Hace no tanto tiempo, parecía casi imposible guardar ingentes cantidades de información en un espacio pequeño. Sin embargo, día a día, vemos cómo los pen-drives van reduciendo su tamaño y aumentando muchísimo su capacidad. Hemos pasado de tener enormes objetos con capacidad para 128 MB a pequeñísimos aparatitos que a veces incluso perdemos en la mochila y que aguantan hasta 2 GB de datos.
Pero si miramos hacia el mundo de la reproducción multimedia, el futuro es aún más alentador: hace poco Apple sustituyó sus iPods mini equipados con disco duro por los iPods nano, equipados con memorias flash. Y eso por nombrar un caso más o menos conocido, porque continuamente vemos reproductores multimedia de capacidades de hasta 8 GB. Sin embargo, ya se ha anunciado que antes de 2007 podrían comercializarse al público las primeras memorias flash de 32 GB, obra de Samsung. Viendo la velocidad a la que esto se mueve, cabe hacerse la siguiente pregunta: ¿sustituirán las memorias flash a los discos duros? Se trata de una opción nada desdeñable que entraña tanto una larga serie de pros como una larga serie de contras…
A favor:
Su coste es extraordinariamente bajo comparado con otros dispositivos similares de memoria no volátil basados en almacenamiento por impulsos eléctricos.
Su velocidad de trasferencia es muy alta, y las recientes investigaciones auguran que se puede llegar aun más lejos. Esto permitiría que los ordenadores equipados con estos sistemas fuesen bastante más veloces.
Son muy resistentes a los golpes, cosa bastante valorada en un mundo tecnológico que cada vez apuesta más por la portabilidad.
Cuando están en funcionamiento son extraordinariamente silenciosas, mucho más que un disco duro, eso desde luego.
Carecen de partes móviles que se puedan romper, estropear, caer o averiar.
Pesan muchísimo menos que un disco duro y requieren un menor espacio de almacenaje.
Tienen una gran resistencia térmica, que va desde los -25ºC hasta los 85ºC. Un disco duro tiene mucha menos capacidad de adaptarse a los cambios térmicos.
Su desarrollo, tanto de velocidad como de prestaciones, actualmente, parece imparable.
Consumen infinitamente menos energía que un disco duro: no es necesario mover nada, con lo cual tendríamos baterías que durarían muchísimo más, y con diferencia.
En contra:
Su coste por MB es mucho más alto que el coste por MB de un disco duro, que es casi irrisorio.
Sólo permiten un número determinado de borrados, que oscila entre los 100.000 y el millón, dependiendo del voltaje necesario para hacerlas funcionar y de la precisión en su fabricación.
Actualmente hay dos tipos de tecnologías en la fabricación de memorias flash, y como pasa con los futuros HD-DVD y Blu-ray (de los que también hablaremos otro día), hay gran división entre los fabricantes. Sin embargo, existe un sistema de archivos capaz de hacer funcionar a ambos tipos de tarjeta, por lo que este punto es menos problemático que el de los futuros discos multimedia de alta definición.
Aún no existe un protocolo óptimo y mucho menos estándar para su comunicación con los ordenadores.
Son menos fiables en cuanto a guardado y corrupción de datos que un disco duro.