De verdad que esta es ya la última entrada que dedicamos a la gira de Madonna, pero entended que la cosa de que celebrara un concierto en un sitio inhóspito y maldito como el Circuito de Cheste se merezca, por lo menos, una reseña. Pocas veces tiene uno la oportunidad de ver a una pija Reina del Pop en un secarral semejante sospechosamente parecido al recinto del Summercase de Madrid. Y es que lo de anoche en Cheste parecía el último festival del verano, con sus puestos de panceta revenida, sus latas de cerveza barata frías a la entrada, chicas desprevenidas en tacones paseando entre las piedras, gafapastas con los cristales sucios del polvo levantado por la multitud, mucho muscle sin camiseta, típicos pokeros perdidos que no saben qué hacen allí y algún que otro inexperto en esto de los recitales multitudinarios que se cabreaba si alguien le pasaba cerca o te ponías un moño para recogerte el pelo largo. Lo de todos los años, pero concentrado. Una maravilla.
La verdad es que la llegada y entrada al recinto no fue tan mala como nos hacían temer. Nada de retenciones ni colas para entrar al aparcamiento. Nosotros, que teníamos entrada preferente, pasamos por una puerta lateral que daba acceso a la parte delantera de la pista, pero estaba tan mal señalizado que pasamos casi media hora en general pensando que aquello era el Golden Circle. No estábamos tan mal, pero una vez que llegamos a la zona que de verdad nos tocaba os confirmo que, por 30 euros más, merece la pena pagar una entrada para estar más cerca. Desde atrás no se veía una mierda. Nosotros vimos las manos de vieja de Madonna casi a tamaño natural. Y sólo llegando con dos horas de antelación. Eso sí, a las gradas no os vayáis porque estaban lejísimos y costaban un pastón. Las gradas para los ricos vagos. La plebe no podemos permitirnos estas cosas.
Aunque triunfamos con la entrada, estuvimos hasta que salimos sin poder beber nada porque allí no había forma de coger una bebida, ya que tenías que volver a salir del recinto general, comprar unos tickets e ir a una barra a tomar por el anet. Y casi que mejor, ya que la organización puso poquísimos baños y había que hacer colas de casi una hora para orinar. ¿Solución? Un segurata majísimo nos dejó salir a bastantes por una valla para orinar en una acequia que estaba ahí al lado. Impagable la visión de culos femeninos agachados y multitud de hombres de pie miccionando a la vez y a plena luz del día. Pero cuando las ganas aprietan no hay vergüenza posible, chatos. ¿Quién inventó lo de mear en las botellas de agua y luego dejarlas tiradas a la salida, por cierto? Porque vi unas cuantas…
El concierto la verdad es que empezó muy puntual. A Robyn le costó meterse al público en el bolsillo porque había mucha gente que no sabía si era un chico o una chica. El Dj ése que puso ‘Sevilla’ en Sevilla ni apareció, y Madonna estuvo bastante simpática para lo que suele ser. A diferencia de mi compañero de blog, eso sí, debo decir que me pareció un show bastante flojillo. Mucho menos elegante y fluido que el ‘Confessions Tour’. A Madonna se le notaba la edad -si es que la tiene-, que no es malo, pero no es lo que queremos. Aun así, espectáculo muy por encima de la media de todo lo que podemos ver en estos lares y de estructura casi calcada al mencionado ‘Confessions’ con karaoke final incluido. Con el público de ayer cantó ‘Dress You Up’, el sonido en general fue algo regulero, las M gigantes son de tela (que lo comentaba todo el mundo) y los visuales los hay horteras a más no poder, sobre todo los de ‘Rain’, que parecían salidos de un diseñador de figuras de duende de las tiendas ‘Tipo’ y ‘La Rosa Negra’. No sé, creo que salimos todos un poco decepcionados. Igual es que este disco al final va a resultar que tampoco es tan bueno.
Cuando Madonna terminó, avalanchas de gente para escapar de este lugar infecto que se empeñaron en convertir en una ‘rave’ multitudinaria con bailarinas moviéndose al ritmo de temas de Madonna en tono bakala pero pocos optaron a quedarse a ver un espectáculo tan bochornoso sospechosamente parecido al de cualquier Pachá Ibiza Wannabe. La gente quería huir de un recinto que no estaba preparado para un evento de estas características, y así pasó lo que pasó, atascazo de casi dos horas para llegar a la carretera de Valencia, que estaba a unos escasos 5 kilómetros. Muchos optaron por irse caminando y nosotros perdimos un bus que teníamos a las 3 de la mañana para volver a Madrid. Al final Auto-Res nos lo cambió a todos los que nos había pasado -trece- por un billete a las 5.30 h sin recargo alguno, que es un detalle. Algo bueno en una noche que prometía ser la leche y que seguro lo habría sido de no ser por CHESTE. No vuelvo nunca más. A Cheste, digo, que lo de Madonna todavía tengo que pensar si merece la pena hacerlo a no ser que toque en la puerta de mi casa. ¿Será culpa de la manía que le tengo a Rita Barberá y al señor Camps presentes, al menos éste último, en una de las gradas? 6