Duffy mola mil

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Duffy mola mil

Todos los días ponen en 40TV el vídeo de ‘Warwick Avenue’ un montón de veces y no falla, siempre que lo echan soy incapaz de zapear, me quedo hipnotizado viendo el primer plano de Duffy llorando. No hay quien pueda ignorarla cantando ese estribillo, tan tonto, que dice: «Te estoy dejando por última vez / Crees que me quieres pero no me quieres / He estado muy confundida últimamente / Crees que me quieres pero quiero ser libre / Me has hecho mucho daño».

Antes de este tema, todos lo recordamos, llegó ‘Mercy’, el que será siempre su gran éxito. Hay quien dice que es una copia de Marvin Gaye o de millones de cosas más, pero lo cierto es que es un temazo que ha producido uno de los momentos musicales más «cool» que he vivido. Cuando a las cinco de la mañana, en un club de cuyo nombre no quiero acordarme, fue pinchado por primera vez, perdido entre hits indies de M.I.A. y Hot Chip, y todo el mundo empezó a imitar algunos de los pasos northern soul de su videoclip. De repente parecía que una máquina del tiempo nos había llevado 40 años atrás.

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Aunque nadie llegara a abrirse de piernas, el poder de ‘Mercy’ como hit es innegable. Hace más de siete meses que publicamos la crítica de ‘Rockferry’, y aunque en aquel momento sospechábamos que Duffy podría llegar a ser grande, nunca imaginamos lo que ha pasado con su disco, que es el segundo más vendido de 2008, sólo por detrás de Coldplay. ‘Mercy’ le gusta a todo el mundo: a tus hermanos, a tus primos, a tus vecinos y a tus amigos más snobs. Eso es el pop y da gusto que una canción tan buena y no otra sea la que tengas que escuchar por todos lados. En acústico, en remix, todas sus versiones son una maravilla:

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Seguramente pueden ponerse muchos inconvenientes a Duffy y a ‘Rockferry’. Lo peor, sin duda, es la campaña que ha hecho Universal para venderla como la nueva Amy Winehouse. Una campaña que desde luego ha sido un éxito comercial a corto plazo por los ingresos que ha generado, y también a largo, porque Duffy no se droga y la compañía no tiene que preocuparse de si su próximo álbum llegará o no. Pero también ha sido una campaña perjudicial para Duffy en el sentido de que no puede resistir la comparación con Amy ni a nivel personalidad, ni a nivel letras, ni a nivel figura mediática, aparte de que Duffy a quien quiere parecerse es a Dusty Springfield, no a Amy.

Ella se enfada cuando se asocia su disco a los chicos que han trabajado en él, Bernard Butler entre ellos, porque es autora de las letras y lleva muchos años componiendo parte de los temas, desde mucho antes de que Amy Winehouse terminase de triunfar, pero aún le queda mucho por recorrer para terminar de tener una personalidad destacada. Aunque a nosotros nos parece fantástico que en 2003 apareciera en una suerte de Pop Idol de la televisión galesa (ya era hora de que saliera algo interesante de un programa así, después de tantas horas tiradas a la basura), quizá sí se le note algo su actitud de triunfita sobre el escenario.

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También es cierto que ‘Rockferry’, el disco, no es la perfección, en el sentido de que hay un par de temas que no están a la altura. Pero los que entran a la primera (‘Mercy’, ‘Distant Dreamer’), los que crecen con cada escucha (‘Syrup & Honey’, ‘Warwick Avenue’) y los que no están nada mal (‘Rockferry, ‘Stepping Stone’) son mayoría absoluta. Y además es capaz de acabar un festival como Glastonbury de una forma tan apoteósica como esta. No nos emocionó cuando salió, pero ha ido ganando con el tiempo. ¡Arriba, Duffy!

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