Pero, además, París no sólo es la ciudad perfecta para recorrerla cámara en ristre y con cara de turista, sino que también tiene una vida nocturna bastante aceptable, una excelente gastronomía, una ruta de compras con muchísimo que ofrecer y un ambiente general -salvando las colas de los principales monumentos, que son territorio guiri total- de lo más chic. La mayor pega de esta ciudad es, sin duda, lo cerrados que son los parisinos, y después, lo elevado de sus precios para cualquier cosa (comer, alojarte, transportarte, respirar…), pero unas cuantas visitas y unas cuantas novatadas después, acabas descubriendo cómo montártelo todo de una manera mucho más barata y, por tanto, placentera. Y aquí te la mostramos.
Bares y clubs:
–Pop-in: Ha sido el bar pop por excelencia. A pesar de que es la pesadilla de cualquier claustrofóbico y, por pequeño, puede decepcionar, puede llegar a ser muy divertido. Se divide en tres ambientes: una pequeña barra, una sala con sillas y mesas escaleras (angostas) arriba y una sala para miniconciertos con minipista de baile, otra vez escaleras abajo. Normalmente es hetero, pero cuenta con un brazo gay. Esa parte gay está organizada por una asociación de gays indies con una web con agenda muy recomendable: popingays.com. Ahí podéis encontrar las diferentes fiestas que hacen en distintas salas de París, incluido un tea-dance en Le Tango un domingo cada 3 meses. Dirección del Pop-In: 105 rue Amelot.
–Le Triptyque: Uno de los locales alternativos más famosos, puede acoger tanto una sesión de celebridades electro como un concierto de pop como una sesión de house o de soul. El ambiente es bastante agradable, se divide en pista de baile y sofás, con una tele en frente de los sofás para que veas a la gente que está en la pista de baile. Conocer gente es bastante fácil. Para más información y sobre todo para la programación, tan variada que puedes pasártelo bomba o aburrirte, visitar su página web.
–Duplex: Si de algo tienen fama los parisinos es de ser algo estirados. Si eres gay, la solución es este sitio, un auténtico oasis en medio de París, al que la gente va casi exclusivamente a charlar y a conocer a gente diferente. Lo frecuentan cuarentones, pero también van alternativos. Suena música del estilo de Radiohead y Stereolab. La leyenda popular dice que la gente solía acudir con un libro en el bolsillo, pero ya no. Ojo, no confundir con la discoteca Le Duplex. Este pequeño local está en la calle Michel Le Comte.
–Resto de clubs gays: La discoteca más famosa, en los Campos Elíseos, es Queen, una mezcla entre lo peor y lo pijo que podríamos asociar con Cool. Más llano (y más barato) es Le Tango. También Androgyny organiza fiestas gays alternativas. Pulp es un bar electro de lesbianas, al que también van gays y fans del electro en general.
–Resto de clubs heteros: El colectivo Pump Up the Volume organiza una fiesta al mes cada vez en un local distinto. A veces en un barco, lo cual es muy «cool» aunque te congeles. Consultar su página web. A la gente le suele gustar mucho también Favela Chic, un local muy famoso y con mucha historia que se supone que tiene origen brasileño, pero aparte del nombre y alguna sesión de música de ese país, recuerda más bien a cualquier discoteca de Alonso Martínez. Puede llegar a llenarse hasta el punto de morir de calor, pero te lo pasas bien si te apetece bailar pachanguilla y no pagar demasiado por la bebida. Para otros lugares durante vuestra visita, os recomendamos visitar alguna de las muchas páginas destinadas a las «soirées» de París, como parissi, Nightfloor o tribudenuit.
Discos: Hay una decena de Fnacs repartidas por todo París. También hay Virgin Megastore. Dos de los más grandes establecimientos de estas multinacionales tienen su sede en los Campos Elíseos. En la calle del Pompidou hay una bonita tienda de discos equivalente al Yunke madrileño en la que se pueden comprar novedades un poco más baratas.
Ropa, tiendas: Place Vendôme equivale al Serrano de Madrid, con lo más pijo de París y porteros en las tiendas de las grandes firmas mirándote con cara de malas pulgas. Pero París no sólo es la cuna de las grandes firmas, sino también la cuna de los grandes chollos personificados en algo que aquí podría compararse con el ya extinto Sepu: la cadena Tati. Se trata de unas tiendas que son una mezcla de outlet con productos made-in-China donde todo es muy barato, de una calidad bastante aceptable, no precisamente feo y, sobre todo, muy útil. Lo peor, sin duda, es la ropa (aunque para básicos y ropa del gimnasio tampoco está mal, y la ropa interior es un verdadero chollo y de primeras marcas), pero la sección de cosmética y hogar realmente merece una visita y un buen hueco de nuestra maleta vacía para llevarnos cosas. El lugar es más bien cutre y los sábados por la tarde suele estar hasta arriba de inmigrantes comprando absolutamente todo, pero merece la pena. Hay varias manzanas enteras de Tati muy cerca de Montmartre, en la estación de metro Barbès. En París también podemos aprovechar los españoles para comprar en la cadena GAP, ya que aquí no hay, y para hacer una pasadita por el Monoprix para mirar también la cosmética y la moda básica. En la zona de Le Marais hay tiendas mucho más exquisitas, entre ellas las de segunda mano, que son muy muy baratas y con ropa que te puedes poner y no hacer trapos con ellas. Por último, no dejéis de visitar Colette, ese centro de diseño, de la tendencia y de la modernidad.
Comida: París es una de las ciudades más caras para comer del mundo, pero te puedes apañar para no alimentarte sólo de bocadillos si sigues un par de consejillos. El primero y más evidente, no sentarse en terracitas monísimas frente al Louvre o Nôtre Dame. Eso es un suicidio. Podemos comer un menú por unos doce euros (con un plato o dos, depende de la zona) en cualquier bistrot si, en vez de picar y pedir una botella de agua de seis euros, pedimos un vaso o una jarra, que son gratis. Al camarero probablemente le molestará, pero está obligado a ponerte une garrafe d’eau por ley. También hay que evitar pedir pan y café, que suelen ser carísimos, o en todo caso pedir un café solo que es más barato. París también ofrece pequeñas sorpresas y a muy buen precio como el restaurante Oki (18 rue du Pont Neuf, metro Les Halles), un japonés en el cual por unos veinte euros cenas, con postre y bebida incluidos, y donde tienen un maki excelente en un ambiente joven y moderno. Para comer comida francesa tradicional y por no más de treinta euros, recomendamos el Restaurant à la Grille Montorgueil, en el número 50 de la calle del mismo nombre y metro Étienne Marcel. Tienen un steak tartare buenísimo y bastante asequible, eso sí, manteniendo la máxima del vasito de agua.
Museos, cosas de turistas, etc: El Louvre es la verdadera pesadilla de todos los amantes o curiosos del arte porque, por pronto que vayas, no acabas nunca. Las habitaciones de Napoleón, las salas de arte clásico o antiguo, las pinturas… Es inabarcable y agotador. Eso sí, no dejéis de ir a ver gente haciendo fotos a la Gioconda, es divertidísimo. En cuanto a pintura del siglo XIX es recomendable el Museo d’Orsay, que era una antigua estación y para arte moderno el Palacio de Tokio o la biblioteca-museo Pompidou. En plan catedrales Nôtre Dame, con la obligada e interminable subida para ver las gárgolas; el Sacre Coeur, con un mirador precioso; la Madeleine o la capilla dentro del Palacio de Justicia. Merece la pena también una breve visita la Sainte Chapelle, una pequeña capilla no muy famosa que tiene la peculiaridad de que sus paredes son todas vidrieras, y que tiene una curiosa historia relacionada con la corona de espinas de Cristo. Está en la Ile de la Cité, cerca de Nôtre Dame.
El día que vayáis al Sacre Coeur podéis visitar el Moulin Rouge y el bar de Amelie, Les Deux Moulins, en la calle Lepic, porque están cerca. Los jardines de Luxemburgo y la Plaza de los Vosgos son buenas zonas para pasear y encontrar tiendas interesantes. Le Marais, antiguo barrio judío y ahora barrio supuestamente gay, es la zona ideal para ir de cañas los domingos, salir a cenar o ir de tiendas.
Hoteles: El alojamiento también es bastante carillo en esta ciudad, aunque al menos no es tan cutre ni tan decadente como suele ser el de Londres por norma. Podemos recomendar por experiencia propia Le Village Hostel, un hostal juvenil que tiene habitaciones dobles con desayuno por menos de sesenta euros la noche, muy limpio, en pleno Montmartre y con bastante buen ambiente. En esta web hay unos cuantos alojamientos de estas características que merece la pena tener en cuenta. Si vais una semana, alquilar un piso es una opción que recomendamos encarecidamente porque ahorraréis bastante.
Aeropuertos y transportes: París tiene dos aeropuertos principales, Orly y Charles de Gaulle; también tiene otro secundario a las afueras pero no es nada recomendable porque se tarda muchísimo en llegar a la ciudad y cuesta muy caro.
– Orly: podemos salir y llegar a él en el Orlybus, un autobús que cuesta seis euros y que pasa cada media hora, que te lleva hasta Denfert-Rochereau. También podemos salir en el Orlyval, un tren que nos deja en Antony y que ya nos comunica directamente con el metro y el centro de la ciudad; el viaje cuesta unos ocho euros pero es mucho más rápido (una hora, más o menos). Un taxi hasta Orly desde el centro cuesta unos cuarenta euros, así que tampoco es una locura cogerlo.
– Charles de Gaulle: es un aeropuerto inmenso en el que es bastante fácil perderse. También está muy bien comunicado con el centro con el Roissybus, un autobús que te deja en Ópera por ocho euros y medio y pasa cada cuarenta y cinco minutos. Para este aeropuerto, la opción más rápida también es el tren, el cercanías o RER, que cuesta prácticamente lo mismo pero en seguida nos comunica con el centro, en poco más de cuarenta y cinco minutos.
–Metro: Hay una amplísima y eficaz red de metro en París, aunque se puede hacer un poco complicada en algunas zonas en las que también pasa el RER (cercanías). Su mayor defecto es la inmensa cantidad de pasillos interminables que hay para hacer un transbordo, pero por lo general, las estaciones son cortitas. Es muy útil para recorrer la ciudad. Es muy curioso que, cuando te compras un billete de diez viajes, te dan diez billetes sencillos en vez de algún tipo de Metrobús. Todos los que acaban de llegar de París tienen los bolsillos llenos de billetes de metro moraditos. A menos que vayáis varios días y os saquéis la carte d’orange, un abono de transportes con foto, que se compra por semanas.
Autobús: Los autobuses también funcionan bastante bien y, ante todo, te permiten ver la ciudad. Antes de coger el metro, merece la pena acercarse a una marquesina a ver qué autobús pasa porque cada segundo en París es importante y no hay que dejar de ver nada.
A pie: Hay que tener una cosa clara: París es enorme. Los mapas engañan mucho y, si ves una avenida que comunica un monumento con otro y aspiras a hacértela a pie porque parece que no está muy lejos, es mentira. Las calles son larguísimas y con docenas de números así que, si bien hay que patear mucho para ver el máximo posible, hay que asumir que las distancias son amplísimas y que hay que coger transportes públicos. Por ejemplo, el Arco del Triunfo y la Torre Eiffel parecen estar cerca; pues se tarda más de una hora a pie de un sitio a otro. ¡Mentalizaos para andar mucho! Patata / Supervago