Es un gustazo ver cómo al Reina Sofía se acerca todo el mundo cuando hay una cosa gratis. En una cola bastante larga te podías encontrar desde el gafapastismo más recalcitrante hasta las abuelillas con sus nietos, que se acercaban a ver a Caribou. Y vaya suerte poder disfrutar de un conciertazo como este, gratis y en un marco incomparable como es uno de los auditorios de la ampliación del museo, de aspecto futurista pero -todo hay que decirlo- con unas butacas más o menos incómodas.
Sin embargo, una vez que apagaron las luces -y cuando digo «las luces» digo todas y cada una de ellas- y empezaron las proyecciones de la banda de Daniel Snaith, se nos olvidó todo. El auditorio es el sitio perfecto para este tipo de banda, porque suena potente y dura en su casi «aleatoriedad», aunque sus composiciones no tengan ni una pizca de esto último. Armados con guitarras, bajos y sendas baterías, desgranaron casi todos los temas de ‘Andorra’ y alguna versión (¿quién sabe cuál fue la canción del bis? Nos resultó muy familiar, pero fuimos incapaces de reconocerla). Convertidos en una especie de Safri Duo pero en moderno, aporreaban sus baterías casi al azar, pero exquisitamente bien compenetrados, tanto que parecía que nos íbamos a licuar por dentro. Mención aparte merecen las proyecciones, casi todas geométricas e hipnóticas y francamente bien sincronizadas con la música.
Por aclamación popular, salieron de nuevo a hacer un bis (la gente no parecía en absoluto dispuesta a irse, ante tamaña demostración de música en vivo). Después, una vez ya iluminado de nuevo el auditorio, Dan salió con su bolsita de plástico a vender merchandising, que es lo típico que mola un montón porque se puso a hablar con los fans, y eso le da muchísimos puntos. Eso sí, estando todo tan oscuro fue imposible hacer fotos, así que hemos cogido esta de Antonia Pneumonia, publicada bajo Creative Commons en Flickr, pero que en realidad, es del Primavera Sound ’08. 8