El diablo viste de Prada

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El diablo viste de Prada

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Podríamos empezar la reseña con «El diablo viste de Prada, el libro es peor», pero no lo haremos. Yo sólo digo que por motivos laborales llegó a mis manos, lo empecé a leer y tardé unas diez páginas en aborrecer aquella novelucha para (léase con acento pijo) ‘»mujeresss del siglo XXI que leen historias de mujeres urbanitas y modernassss como ellas». Por supuesto, ni me plantée gastarme seis euros en ver la película, así que cuando me regalaron dos entradas para el preestreno no dudé en ir a verla aunque pensase ya de antemano que iba a perder dos horas de mi vida. Y al final me tuve que tragar todo lo dicho antes porque me gustó, qué le vamos a hacer. Desde luego que no es un peliculón ni estimula mucho el intelecto, pero ofrece una visión muy divertida de la prensa de moda y, lo mejor, te alegra la vista increíblemente con un extrensísimo despliegue de ropa, bolsos y accesorios de unas marcas que la mayoría no podemos ni soñar.

Lo más curioso de todo es que ‘El diablo viste de Prada’ está basada en una historia real, la de Anna Wintour, editora de moda de Vogue USA y, probablemente, la persona más influyente en moda del mundo actual. Esto, así leído puede parecer una tontería, pero es que hasta ese chándal feo que tienes para andar por casa está ahí porque en algún momento Anna Wintour dijo que le gustaba el color, el tejido o el corte. Sus tentáculos llegan a todas partes. En fin, el caso es que es la historia de una joven periodista (Ann Hathaway) que entra a trabajar como segunda ayudante de la Redactora Jefe (Meryl Streep) de Runway, una suerte de Vogue USA inventado con sede en Nueva York. No se explica muy bien qué hace ella ahí, que pasa totalmente de su aspecto y de su ropa, cuando todos los empleados de esa empresa van hechos un pincel, pero ahí está. A la pobre ayudante le tocan las tareas más desagradables e imposibles, y la Redactora Jefe sigue mirándola con mucho desdén e incluso insultándola directamente por el aspecto que tiene.

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Todo cambia cuando la pequeña y descuidada ayudante se convierte en la gran y elegantísima ayudante gracias a un estilista de la revista, que la cubre de chaneles y diores cambiando su imagen totalmente. Ahí es cuando empieza a ser bien considerada y poco a poco llega a ser la ayudante preferida. Todo muy bonito y muy sencillo hasta que el final edulcorado y hollywoodiense te estropean la película, pero en general no está mal.

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Lo más curioso es la relación de esclavitud que toda la revista tiene con la Redactora Jefe, que les encarga tareas como conseguir una copia del original del último Harry Potter para sus hijas, que le traiga un solomillo a las once de la mañana o que su jornada laboral empiece al alba y termine bien entrada la noche. ¿Dónde están los sindicatos? ¿Cómo puede ser que alguien contrate a un periodista y le encargue, no sólo que le suba el café diariamente, sino que haga sus tareas domésticas? Sabía que en Estados Unidos los trabajadores tenían más bien pocos derechos, pero en esta película todo resulta especialmente irreal por las animaladas que se les hace a los empleados. Espero que ningún director-redactor jefe de revista de moda española tome ejemplo, porque sería algo realmente trágico viendo cómo estamos acostumbrados aquí.

Pero bueno, no se le puede exigir mucho a una película destinada a divertir a grandes masas de gente en todo el mundo en una tarde cualquiera. Divierte, entretiene y enseña algunos de los zapatos y bolsos más bellos que he visto en la vida. ¿Se puede pedir más y gratis? 6

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