al estilo de las emisoras que controlan el mercado, que en este momento obviamente son las de hip-hop. Esto lo sabe muy bien Madonna, como ya contamos, cuyos singles no pueden sonar en la radio americana mainstream por ser «demasiado dance». Otra cosa, claro, es que el sello compre unos segundos publicitarios…
En España sucede algo parecido. Si 40 Principales cobra por número 1 o no es un sumo secreto. Todo apunta a que sí, pero nadie habla de ello. Sin embargo, hay otro factor que no se tiene tan en cuenta. Ni todo el oro del mundo puede conseguir que Julio Iglesias, Tamara o Enya consigan un número 1 en 40 Principales. La emisora tiene en cuenta, en primer lugar, su propio criterio, que puede tener como fin el ajuste a su target comercial, pero también otro más subjetivo, como fue la exclusión de ‘Loca’ de Malena Gracia o ‘Hasiendo el amor’ de Dinio, a pesar de su aceptación y buenas ventas populares.
Televisión: Desaparecido Ipop de la programación, queda poco que analizar en nuestra tele. Llama la atención la necesidad de conseguir un patrocinador que mantenga un programa (en este caso fue Heineken), que sí podría haber sido un disco en concreto, pongamos como ejemplo el lanzamiento del disco de Coldplay. Al no existir programas de crítica musical y limitarse a la emisión de noticias, actuaciones y videoclips, la relación con el medio es menos interesante. La presión por aparecer en antena existe pero también en este caso el criterio del medio puede resistirse. MTV, por ejemplo, antepone (e impone) sus criterios estéticos a todo. Son muchos artistas los que se han quejado («A veces les gusta lo que hago y a veces no», dice Mariah Carey), y sus ingresos por publicidad de vaqueros y tecnología, yo creo que superan cualquier cosa.
Internet: Es el medio más independiente de momento por varios motivos: el primero es que la publicidad de los sellos en la red no ha terminado de despegar y tampoco tiene mucha pinta de hacerlo próximamente. El segundo es que las discográficas creen que Internet es el diablo y el culpable de todos los males de la industria, por lo que directamente marginan a los medios digitales, no enviando los discos ni ningún tipo de material promocional (como si los de radio y prensa escrita no tuvieran Soulseek), excluyéndolos de las entrevistas, etc. A menudo mandan discos con pegatinas de «PROHIBIDO COLGAR ESTE DISCO TOTAL O PARCIALMENTE EN STREAMING». Se llega a dar el caso de que conozcas al artista y sepas que le dé igual tener colgados sus temas, pero que la discográfica no te dé el permiso ni para un streaming.